Pollo a la miel con almendras y canela
Dulce y perfumado, este pollo sorprenderá a todos. Una excelente receta étnica para seguir innovando en la cocina.
Si queres seguir impregnándote en la cocina árabe con sabores especiados, no podes dejar de preparar esta deliciosa receta de pollo a la miel con almendras y canela.
Con esta combinación original de ingredientes no vas a dejar a tus comensales indiferentes, aunque eso sí, es un plato para los que gusten de sabores distintos y especiales.
La receta parece más complicada de lo que es. Lo cierto es que es de fácil y rápida preparación y es un plato que se puede cocinar a diario aunque cuentes con poco tiempo.
Si bien el plato original se prepara con pechuga de pollo también podes hacerlo con pavo. Lo que queda claro es que con esta combinación de sabores y olores que inundarán tu cocina nadie se podrá resistir a probarlo.
Como todas las semanas te ponemos a prueba; veamos si hoy te animas con esta nueva receta.
Ingredientes (4 personas)
4 pechugas de pollo, 5 cebolletas, 250 g de tomates cherry, 2 cucharadas de miel, 80 g de almendras tostadas, media cucharadita de canela, unas hebras de azafrán, aceite de oliva, sal y pimienta.
Preparación
- Comenzá cortando las pechugas de pollo en dados y friéndolas en un poco de aceite de oliva a fuego fuerte.
- Cuando veas el pollo dorado bajar el fuego y añadir la cebolla y los tomates cherry partidos a la mitad, dejando que se cocine todo en su jugo durante 15 min. Añadir la sal y la pimienta.
- Cuando pase el tiempo añadir el azafrán, la miel y la canela. Remover y dejarse hacer todo junto unos 5 min.
- Añadir las almendras y medio vasito de agua, y seguir cocinando durante otros quince minutos más.
Para tener en cuenta: La miel está compuesta por minerales como sodio, potasio, magnesio, calcio, hierro, manganeso, cobre, fósforo, zinc, selenio, vitaminas A, C y del complejo B. Tiene propiedades alimenticias y curativas que se conocen desde la antigüedad.
Se la considera un reconstituyente cerebral por su contenido en sodio, hierro y fósforo, indispensables para el buen mantenimiento del sistema nervioso.