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jueves, 17 de abril de 2025

Siria y su lucha por la Independencia

Por Diario Sirio Libanés

Tras más de un siglo desde la caída del Imperio Otomano, posteriores décadas de imperialismo franco-británico y la permanente injerencia del Occidente colectivo sobre el destino de los estados nacionales formados en su territorio, la milenaria Nación Siria sigue luchando hoy por la auténtica independencia.

El 17 de abril, la República Árabe Siria conmemora la evacuación francesa de 1946, que diera inicio al moderno Estado sirio que ha sido por los últimos 79 años el depositario del espíritu nacional de la milenaria Nación Siria. Una Nación histórica ubicada en las costas del Mediterráneo Oriental, en lo que se conoce como el Creciente Fértil, área que comprende las regiones que durante siglos han sido gobernadas desde Damasco y conforman una unidad territorial, lingüística y cultural, limitante al este con los persas, al norte con Turquía y al sur con la Península Árabe.

Durante siglos esa misma nación milenaria, conocida como Bilad ash-Sham, ha sufrido invasiones que dieron lugar a la ocupación, la expoliación y el colonialismo que desde finales del Siglo XIX dio como resultado un proceso de vaciamiento social del que fue víctima su pueblo con las resultantes migraciones de sus hijos por cientos de miles hacia distintos puntos del planeta, el continente americano entre ellos.

Esa tierra que los libros de Historia señalan como el lugar donde se inició la civilización humana con el desarrollo de los sumerios, asirios, caldeos, babilonios y arameos, cuenta con un sendero civilizatorio de 5.000 años que incluyeron durante los últimos 2.500: la ocupación persa, helénica, romana, la expansión árabe-islámica, los selyúcidas y finalmente los turcos otomanos.

A principios del S. XX, tras cuatro siglos de dominio otomano en Siria, el colonialismo franco-británico evitó la organización de la Nación Siria independiente según lo estipulaba el Congreso Nacional Sirio (1919) e instaló su proyecto de sometimiento a través de la atomización en cinco estados separados (Siria, Líbano, Irak, Palestina y Jordania), avalado por la decisión de las potencias la Conferencia de San Remo (1923) en línea con el acuerdo secreto Sykes-Picot (1916). De esta forma, en plena oposición a la opinión de los representantes del pueblo sirio, estas potencias extranjeras occidentales se dispusieron a usufructuar las ventajosas condiciones geopolíticas y estratégicas derivadas de la riqueza geográfica, comercial y cultural de Bilad ash-Sham.  

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La dimensión geopolítica

Más de un siglo ha transcurrido desde estos hechos y en ese período hemos visto a los modernos Estados árabes de la Siria milenaria o el Máshriq Árabe, surgir y desarrollarse sufriendo permanentemente los vaivenes del juego geopolítico de las potencias dominantes, especialmente desde el final de la segunda guerra mundial, momento en que erigido como potencia central, Estados Unidos absorbe el comando del Occidente colectivo y continúa la proyección de la construcción imperial, a través de la receta del sometimiento y la expoliación por medio de procesos de artificial fragmentación de las naciones y sus unidades culturales y sociales; estrategia colonial heredada de sus aliados y antecesores directos: el Reino Unido y Francia.

Así ha sido como, estas nuevas sub-unidades nacionales no solo se encontraron con el natural y complejo desafío del desarrollo social, económico y político, común a todos los países del mundo, sino que a su vez han tenido que afrontar hasta hoy el genuflexo papel que pretende asignárseles, por la fuerza, desde la principal potencia mundial a partir de su agenda específica para la región. Así lo fue durante los años de la guerra fría (1947-1991) y lo es actualmente en el marco del enfrentamiento geopolítico multidimensional de Washington con Moscú y Pekín.

En dicho marco, de amplitud histórica y regional -pero verdaderamente nacional en su sentido más profundo-, es como debe entenderse la tragedia de expoliación y ocupación de la tierra del sur de Bilad ash-Sham que es la Palestina histórica, dado a través de la implantación artificial de un proyecto política y genéticamente europeo como es la entidad sionista israelí y su proceso de cien años de ocupación y opresión, puesta en marcha en forma efectiva durante los últimos 77 años y que ha jugado un rol central en la consecución de la agenda de desestabilización y fragmentación del Máshriq.

También en dicho marco, es como debe comprenderse y analizarse la tragedia de la República Árabe Siria, tras más de una década de guerra terrorista impuesta iniciada en 2011 y un proceso planificado previamente de destrucción de su Estado Nacional, último reservorio de la causa nacional de validación histórica y de sostenimiento de la soberanía y la integridad territorial sin olvidar los valores y conceptos del Congreso Nacional Sirio, de allí su inamovible e irrestricto apoyo a la causa de sus hermanos del sur en Palestina.  

Un planificado y destructivo proceso que presenta hoy claras intenciones de dar continuidad al plan de fragmentación y balcanización haciendo uso, en este caso, de los recursos de orden religioso y étnico, sacando provecho de ese milenario exponente de riqueza socio-cultural que es la dimensión multiconfesional y pluri-étnica de la sociedad siria.

A la triste lista de tragedias de la histórica Nación Siria, deben sumarse: la invasión estadounidense de Irak (2003), la imposición de un conflicto interno durante 15 años en el Líbano (1975-1990), las sucesivas agresiones israelíes (1978,1982) y los enfrentamientos de la resistencia libanesa con el régimen israelí (1993,1996, 2000, 2006, 2023 a hoy).

En todos los casos, además de la muerte de miles y millones de mártires sirios, como otra de las más graves, entre las múltiples, consecuencias de estos nocivos procesos, se han generado inevitables movimientos migratorios de salida por cientos de miles y hasta por millones de habitantes nativos sirios, libaneses, palestinos o iraquíes, fomentando el vaciamiento del principal recurso de toda sociedad que es su pueblo.

Auténtica independencia

Adentrados ya en el segundo cuarto del S. XXI, cabe reflexionar acerca de la importancia del concepto de auténtica Independencia que merece como base del desarrollo, al igual que todos los pueblos del mundo, el pueblo de la Siria histórica en todas las sub-unidades nacionales en las que ha sido dividido por los poderes globales y sus aliados regionales.

Desafortunadamente, hoy nos encontramos frente a un mundo en el que no se ha podido poner en práctica una diplomacia y comunicación orientada a la solidificación de una verdadera “comunidad internacional”, dedicada a compartir recursos, sostener el planeta y convivir en forma pacífica fomentando el desarrollo humano global, mediante la generación de riqueza resultante del trabajo productivo de los pueblos.

En su lugar, por el contrario, priman: el fomento de la especulación financiera, el dominio del beneficio económico por sobre el social, los intereses egoístas, el doble rasero en la aplicación de la legalidad internacional y la impunidad asegurada para las agendas destructivas y del caos, sustentadas por la industria de las armas, el narcotráfico, el tráfico de personas, el terrorismo y la guerra abierta ilimitada que todavía, a estas alturas de la Historia, llega a brutalidades tales como el genocidio (Franja de Gaza).

Por ello, la Siria Natural, el Creciente Fértil, Bilad ash-Sham, el Máshriq Árabe, esa nación que en la historia contemporánea ha sufrido durante más de un siglo múltiples procesos de destrucción de su unidad nacional y el cercenamiento de sus capacidades de desarrollo, merece retornar a sus raíces esenciales como única vía para reclamar al mundo su verdadera Independencia y volver así a ocupar su lugar como faro de la civilización humana.

Sin duda, ante el presente contexto de tragedia generalizada, el camino para ello no será posible a través de fórmulas de más fragmentación impulsadas a nivel externo por la agenda del Occidente colectivo y su principal aliado regional, el régimen de Tel Aviv, y sostenidas a nivel interno, ya desde Damasco, en un falso fanatismo religioso atomizador y asesino, ajeno a la rica naturaleza, historia y recursos de la Siria milenaria.

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