Washington cambia el estatus jurídico de la misión de Siria ante la ONU
Un memorándum oficial estadounidense incluyó la cancelación de las visas G1 otorgadas a los miembros de la misión, que corresponden a diplomáticos acreditados ante la ONU cuyos gobiernos son reconocidos en el país anfitrión, para pasar ahora a la categoría de visas G3, que se otorga a ciudadanos extranjeros que son elegibles para obtener una visa G1, pero cuyos gobiernos no son reconocidos por Estados Unidos.
Washington notificó mediante un memorándum a la misión siria ante ONU en Nueva York, que cambia su estatus legal de misión permanente de un estado miembro a misión de un gobierno no reconocido por Estados Unidos.
El memorando también incluyó la cancelación de las visas G1 otorgadas a los miembros de la misión, que corresponden a diplomáticos acreditados ante la ONU cuyos gobiernos son reconocidos en el país anfitrión, para pasar ahora a la categoría de visas G3, que se otorga a ciudadanos extranjeros que son elegibles para obtener una visa G1, pero cuyos gobiernos no son reconocidos por Estados Unidos.
El periódico libanés An-Nahar reportó haber obtenido una copia de un telegrama enviado por la misión siria al Ministerio de Asuntos Exteriores en Damasco, informándole del contenido del memorando estadounidense.
En dicho cable la delegación confirmaba la recepción del memorándum estadounidense No. 41-2025, de fecha 04/03/2025, que informaba la medida mencionada «con base en instrucciones del Departamento de Estado de los EEUU».
El cable agregó que el memorando, junto con una traducción no oficial, preparado por la delegación permanente, establecía que «la decisión de otorgar nuevas visas recae en el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EEUU (USCIS), luego de tomar una serie de medidas y procedimientos destinados a cambiar el estatus legal de la delegación y sus miembros, como se indica en el memorando».
En el último párrafo del cable obtenido por An-Nahar, la delegación señaló lo siguiente: «El memorando incluye una declaración explícita y directa de que EEUU no reconoce al actual gobierno de transición sirio, y medidas similares podrían ser seguidas por otros países que comparten algunas de las preocupaciones de la administración estadounidense».
Implicaciones de la decisión de EEUU
En su reporte el diario libanés cita a Malek al-Hafez, investigador sirio y experto en asuntos internacionales, consultado sobre las implicaciones de la decisión estadounidense y el contenido del cable.
«Según la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas (1961), la acreditación de diplomáticos ante organizaciones internacionales, como Naciones Unidas, no depende exclusivamente de la posición del Estado anfitrión (en este caso, EEUU), sino del hecho de que la misión representa a un Estado miembro de las Naciones Unidas. Sin embargo, existe una distinción fundamental en la relación bilateral entre EEUU y la misión extranjera, ya que la cuestión del reconocimiento del gobierno sigue siendo un asunto soberano del Estado anfitrión», afirmó el especialista.
Según explicó al-Hafez, el cambio de la categoría de visa otorgada por EEUU a los miembros de la misión siria, de G1 a G3, tiene un marcado significado simbólico que se traduce diplomáticamente en lo siguiente:
1 | Retirar el reconocimiento real del gobierno representado por la misión, sin perjuicio de la membresía de Siria en las Naciones Unidas, lo que crea una doble paradoja; Por un lado, Siria sigue siendo un Estado miembro, pero sin un gobierno reconocido por Estados Unidos.
2 | Reclasificar a la misión como gobierno no reconocido la coloca en la misma categoría que misiones anteriores de gobiernos como el de Venezuela bajo Nicolás Maduro o el del régimen talibán antes de 2021.
3 | Restringir los poderes de la misión en términos de movimiento, privilegios legales y estatus diplomático, más allá del alcance simbólico de las restricciones funcionales.
Contexto complejo y momento delicado
Respecto al contexto en el que se produjo la medida estadounidense, al-Hafez expresó:
«Esta medida no puede entenderse al margen del complejo contexto político de Siria tras la caída del régimen de Bashar al-Assad y la formación de una autoridad de transición con un trasfondo salafista-yihadista. Desde este punto de vista, la acción estadounidense puede interpretarse como una señal muy clara de que Washington no reconoce a la autoridad actual como el gobierno legítimo que representa al Estado sirio, a pesar de su control sobre las instituciones oficiales y algunas misiones diplomáticas».
Esto también significa que Washington se niega a conceder a esta autoridad el paraguas del reconocimiento internacional automático que suele seguir a la transición de poder en los países que salen de un conflicto.
En términos de tiempo, esta medida se alinea con la retórica interna de EEUU que pide restringir el compromiso con las actuales autoridades de transición, particularmente aquellas que se teme que reproduzcan la lógica de un "estado religioso" bajo el disfraz de la legitimidad política.
Un cambio en la política estadounidense
A primera vista, esta medida podría parecer inscrita en el marco de las herramientas de presión diplomática utilizadas por Washington para instar a los actores a modificar su comportamiento o manipular su discurso político. Sin embargo, sus implicaciones más profundas, según el analista, apuntan a un cambio más fundamental en la política estadounidense hacia Siria.
En primer lugar, esta decisión establece una fase posterior al reconocimiento, lo que significa que Estados Unidos puede congelar las relaciones con cualquier autoridad que no se alinee con su visión para el futuro de Siria, incluso si no hay alternativas fácilmente disponibles.
En segundo lugar, puede considerarse una declaración implícita de que Washington no participará en la reproducción de la legitimidad de nuevos regímenes o autoridades que recreen formas de tiranía, militarismo o exclusión bajo banderas religiosas, especialmente a la luz de la creciente revisión interna de su política en el Cercano Oriente.
En tercer lugar, y lo más importante, este paso abre la puerta a enfoques multinacionales sobre la cuestión de la representación internacional de Siria. Esto podría impulsar a las Naciones Unidas, la Unión Europea y otros a reconsiderar el alcance de su compromiso oficial con las instituciones del nuevo gobierno si no avanzan hacia una forma más civilizada y una representación nacional más amplia.
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