Yamil Abait: “En el Zahra soy feliz”
Yamil es argentino y actualmente juega al vóley en Líbano. Aprovechando el receso de verano en el país árabe, viajó a Buenos Aires para pasar tiempo con su familia, amigos y también, claro, para charlar con DSL.
Con tan solo 30 años, Yamil Abait es dueño de un presente exitoso y lleno de promesas. Hace cuatro años juega en el Zahra, actualmente el mejor equipo de vóley del Líbano. Con mucha simpatía habló con Diario Sirio Libanés para contar más sobre su historia de vida, que ya es ejemplo para todos los argentinos.
-Sos descendiente de libaneses, contame un poco acerca de tus raíces…
Soy descendiente de libaneses por parte de mi abuelo, Said Antonio Abait. Hoy en día vivo gran parte del año en Líbano, lo que me ha permitido conectarme mucho más con mis raíces y saber más acerca de mi historia. Mi abuelo vino de un pueblo que se llama Metrit, cerca de Batroun. Pero como llegó a la Argentina con tan sólo siete meses de vida mucho no nos pudo contar y la historia quedo por decirlo de alguna manera “cerrada”. Por otra parte, yo nací en Buenos Aires pero a mis tres años nos trasladamos a Tandil donde me crié hasta mi adolescencia. En el 2004 me volví con mi familia a Buenos Aires a estudiar y a jugar al vóley tras haber recibido una propuesta de River, luego de hacer un buen torneo. Paralelamente, ya radicado en Buenos Aires empecé a concurrir al Club Libanés con la JUCAL y allí comencé a interiorizarme más sobre la cultura árabe y lo que son todas mis raíces.
-¿Cómo surgió la iniciativa de relacionarte más con la colectividad árabe?
En realidad fue mi hermana, Sami Abait, la que me impulsó. Mi hermana baila árabe y siempre estuvo mucho más relacionada con la colectividad. Yo hasta ese entonces no sabía nada sobre la cultura árabe, pero cuando entre a la JUCAL me metí de lleno y hasta llegue a ser vicepresidente. Me gustó mucho mi paso por esa institución, pude aprender un montón de cosas como organizar eventos y además pude viajar a muchos lugares dentro del país, asique como experiencia me pareció increíble. Luego me surgió la oportunidad de irme a jugar al vóley al Líbano por lo que tuve que abandonar bastante la actividad.
-Mencionas el vóley, actividad a la que te dedicas de lleno hoy en día. ¿Cómo fueron tus inicios en ese deporte?
Empecé a jugar al vóley a los 15 años en Tandil hasta que en el 2004 me llamaron de River y me trasladé con mis padres, Ángel Gabriel Abait y Susana Graciela Elichave, y mi hermana a Buenos Aires. En River empecé a jugar la categoría de juveniles hasta el 2005 que pase a jugar en primera. En ese entonces yo estaba tratando de mechar el vóley con la facultad, porque también estudio kinesiología. Me queda un año para recibirme pero es una tarea muy difícil complementar el estudio con el deporte profesional.
-¿Y qué te llevó a jugar en el Líbano?
Después de River jugué en muchos clubes de Buenos Aires. Entre 2006 y 2007 estuve en el Bolívar, el equipo de Marcelo Tinelli y fue una experiencia increíble, después jugué también en la liga nacional de River con la que me tocó viajar por todo el país. Pero luego tomé la decisión de abocarme más a los estudios, porque hasta ese entonces había avanzado muy poco. Mientras tanto jugaba los metropolitanos de Buenos Aires pero ya no viajaba más, con lo cual tenía más tiempo para estudiar.
Cuando llego al cuarto año de la carrera de kinesiología, en el 2011, me sale una oferta para jugar en el equipo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) donde salimos campeones y fue un año increíble. Y en ese momento es cuando me surge la oportunidad de irme a Líbano. Un día un compañero, que también juega al vóley, me cuenta que él conocía a un chico que juagaba en Líbano y a mí me sorprendió porque hasta ese entonces yo no tenía conocimiento de que en ese país haya vóley de buen nivel, porque acá no se difunden muchas informaciones sobre el tema.
Entonces con la ayuda que nos proporcionan hoy en día las redes sociales, logré contactarme con el chico y me pasó un contacto con un entrenador y a partir de ahí empecé a averiguar para hacerme la ciudadanía y encuentro que mi abuelo estaba anotado en los registros del Líbano, lo cual me facilitó mucho los tramites. Entonces arregle vía Facebook con el chico que estaba en Líbano para irme y así fue. Él me contactó con el entrenador, Simón D Atallah, que vio unos videos míos y enseguida me quiso en el equipo del Zahra con el que terminé firmando un contrato por cinco años. Fue todo increíble, de un momento para el otro estaba en un país que en el que nunca imaginé estar. Nunca pensé que se iba a hacer realidad.
-¿Cómo es el nivel del vóley allá?
Hasta hace unos años no existía un buen nivel, pero ahora creció mucho. En realidad el básquet es el principal deporte y después le sigue el futbol. Aunque hoy en día el vóley está teniendo mucho impacto, hasta puedo decir que está peleando el podio con el futbol.
-¿Qué significa para vos jugar en Líbano?
Después de cuatro años puedo decir que estoy totalmente feliz. Zahra nunca había salido campeón hasta el momento y a mí me tocó ser parte de esa experiencia. Desde que llegue jugué los cuatro años la final y los dos últimos salimos campeones del torneo de máxima categoría del país. Ahora la gente nos conoce, nos para por la calle, es increíble.
-¿Podríamos decir que Zahra es el mejor equipo de vóley del momento?
Sí. De hecho la semana pasada salimos campeones, ganamos los tres partidos 3-0 contra un equipo que teóricamente era más fuerte que nosotros. Terminamos la temporada con 27 victorias y dos derrotas. Fue un campeonato increíble.
-¿Sos el único extranjero del equipo?
No, hay un tucumano que se llama Cristian Asaf y otro chico brasilero. Somos muchos extranjeros que jugamos como libaneses porque todos estamos nacionalizados.
-Jugas de libero y hace poco te nombraron el mejor jugador en esa posición. ¿Qué implica ser libero?
El líbero sólo hace recepción y defensa, no puede atacar ni saltar dentro de la cancha. Siendo libero puedo pisar toda la cancha pero siempre jugando en la parte de atrás y cuando hago la rotación hacia la red cambio una rotación con un jugador de afuera y después vuelvo a cambiar. Yo antes juagaba de receptor de punta, pero cuando llegué a Líbano el entrenador me pidió que juegue de libero. Lo que sucede cuando jugas de libero es que te puede resultar un poco aburrido porque pueden pasar 6 o 7 puntos en los que no tocas la pelota. Por eso el primer año no me gustaba mucho estar en esa posición pero poco a poco empecé a darme cuenta que el equipo lo necesitaba y logré, de cierta manera, mejorar la posición de libero en Líbano que no era muy buena hasta el momento y por eso hace poco me nombraron mejor libero.
-¿Te resultó fácil adaptarte?
No, al principio fue bastante difícil. De hecho yo saqué el pasaporte por un año porque pensé que no me iba a quedar más de eso. Pero después me llaman para jugar en la selección del Líbano, equipo con el que tuve la oportunidad de viajar a muchos lugares entre ellos Qatar y Dubai y de repente todo comenzó a salir demasiado bien. Me empezaron a surgir muchas y muy buenas oportunidades, y eso hizo que decida quedarme. Hoy hasta entiendo algunas conversaciones en árabe, aunque me cuesta bastante hablarlo.
-¿Y en los partidos cómo se comunican?
La realidad es que hablamos en español, porque la mayor parte de mi equipo habla en español. De los seis que formamos parte del equipo, cuatro hablan en español; hay un brasilero, ahora se incorporó un venezolano y dos serbios que también saben hablar castellano. Es muy raro (risas). Igualmente tengo muchas ganas de aprender a hablar en árabe bien fluido, pero cuesta porque la gran parte del tiempo los libaneses hablan en inglés.
¿Qué desafíos encontras jugando en un país con una cultura tan distintita a la nuestra?
En lo personal el principal desafío fue aprender el idioma que en este caso fue el inglés porque el árabe me resultó imposible de entrada. Y hoy puedo decir que hablo fluidamente el inglés, entiendo todo y eso me llena mucho porque siempre fue un objetivo personal aprender bien ese idioma. Por otra parte, era la primera vez que hacia un viaje de más de tres horas en un avión, hasta ese entonces solo había ido a Brasil y Uruguay, lo cual ir a Líbano significó un cambio abrupto en mi vida. Yo fui primero con la expectativa de sobrevivir y hoy me encuentro con una realidad totalmente distinta: salgo a las calles de Trípoli y la gente me pide autógrafos, fotos, te piden que les regales la camiseta. En la final del campeonato asistieron 3000 personas y todo eso te llena, es maravilloso.
¿Consideras que el deporte sirve para sortear algunas diferencias regionales que puede haber allí?
El deporte no va a solucionar ningún problema, pero sí logra unir. Lo que yo veo es que las nuevas generaciones no quieren más ningún problema religioso ni diferencias de ningún tipo.
-¿Viviendo allá logras darte cuenta que el imaginario social instalado sobre Medio Oriente no es tal?
Si, están todos equivocados. Por ejemplo, recuerdo que cuando fue el atentado de Francia yo estaba allá y acá los medios de comunicación mostraban como los aviones franceses iban a atacar a Medio Oriente y mi mamá veía eso y se quería morir, aunque ya van cuatro años que vivo en Líbano y trato de explicarle que esas cosas no pasan, pero los medios refuerzan una imagen que no es tal y eso queda grabado. Acá todos creen que todo es guerra y no es así, pero lamentablemente es una imagen que está muy instalada y va a ser difícil de borrar. Si allá habría mucha inseguridad ni loco me voy a vivir. De hecho los problemas de inseguridad que los argentinos vivimos en nuestro país allá son nulos, no existen. Allá es una falta de respeto robar. Si vos te olvidas el celular en algún lugar, te podes quedar tranquilo porque al otro día lo vas a encontrar en el mismo lugar. Hay algo que me llamó mucho la atención, en Líbano las verdulerías no guardan los cajones de verduras adentro, simplemente los tapan y los dejan en la calle y no pasa absolutamente nada. Yo no lo podía creer, estoy admirado.
-¿Cómo son los libaneses en el día a día?
Todos son muy amigables, siempre me tratan muy bien. Todo el tiempo te invitan a sus casas a comer. Ellos aman que haya extranjeros en su país, porque quieren incentivar el turismo. La verdad es que no me puedo quejar de nada, la paso muy bien.
-¿Cuándo decidiste irte, tu familia cómo lo tomó?
Todos se pusieron contentos menos mi mamá. Mi novia hasta se viene a vivir conmigo algunos meses y me acompaña. Cuando decidí irme empecé a interiorizarme sobre todos los temas, a informarme bien y ahí me di cuenta cómo un medio de comunicación con tan sólo un título te puede generar una paranoia que hace que siempre estés pensando algo malo. Yo me hice un perfil de Facebook para ir compartiendo todas las actividades, todos los partidos y los resultados y que mis amigos y mi familia o el que quiera pueda ver esa realidad que acá no se muestra y estar informado sobre mi actividad.
-¿Ahora cómo sigue tu estadía acá en Buenos Aires?
Al Líbano vuelvo en diciembre porque ahora son vacaciones de verano allá y sólo se juega beach volley. Ahora voy a jugar el torneo metropolitiano acá en Buenos Aires en donde juegan los mejores jugadores de la Argentina, asique me entusiasma mucho.
-¿Cuáles son tus proyectos a futuro?
Por ahora tengo la cabeza metida en seguir jugando en el Zahra unos años más, pero a la vez tengo muchas ganas de terminarla carrera. De hecho ahora aprovecho mi estadía en Buenos Aires para hacer un cuatrimestre de la facultad y también estar con mi familia que muchas veces me hace falta.
-Para cerrar, ¿qué es para vos el volley? ¿Lo volverías a elegir?
Hoy te digo que sí. Con el voley conocí toda la Argentina, viajé, pisé países que nunca pensé pisar, aprendí otros idiomas, hice nuevos amigos, así que no me puedo quejar con este deporte. Me encanta el volley y lo elegiría otra vez para mi vida, sin dudas.
Noticias relacionadas
-
Mimi Obeid de Esper, ejemplo para su colectividad y sociedad
-
Lamia El Ali, heroína del bosque libanés
-
La increíble historia de la libanesa deportista e instructora de 88 años
-
Devoción por Argentina en tiempos de pandemia
-
General Madariaga y su inmigración libanesa