Reflexiones sobre la Crisis del Golfo (Parte 1)
En el marco de un seminario para debatir la invasión de Iraq por parte de EEUU en 1991, el Profesor Saad Chedid, ofreció las siguientes palabras que se visten de una llamativa actualidad.
Para tener una visión del Golfo Árabe y comprender lo que allí ocurre hoy, debo decirles en primer término que en mi exposición tomaré más bien la nominación que usan los árabes, más que la que utilizan Europa y/o Estados Unidos de América, haciendo en su momento algunas aclaraciones.
No recuerdo ahora en qué momento, pero hace varios años la Organización de las Naciones Unidas resolvió que el Golfo que en los diarios aparece como el Golfo Pérsico se denomine Golfo Árabe-Pérsico, seguramente para conformar a ambas partes, árabes e iraníes.
Los árabes le llaman Golfo Árabe y así aparece en todas sus publicaciones. Asimismo, sus científicos sociales, y los textos de las Conferencias Cumbres de los mandatarios de los países árabes, han establecido oficialmente esa denominación.
Permítanme decirles que para comprender lo que ocurre hoy en el Golfo Árabe debemos remontarnos al pasado, un pasado no muy lejano. Apenas uno o dos siglos. Aquellos en los que la colonización europea asentaba su poder en la zona, instrumentando gobiernos y caudillos locales para obtener el control de regiones y países a los que le interesaba explotar en beneficio de su propio desarrollo. Esto es, esa explotación de los recursos naturales que habría de permitirle a los europeos un mayor y mejor desenvolvimiento de sus propias potencialidades.
Como profesor de filosofía, mi percepción de esa realidad estará apuntando fundamentalmente a los aspectos históricos, antropológicos y éticos, más que a los estrictamente políticos o militares. Por supuesto, sin dejar de valorar lo que estos dos últimos significan.
Inglaterra, Francia, Alemania y Rusia fueron los países que más incidieron, entre los siglos XIII y XIX, en la construcción de la zona. Digo 'construcción' en el sentido político. Esta zona denominada de muchas maneras y, a medida que el poder imperial cambiaba también cambiaban las denominaciones. Por ello se hace difícil y a veces confuso para nosotros tan alejados geográficamente de la región y de la historia de esos países que, además sólo conocemos a través de la información que recibimos de esos mismos europeos, comprender con la necesaria precisión para poder juzgar y tomar posiciones frente a los acontecimientos que hoy ocupan nuestra atención.
Cuando los europeos imponían la nominación del área la conocimos con nombres como el Levante, el Creciente Fértil, la Mesopotamia o el Cercano Oriente. Como esa nominación la impone hoy Estados Unidos de América, la conocemos con el nombre de Medio Oriente.
Para Inglaterra que, con la Compañía de las Indias Orientales controlaba el comercio de la región, particularmente el de la India, le interesó, desde el momento en que pudo expulsar a los portugueses y a los franceses de ese país, dominar el área del Golfo, que ellos llamaron Pérsico porque en ese momento los árabes no tenían poder político.
Hoy, después del proceso de descolonización, que los países árabes han recuperado la soberanía de su territorio -aunque dividido y fragmentado en diversos Estados- también ellos tienen derecho a nominar sus naciones, su región y su geografía según los nombres que ellos mismos le dieron históricamente. Por eso su mundo es el Mundo Árabe y no el Cercano o el Medio Oriente, y el Golfo es el Golfo Árabe.
Como ejemplo, sirva que para nosotros argentinos el cercano oriente sería la república hermana de Uruguay, a cuyos habitantes seguimos llamando nuestros hermanos orientales. Y, quizá, el medio oriente sea África o Europa. Y así sucesivamente. La segunda, es que ha comenzado una nueva etapa de la descolonización, que se inició a comienzos de este siglo y que después de la llamada segunda guerra mundial permitió la incorporación -entre las décadas del 50 y del 60- de más de 100 países o, más bien, Estados-naciones, a la Organización de las Naciones Unidas.
Creo que lo que está pasando en el Golfo Árabe en este momento es una prueba, una demostración de esta segunda línea.
La tercera línea es la tambaleante posición que tiene hoy la concepción del Estado que apareció en Europa hace apenas dos siglos, y que se expandió impulsada por los mismos europeos por todo el mundo.
Y la cuarta (aunque no la última), es que ha comenzado ya un proceso de integraciones regionales y/o continentales que se muestra como irreversible.
Estas cuatro corrientes o líneas están presentes, desde mi punto de vista, en el conflicto que se ha desatado en el Golfo Árabe. Y seguramente, va a repetirse -con las características y especificidades de cada región- en Asia y en África.
Muchos autores asiáticos, particularmente árabes e indios, así como europeos y norteamericanos -también el australiano John W. Burton-, en trabajos escritos en los últimos 30 años, previeron o vaticinaron estas corrientes y otras en las relaciones internacionales. Todos ellos han sido coincidentes en pronosticar que para fines del siglo se producirían profundas transformaciones en virtud de que los Estados-naciones que conocemos fueron producto de las imposiciones de las potencias imperiales de turno. La mayoría de los límites y fronteras políticas que existen hoy son producto de la arbitraria decisión de potencias colonialistas, que jamás tomaron en cuenta ni la voluntad de los habitantes de las tierras conquistadas ni el derecho a la libre determinación de los pueblos -que ellas mismas proclamaron y asentaron en la Carta fundacional de la Organización de las Naciones Unidas.
Noticias relacionadas
-
Basma Qaddour: “Células terroristas durmientes en Siria sirven a una agenda occidental”
-
El fuerte y largo brazo que empuña la espada
-
Pablo Sapag: Entrevista en la TV siria
-
Cómo el sionismo está alimentando una guerra religiosa por la mezquita de al-Aqsa
-
A 40 años: Malvinas Argentinas