Encuentro constructivo

El evento contó con la presencia y la participación de todos los embajadores de los países árabes acreditados en el país y de representantes de casi todo el arco social e institucional de la comunidad libanesa y siria permitiendo, por la generosidad de los participantes, lograr el objetivo de la convocatoria.

Sin perjuicio de ello, el encuentro ha logrado otros objetivos no menos importantes, al menos en lo que se refiere a la presencia y el futuro de nuestra comunidad y sus venideras generaciones. Esto es, haber sido una nueva oportunidad que permitió a nuestra comunidad reafirmar los consistentes y arraigados lazos existentes entre sus componentes y la clara voluntad de mantener viva la llama del trabajo conjunto sin perjuicio de las naturales diferencias que puedan existir entre los mismos.

Emigrantes libaneses y sirios, con sus descendientes, se han reunido y se han unido en una empresa noble dejando de lado las diferencias y dando un ejemplo, por más marcadas sean estas, de que hay un espacio muy amplio para trabajar por el bien común cuando los espíritus y las voluntades se tiñen de generosidad, de amor al interés general y de compromiso para defender el bien común.

Los sirios y libaneses y sus descendientes en la Argentina han dado una vez más sobradas muestras de su madurez y de la férrea voluntad de mantener sus históricos lazos culturales e sociales por encima de toda coyuntura pasajera que los conflictos en los países de origen puedan deparar.

Viendo la situación en Siria, Iraq y el Líbano, donde fuerzas foráneas atentan contra nuestros pueblos de origen, donde facciones hermanas del mismo pueblo pugnan por la autodestrucción y se muestran incapaces de dialogar y convivir, dicho evento cobra una dimensión más importante aún. Ante la presencia de los embajadores de los países árabes en el mismo, constituyó además y en forma espontánea un fuerte mensaje para los líderes de estos países a fin de deponer las actitudes hostiles y abrir el camino ante la recuperación de la estabilidad y el progreso de sus pueblos.

Un mensaje dirigido a todos sin excepción porque la crisis de la región no es responsabilidad de unos sino de todos, y la hecatombe improcedente requiere de estadistas que estén a la altura de la circunstancia para salvar lo que aún se pueda salvar del tejido social, el patrimonio, la economía y el futura de sus pueblos.

Desde aquí sufrimos, dolidos y perplejos, tanta destrucción, tanto vacío de poder, tanta falta de esperanzas, desplazamientos, y masacres que parecen formar parte de la cotidianidad de la vida de Siria, Iraq, Palestina y el Líbano. Rechazamos las intervenciones extranjeras en la vida de estos pueblos, pero exigimos al mismo tiempo a los líderes de estos países   que dejen de ser impermeables a dichas intervenciones y que asuman sus responsabilidades ante la historia y el juicio de las futuras generaciones.

Aquí en Buenos Aires, aunque en un acto de índole social, los emigrantes de dichos países y sus descendientes se aferraron a la vida y al futuro y esperan poder seguir sintiéndose orgullosos de sus orígenes.