Trilogía de obras de Edward Said (III)
Análisis e influencia de tres obras claves de la bibliografía del intelectual palestino Edward Said.
Parte III (viene de Parte I y Parte II )
Nuevo prefacio a Orientalismo (2003)
- Desde la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) hasta los sucesos actuales, la potencia hegemónica postuló al islam y el Medio Oriente como el nuevo enemigo de Occidente, en remplazo del comunismo. Vale la pena retomar algunas cuestiones de la etapa precedente inmediata, donde destacamos el cambio de escenario previo: la Revolución iraní islámica de 1979; el pacto de Camp David entre Egipto e Israel de 1978-1979; también en 1979, la invasión soviética de Afganistán con los muyahidines, y la guerra entre Irak e Irán de 1980-1988. A su vez, Estados Unidos lideró la guerra del Golfo de 1991, en detrimento de Irak, es decir, la intervención imperialista directa estadounidense.
- A partir del 2001, se realizaron las invasiones encabezadas por Estados Unidos sobre Afganistán e Irak; el descubrimiento del desarrollo nuclear de Irán con una percepción de amenaza, y el denominado «despertar árabe» en 2011, que generaron un proceso de agitación o intento de variación del orden establecido. Esta situación demostró cómo el balance de poder regional se inclinó hacia tres países no árabes: Irán, Israel y Turquía.
Veinticinco años después de publicado Orientalismo, Edward Said vislumbró ese nuevo imperialismo que se avecinaba o, más bien, se intensificaba con la invasión estadounidense a Irak y Afganistán, aunque la influencia de dicha potencia en la zona y su acción directa no dejaron de estar presentes durante los siglos XX y XXI. En su nueva introducción plantea, si la leemos en su contexto, y en conjunto con sus escritos, un hilo conductor no solo humanista, como él mismo se define, sino que su destacado rol intelectual fue acompañado por el activismo político y su denuncia de los avasallamientos de los derechos humanos.
Said defiende la tesis de que todo imperio pretende establecer diferencias entre cuál es la misión supuesta que se le encargó, para poder expandirse, apropiarse cada vez más de territorios y recursos. En otras palabras, detrás del velo de una hipotética superioridad occidental, y de la tarea de civilizar —mission civilisatrice o «carga del hombre blanco»—, llevar el orden, el progreso y la democracia; en realidad, la fuerza es el recurso empleado para dominar esas regiones.
Adicionalmente, Said estableció similitudes entre los académicos pagados por los británicos en la India, la región de la Mesopotamia, Egipto y África Occidental; los ejércitos franceses en Indochina y África del Norte, y los asesores estadounidenses que se valieron de los mismos estereotipos y justificaciones con el objetivo de ejercer la violencia y el despotismo que ellos mismos les atribuían a las poblaciones subyugadas.
Otra crítica presente en toda su obra fue hacia las ortodoxias religiosas y nacionalistas, pero que igualmente los medios masivos —junto a la academia— inducen a una mirada histórica y sensacionalista de los hechos. Esto último, en el caso analizado, no solo es para vender su mercancía sino que se trata de demonizar a un enemigo desconocido, «terrorista», el cual es merecedor de una «guerra preventiva» (acompañada de los «daños colaterales»), que deviene en un cambio de régimen unilateral. Es decir, que todos esos eufemismos y el control del lenguaje, las imágenes difundidas, actúan en conjunto para perpetrar ese nuevo imperialismo sobre la región (recordemos que en 2016 se cumplieron los cien años del Pacto de Sykes-Picot), donde se repartió el territorio sin atender a las características de los propios habitantes. Ese escrito engloba una serie de ideas saidianas, en un ciclo sobre el que Said reflexionó pero que aún continúa, en el cual tanto las potencias europeas como Estados Unidos, junto a la URSS (luego Rusia también), pretendieron influir y prevalecer en la toma de decisiones del Medio Oriente.
Durante los cuarenta años transcurridos desde Orientalismo, así como también en este último periodo, las potencias —encabezadas por Estados Unidos y los miembros de la OTAN— intentaron reconfigurar el mapa y los estados nación de la región, al tiempo que hubo intervenciones devastadoras de estas en Irak, Siria, Afganistán y Libia, cuyas consecuencias sufren sus habitantes. Por lo tanto, esta imposición ideológica, simbólica y material (aunque resistida por diversos medios) nos evidencia el accionar de las potencias capitalistas, las cuales abusan —en esta región más que en otras— de su poderío militar y financiero.
Intelectuales de la talla de Said marcaron la impronta de uno de los modos inequívocos de enfocar el análisis de la coyuntura mundial, como sus reprobaciones a las presuntas jerarquías de poder entre los sistemas culturales. Su voz nos resulta recurrente para pensar estos entramados entre la cultura, el poder y el imperialismo. A través de este breve recorrido por algunas de las obras de este activista palestino-estadounidense, expusimos la manera en que denunció el imperialismo cultural con el que se trató de enmascarar la opresión y apropiación de los recursos del «mundo árabe».
Nota (*): Martin Alejandro Martinelli es Doctor en Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nacional de Luján, especializado en Historia y Política del Cercano Oriente.
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