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jueves, 15 de octubre de 2015

¿Rusia busca aún la solución política para Siria?

Por Vitaly Naumkin (*) / Trad.: Redacción Diario Sirio Libanés

Mientras continúa su campaña aérea contra las posiciones de E.I. y el Frente Al Nusra en Siria, Rusia aparentemente está prestando atención a la búsqueda de una solución política a la crisis. Síntesis de nota reciente de Vitaly Naumkin para Al-Monitor.

Algunos analistas incluso plantean que Moscú está comenzando a inclinarse por “la idea de que una solución política para la región incluiría una Siria post-Asad”, como escribió Nikolay Kozhanov del Carnegie Moscow Center.

Rusia sinceramente cree que lo que está haciendo sirve a los intereses no solo de los shiítas y las minorías no islámicas en el Cercano Oriente, sino a todo el mundo islámico, incluyendo la mayoría sunnita, a la cual 20 millones de musulmanes rusos pertenecen.

Parece que Moscú no esperaba que Riyad reaccionara tan negativamente a la campaña militar rusa contra los extremistas en Siria, considerando que estos amenazan la seguridad del reino no menos que la de Rusia.

La estrecha cooperación con Irán, sin embargo, sin la cual hubiera sido imposible conducir la campaña militar de forma efectiva, ha sido lo que una capa roja al toro, para el establishment saudí, especialmente el religioso que está arremetiendo contra Moscú.

Aun así, pueden escucharse voces de apoyo entre el público saudita a las acciones de Moscú para debilitar a uno de los enemigos del reino, llámese E.I.

Sin embargo, están aquellos que creen que los ataques aéreos rusos solo incrementan el flujo de militantes a las filas de los radicales. Rusia está desafiando activamente esta opinión.

Es importante para Moscú explicar los motivos rusos, especialmente a la mayoría sunnita del mundo islámico, y prevenir la incitación de un sentimiento anti-ruso por parte de los extremistas buscando capitalizar la solidaridad sectaria.

A diferencia de sus aliados en la “Coalición de Bagdad”, especialmente Irán, Rusia no puede ser sospechada de perseguir objetivos religiosos, y esto suma a su favor. El Kremlin no quiere interferir de ningún modo en un enfrentamiento intra-islámico.

Más aun, Rusia no tuvo ni tiene ninguna ambición de “dominar” en Damasco, lo cual es evidente en la intransigencia de Al Asad para con Moscú en temas relacionados a las negociaciones con la oposición.

En Spiegel Online, Christoph Reuter incluso arguye que Al Asad le pidió ayuda a Rusia para contener a los iraníes, poniéndose en una posición de “enfrentar a sus dos poderes protectores entre si”. Sin embargo, ¿ no suena esto demasiado sofisticado?

Aun así, las acusaciones a Moscú de estar guiado por la religión, especialmente provenientes de algunas capitales árabes, no merman. La guerra de información en proceso es feroz y recurre a la falsificación grotesca.

Desde el periódico Al Sharq Al Awsat, Ridwan as-Seyyid expuso una tesis sobre las cuatro "guerras santas dirigidas por extranjeros contra los árabes". De acuerdo a esta teoría, los cruzados han sido supuestamente organizados por Bizancio (sic!), mientras que la Iglesia Ortodoxa Rusa ha llamado las acciones de Putin en Siria una “guerra santa”.

Los oficiales militares rusos, a los que les importa poco la división sunnita-shiita, estarían muy sorprendidos de escuchar que están conduciendo algún tipo de guerra religiosa. Saben que no han sido enviados a una guerra, sino a una campaña aérea limitada en el tiempo, contra un enemigo peligroso que amenaza la seguridad de su país.

Esperando que el Ejercito Árabe Sirio pueda expulsar a los terroristas con el apoyo de las Fuerzas Aéreas Rusas, analistas rusos están ponderando hacia donde podrían migrar los combatientes de E.I.

Podrían mezclarse con la población local, ir hacia áreas de Irak bajo su control o moverse hacia Turquía y Europa. ¿Cómo puede prevenirse que vayan a Asia Central y más allá, hacia Rusia?

Hace unos días, en la víspera de una ofensiva de gran escala del ejército sirio, el Ministro de Exteriores ruso anunció que Rusia estaba lista para establecer contactos con el Ejercito Libre Sirio (FSA), en un intento de defenderse de las críticas a la supuesta selectividad de los bombardeos rusos.

Según el ministro, estaría abierto a discutir la posibilidad de incorporar al FSA para “crear las condiciones iniciales del proceso de acuerdo político a través de negociaciones entre el gobierno sirio y la oposición patriótica.”

Al mismo tiempo, la cuestión de cuales grupos de oposición se califican de “patrióticos” y cuáles no, no ha sido resuelta aun. En este punto, expertos rusos mantienen contradicciones y usualmente puntos de vista disonantes.

Putin y Lavrov mencionaron al FSA como un posible socio en el diálogo, lo cual es un paso hacia un acercamiento diferencial a la oposición armada. No queda claro si otros grupos serían convocados.

Este acercamiento es consistente con la postura de Moscú de promover el proceso de paz en Siria, en paralelo con sus operaciones aéreas y navales, y en apoyo absoluto de Damasco en la lucha contra el terrorismo.

Moscú deposita grandes esperanzas en el plan del enviado especial de la ONU Staffan de Mistura para las conversaciones de paz. El Kremlin no descarta reanudar su misión de mediación, que incluye tratar de convocar en breve una tercera reunión en Moscú entre los representantes de la oposición, la sociedad civil y el gobierno.

Tal reunión no necesariamente debe verse como alternativa al plan de Mistura, o incluso a Ginebra III, ya que Rusia afirma su compromiso con el comunicado de Ginebra del 30 de junio de 2012, y apoya nuevas conversaciones en Ginebra.

Expertos rusos creen que, dada su renovada confianza, Damasco será más entusiasta que antes frente a los llamados de Moscú, para implementar reformas y comenzar negociaciones con la oposición patriótica.

¿Servirán todos estos esfuerzos para ayudar a Rusia a alcanzar un acuerdo político para Siria?

***
(*) Vitaly Naumkin: director del Instituto de Estudios Orientales de la Academia Rusa de Ciencias. También es profesor en la Facultad de Política Internacional de la Universidad Estatal de Moscú y presidente del Centro de Estudios Estratégicos y Políticos

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