¿Qatar en crisis? Pactos secretos, shuttle diplomacy y emergencia animal
Un acuerdo escrito a puño y letra sale a la luz mientras EEUU rompe el bloqueo con diplomacia itinerante y se mueren camellos esperando la deportación.
La historia no se repite, pero se parece. Y este momento bordea una recapitulación de la Guerra Fría. Es esa búsqueda de similitudes y diferencias en lo que muchos analistas invertimos nuestro tiempo, para descubrir las particulares y extraer sentido a una crisis que no parece tenerlo.
Mientras tanto, el mundo sigue girando y ofrece oportunidades para confirmar o rectificar nuestras propias hipótesis. Por eso, todo lo que lea de aquí en adelante puede ser (in)útil para el momento en que llegue al final del artículo.
Tal vez, eso –inútil- es lo que pensó el Emir Al Thani sobre el acuerdo secreto que firmó con Arabia Saudí en 2013, o lo que el secretario de estado de EEUU, Rex Tillerson, sintió al romper el bloqueo durante el viaje a Jeddah para presentar un nuevo acuerdo que está lejos de satisfacer las demandas realizadas a Qatar.
“Damos la bienvenida a la firma de este acuerdo por parte de Qatar, pero debe también duplicar sus esfuerzos para cambiar su imagen, porque alberga, apoya y financia el terrorismo, y emite opiniones extremistas”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional de EAU, Sheikh Abdullah Bin Zayed Al Nahyan.
Quienes seguro no ven la utilidad en el boicot a Qatar son los camellos y ovejas que mueren camino a la deportación, o abandonados por sus dueños qataríes en las arenas saudíes. Mientras tanto, Tillerson regresó a Kuwait envuelto en un espeso manto de silencio sin hacer declaraciones respecto de las conversaciones mantenidas con funcionarios qataríes y saudíes.
Sí, encontró util la crisis Arabia Saudí porque logró confirmar aspiraciones regionales, y además, minimizó los logros de la diplomacia estadounidense sin ser castigado. Este escenario permitió a Riad encontrar una nueva oportunidad donde medir su ascendencia regional, aunque por el momento, las demandas presentadas no fueron satisfechas y Qatar se animó a redoblar la apuesta exigiendo compensación por las pérdidas causadas.
Además, Irán puede beneficiarse de este conflicto (ningún diplomático saudí lo reconocerá), porque entre otras cosas, el quiebre del alineamiento automático en la península detrás de Arabia Saudí abrió las puertas a mayor influencia iraní. De hecho, Teherán salió al rescate de Qatar permitiéndole presentarse como el “bueno de la película”, y único defensor de la comunidad musulmana-shía.
Sin ir más lejos, se dice que la retórica anti-iraní del Congreso Árabe Islámico-Estadounidense puso en evidencia diferencias entre los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Las declaraciones del Emir qatarí, hayan sido una reproducción fiel o fruto de un hackeo, oficializó las diferencias entre Riad y Doha que hace tiempo se reflejan a través de las cadenas de televisión Al Arabiya y AL Jazeera. ¿Qué otro motivo más que las diferencias de criterio pueden promover un acuerdo secreto?
La historia nos dirá si este conflicto diplomático en torno a las perspectivas de Arabia Saudí y Qatar sobre Irán fue (in)útil. ¿Quién será el ganador? ¿Se llevará los frutos del enfrentamiento otra vez un tercero? Durante los años 70, la diplomacia itinerante resolvió la crisis y permitió a EEUU fortalecer su presencia en la región sin ser parte directa del conflicto.
Cuando Nixon envió a Kissinger muchos dejaron que la judeofobia les nublara el juicio, y encontraran en Israel un claro vencedor. Pero el verdadero ganador de la Guerra de Ramadán/Yom Kippur/Octubre es EEUU, porque tomó el control del proceso de paz y permitió el regreso de EEUU a la región. Además, en política la asistencia nunca es gratuita, y desde entonces, Tel Aviv es un férreo aliado de Washington de quien en gran medida depende su existencia.
Momentáneamente, el balance respecto de Arabia Saudí es ambiguo. Por un lado demostró liderazgo regional, y por el otro, incapacidad para concretar objetivos. Todo eso, sin mencionar la oportunidad que abrió a Irán, y el fortalecimiento de la interdependencia entre Riad y Washington.
Sin ánimos de predecir el futuro incierto que nos espera, Arabia Saudí encontrará más de una dificultad si continúa con esta política exterior firme, pero también con cierto aire de inmadurez. Por otro lado, las aspiraciones regionales de Qatar están en directa oposición con las de Riad, y el éxito de Al Jazeera no soslaya el apoyo brindado a fuerzas políticas en retroceso.
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