¿Llegan refugiados sirios a la Argentina?
En medio de la confusión generada por la frágil estrategia de comunicación oficial y las publicaciones de grandes medios gráficos, aquí se brindaran algunas claridades respecto del Programa Siria y los objetivos del gobierno nacional.
Tras una reñida competencia electoral que tuvo todos los condimentos de una contienda boxística de los años de gloria del Luna Park, la alianza Cambiemos, compuesta por la Coalición Cívica para la Afirmación de una Republica (CC-ARI), la Unión Cívica Radical (UCR) y liderada por el partido Propuesta Republicana (PRO), se hizo con las riendas del poder en la Argentina.
Tras asumir la presidencia el día 10 de diciembre, Mauricio Macri y su gabinete de ministros, comenzaron la tarea de realineamiento internacional del país. Proceso que fuera bautizado ‘Reinserción Internacional’ por los medios de comunicación tradicionalmente opositores del gobierno anterior (léase Clarín, La Nación, TN, Radio Mitre, etc.).
Más allá de la ignorancia de creer que un país pueda ausentarse del sistema internacional, el realineamiento internacional implica la redefinición de los intereses nacionales y sistema de alianzas. Esto es, la reinserción de Argentina en el bloque internacional liderado por EEUU de América; dejando de lado las preferencias, cada bloque tiene sus propias exigencias.
La inserción de Argentina en ese bloque internacional exige una modificación profunda de las políticas implementadas durante, por lo menos, los últimos tres gobiernos. Por la misma razón, son infinitas las aristas desde las cuales se puede abordar el realineamiento internacional del país. Aquí sólo me ocuparé del Programa Siria de Visado Humanitario para Extranjeros Afectados por el Conflicto de la República Árabe de Siria, o Programa Siria.
Las medias verdades
A partir de las visitas de los presidentes de Francia, Francois Hollande, y EEUU de América, Barack Obama, el diario La Nación comenzó a correr el rumor de que las autoridades argentinas se habrían comprometido a recibir un número de refugiados sirios en el marco de un programa de reasentamiento. O sea, una política muy distinta al Programa Siria.
El medio gráfico, en la persona de Martín Dinatale continuó publicando columnas al respecto, al tiempo que anunciaba las sucesivas convocatorias a una ‘Mesa Siria’. Particularmente, Dinatale destacó un enfrentamiento entre las diferentes agencias estatales encargadas de la implementación de la nueva política, presentando un escenario donde presidencia se encuentra en la vereda de en frente en relación con los organismos de seguridad e inteligencia.
Mientras tanto, los medios de comunicación gráficos, de radio y televisión hacían desfilar a los ‘expertos’ y ‘especialistas’ de moda junto a dirigentes institucionales para debatir los nuevos ‘riesgos de seguridad’ que implica la política de reasentamiento de refugiados sirios en la Argentina. Quiero decir, se marcó la cancha que indicaba el escepticismo sin tener en cuenta que el Programa Siria lleva dos años de vigencia, alarmando inútilmente al público en general.
Horas antes de una nueva reunión de la ‘Mesa Siria’ en la Dirección Nacional de Migraciones (DNM) el día jueves 4 de agosto, La Nación publicó un artículo del mismo Dinatale donde se anuncia la llegada de 300 refugiados sirios a la Argentina, gracias al apoyo estratégico de EEUU de América y Europa. Y cito textual “tal como se comprometió el presidente Mauricio Macri ante el papa Francisco, Estados Unidos y la Unión Europea”.
Allí hay algo de verdad y otro tanto de mentira. La verdad es que Macri se comprometió a recibir refugiados sirios, pero el compromiso era un programa de reasentamiento para 3.000 refugiados con la asistencia económica de la Unión Europea y EEUU de América. Ante la consulta, el subdirector de la DNM, Julián Curi, aclaró que el Programa Siria continuará vigente y espera que durante el resto del año arriben 300 refugiados sirios al país –coincidiendo con la cifra mencionada por Dinatale, pero no es la metodología.
Respecto a la posibilidad de un nuevo programa, Curi declaró que es imposible debido a la falta de fondos domésticos e internacionales para su financiamiento. Esto es, al igual que lo ocurrido con Líbano, los actores internacionales extrajeron del gobierno un compromiso de recibir refugiados bajo la promesa de una asistencia financiera que nunca llegará. Lo que diferencia a la Argentina de Líbano es que todavía se puede dar marcha atrás al compromiso y evitar la presión social, económica y política a la cual se sometió al país levantino.
¿Qué va a pasar?
La convocatoria realizada por la DNM el día de ayer solicitó el consejo de las asociaciones civiles para la mejora del Programa Siria vigente. Tarea que nunca será útil si la participación de la ‘Mesa Siria’ se limita a un pequeño grupo de asociaciones civiles, y porteñas. Es notable la ausencia de otras asociaciones y la falta de federalismo, cuestiones que exigen de las autoridades un mayor compromiso con la comunicación.
Todavía quedan muchas incertidumbres respecto del ingreso de refugiados al país. Las autoridades no se refirieron al origen de los mismos, si será Siria, Líbano o Europa. Tampoco se definió el rol de las asociaciones civiles, el grado de apoyo estatal más allá de la facilitación de visas, o las agencias estatales que participan del proceso. Algo notable, fue la ausencia del Director Nacional de Migraciones, Horacio José García.
A pesar de eso, los presentes compartieron problemas puntuales que requieren una urgente atención para mejorar la implementación del Programa Siria. Entre los temas abordados se destacaron la disconformidad con los tiempos burocráticos, el trabajo conjunto entre las asociaciones y agencias de seguridad, y los desafíos culturales planteados por una adaptación exitosa.
Por lo tanto, y de acuerdo a lo manifestado por las autoridades de la DNM, el Programa Siria será fortalecido y se espera el arribo de 300 refugiados en lo que resta del año. Algo que es posible y se evidencia en la visa otorgada a la recientemente llegada Haneen Nasser ; historia excepcional que deja un sabor agridulce en el paladar de quienes buscan agilidad en el proceso y faltan del necesario acceso al poder político.
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