¿Cómo se explica la histérica beligerancia saudí?
Síntesis de nota reciente, analizando causas y consecuencias del posicionamiento del reino petrolero, tanto doméstico como regional.
El propósito de este ensayo es explicar el comportamiento frenéticamente beligerante del régimen saudí. El objetivo no es ahondar en lo que el régimen y sus apoyos imperialistas han hecho o están haciendo; ese registro desagradable de atrocidades, tanto en casa como en el extranjero, está abundantemente expuestos por otros comentaristas . Se trata, más bien, de centrarse en sus motivos.
En medio de la agonía de la muerte
Los gobernantes saudíes se encuentran en una perdida carrera contra el tiempo, o la historia. Aunque en la negación, no pueden menos que darse cuenta de una realidad histórica: los días de gobernar por derecho de nacimiento han pasado hace rato, y la Casa de Saud como gobernante del reino por herencia, está obsoleta.
Esta es la razón principal del comportamiento frenéticamente beligerante de los saudíes. La histeria es equivalente al frenesí de la agonía proverbial de una muerte prolongada.
Explica por qué reaccionan con tanta dureza a cualquier desarrollo social o geopolítica tanto en el país como en la región, al cual perciben como una amenaza a su gobierno.
Explica a su vez por qué, por ejemplo, han sido tan intensamente hostiles a la revolución iraní que puso fin al imperio de su contraparte dictatorial en ese país, el Sha de Irán. En la caída del Sha vieron la propia.
También explica su hostilidad a los levantamientos de la Primavera Árabe en Egipto y Túnez, que pusieron fin al dominio perpetuo de Mubarak y Ben Alí respectivamente. Presas del pánico ante la propagación de los levantamientos revolucionarios de otros países de la región, especialmente los reinos y emiratos en la zona del Golfo Pérsico, los gobernantes sauditas y sus bien conocidos patrones en el extranjero se embarcaron de inmediato en una agenda de "control de daños". (Los no tan secretos patrones de la Casa de Saud incluyen principalmente el complejo militar-industrial de seguridad e inteligencia, fuerzas Neocon y el lobby israelí.)
La subsiguiente agenda de contención, descarrilamiento y sobreseimiento de levantamientos revolucionarios similares ha sido integral y múltiple. Entre otros planes, el programa ha incluido lo siguiente:
(1) tomar brutalmente enérgicas medidas contra la oposición pacífica en el país, incluyendo ejecuciones sumarias y decapitaciones feroces;
(2) propugnar políticas desestabilizadoras en lugares como Siria, Irán, Líbano, Irak y Yemen mediante la financiación y/o el armado de rabiosamente violentos yihadistas wahabíes/salafitas y otros mercenarios;
(3) tratar de sabotear genuinos esfuerzos internacionales para reducir las tensiones y el derramamiento de sangre en Siria, Yemen y otros lugares;
(4) tratar de sabotear el acuerdo nuclear y otros esfuerzos útiles para reducir la tensión entre Irán y las potencias occidentales;
(5) perseguir políticas que promuevan las tensiones y divisiones a lo largo de las líneas étnicas, nacionales y religiosas de la región, tales como la provocativa decapitación del prominente y pacífico crítico sheij shiíta Nimr Al Nimr; y
(6) propugnar el "caos para cubrir las pistas terroristas", como el conocido experto en asuntos internacionales Finian Cunningham explicó.
Para consternación del régimen saudí, mientras que estas depravadas políticas han tenido éxito en causar enormes cantidades de muerte y destrucción en la región, han fracasado en la consecución de sus objetivos: la estabilidad en el reino y la seguridad para su régimen.
Por el contrario, las políticas irresponsables para tratar de eliminar a sus presuntos opositores, han fracasado: el régimen es ahora más vulnerable que hace cuatro o cinco años, cuando se embarcó (inmediatamente después de la Primavera Árabe en 2011) en una política, en vano agresiva, de tratar de eliminar a los supuestos peligros a su dominio.
La guerra ilegal en Yemen, llevada a cabo con el apoyo de EEUU, se ha convertido a lo que se suponía que era un juego de niños, en un conflicto estancado. No sólo ha solidificado y envalentonado las aspiraciones de soberanía de la resistencia hutí ante la agresión liderada por Riad, sino que también ha beneficiado considerablemente al brazo de Al Qaeda en la Península (AQAP).
Del mismo modo, la guerra contra Siria, en gran parte financiada por el régimen saudí, ha resultado muy por debajo de su objetivo de destronar el presidente Asad. Aquí también, la agresión ha beneficiado generosamente a un conjunto heterogéneo de grupos mercenarios y yihadistas, especialmente aquellos afiliados con el Frente Al Nusra, (Al Qaeda), y también al llamado Estado Islámico (E.I.).
En ambos países, el poder e influencia del régimen saudí y sus socios en el crimen están en declive mientras que la resistencia está ganando poco a poco la ventaja, sobre todo en Siria, en gran parte gracias al apoyo de Rusia e Irán.
Tal vez lo más trágico para el régimen saudí, ha sido el fracaso de su "guerra petrolera" contra Rusia e Irán, saturando imprudentemente los mercados globales con suministro ilimitado de petróleo frente a la disminución de la demanda y el aumento de la producción en los EEUU, lo cual ha reducido el precio del petróleo en más de un 60 por ciento.
Esto ha dado lugar a un déficit presupuestario oficialmente declarado de U$D 98 mil millones para el año fiscal en curso, lo que ha obligado al régimen a frenar el gasto social y / o programas de protección económica. Hay indicios de que las sin precedentes, políticas económicas de austeridad están creando descontento público, lo cual implica hacer al régimen aún más vulnerable.
Otra consecuencia de ello, aún más grave, va más allá de los problemas económicos en el país, ya que tiende a hacer el régimen menos seguro, al reducir su valor económico y geopolítico ante los ojos de sus benefactores imperialistas.
La energía barata y abundante en los mercados globales está destinada a socavar el carácter indispensable de la Casa de Saud para sus patrones imperiales.
Combinados, estos retrocesos y nefastas consecuencias de las beligerantes políticas saudíes, han hecho al régimen y sus aliados en la región más vulnerables mientras que han dado fuerza y credibilidad a las fuerzas de la resistencia en Siria, Irak, Yemen y Líbano, apoyadas por Irán y Rusia.
Este cúmulo de consecuencias no deseadas de la agresión saudí, explica por qué son hoy presa del pánico y se comportan histéricamente.
(*) Ismael Hossein-Zadeh: profesor emérito de Economía de la Universidad de Drake (EEUU). Es autor de varios libros sobre economía y política así como numerosos artículos académicos. El autor puede seguirse a través de su página web .
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