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viernes, 01 de enero de 2016

Yo ayude a crear a ISIS

Por Vincent Emanuele (*) / Trad.: Redacción Diario Sirio Libanés

Testimonio de un veterano de la guerra de Irak. Después de 14 años de "Guerra contra el Terrorismo", Occidente es muy bueno fomentando la barbarie y creando estados fallidos.

Durante los últimos años, la gente de todo el mundo se ha preguntado: "¿De dónde salió ISIS?"

Las explicaciones varían, pero en gran medida se centran en la orígenes geopolíticos (hegemonía de EEUU), religiosos (sunníes y shiíes), ideológicos (wahabismo) o ecológicos (refugiados por el clima).

Muchos comentaristas y hasta ex funcionarios militares sugieren correctamente que la guerra en Irak es el principal responsable de desatar las fuerzas que hoy conocemos como ISIS, Daesh, etc. Aquí, espero poder añadir algunas reflexiones y anécdotas útiles.

Pesadillas mesopotámicas

Cuando estaba destinado en Irak en el 1º Batallón, del 7º de Infantería de Marina, de 2003 a 2005, no sabía cuáles serían las repercusiones de la guerra, pero sabía que habría un ajuste de cuentas.

Esa retribución, también conocida como retroceso, se está experimentando actualmente en todo el mundo (Irak, Afganistán, Yemen, Libia, Egipto, Líbano, Siria, Francia, Túnez, California, etc.), sin un final a la vista.

En aquel entonces, yo rutinariamente vi y participé en obscenidades. Por supuesto, la maldad de la guerra nunca fue debidamente reconocida en Occidente. Sin lugar a dudas, las organizaciones contra la guerra intentaron articular los horrores de la guerra en Irak, pero los medios de comunicación, el mundo académico y las fuerzas político-corporativas en Occidente nunca permitieron un examen serio del mayor crimen de guerra del siglo XXI.

A medida que patrullábamos la vasta región de la provincia iraquí de Al-Anbar, tirando MRE (Meal Ready to Eat) cual basura desde nuestros vehículos, nunca contemplé cómo íbamos a ser recordados en los libros de historia; yo simplemente quería hacer algo de espacio extra en mi Humvee.

Años más tarde, sentado en un curso de “Historia de la Civilización Occidental” en la universidad, escuchando a mi profesor hablar de la cuna de la civilización, pensé en la basura MRE en el suelo del desierto mesopotámico.

Examinando los recientes eventos en Siria e Irak, no puedo dejar de pensar en los niños pequeños a los que mis compañeros marines les lanzaban Skittles de esos paquetes de MRE. Los dulces no fueron los únicos objetos arrojados a los niños: botellas de agua llenas de orina, piedras, escombros y otros artículos, fueron lanzados también.

A menudo me pregunto cuántos miembros de ISIS y varias otras organizaciones terroristas recuerdan también estos eventos.

Por otra parte, pienso en los cientos de prisioneros que capturamos y torturamos en centros de detención improvisados atendidos por adolescentes de Tennessee, N. York y Oregon.

Nunca he tenido la desgracia de trabajar en el centro de detención, pero recuerdo las historias. Recuerdo vívidamente a los marines hablarme de puñetazos, bofetadas, patadas, codazos, rodillazos y cabezazos propinados a los iraquíes.

Recuerdo los cuentos de torturas sexuales: obligar a los hombres iraquíes a realizar actos sexuales el uno al otro, mientras que los infantes de marina sostenían cuchillos sobre sus testículos, a veces sodomizándolos con porras.

Sin embargo, antes de que esas abominaciones pudieran tener lugar, los que estábamos en las unidades de infantería teníamos el placer de reunir a los iraquíes durante las redadas nocturnas, maniatándolos, embolsando sus cabezas y tirándolos en la parte trasera de las Humvees y camionetas, mientras que sus esposas y niños caían de rodillas y se lamentaban.

A veces, los recogíamos durante el día. La mayoría de las veces no se resistían. Algunos de ellos se daban la mano, mientras los infantes de marina les daban un culatazo en la cara.

Una vez llegados al centro de detención, serían detenidos durante días, semanas e incluso meses. Sus familias nunca serían notificadas. Y cuando fueran liberados, los llevaríamos desde la FOB (Forward Operating Base – Base Operativa de Vanguardia) al medio del desierto, soltándolos a varias millas de sus hogares.

Después que cortábamos sus esposas y quitábamos las bolsas negras de sus cabezas, varios de nuestros más desquiciados infantes de marina, disparaban rondas de sus AR-15 al aire o el suelo, asustando a los cautivos recién liberados. Siempre para divertirse.

La mayoría de los iraquíes corrían, todavía llorando tras su largo calvario en el centro de detención, con la esperanza de que cierto nivel de libertad les esperara en el exterior. Quién sabe cuánto tiempo sobrevivieron. Después de todo, a nadie le importaba. Sabemos de un ex prisionero nuestro que sobrevivió: Abu Bakr Al Baghdadi, líder de ISIS.

Sorprendentemente, la habilidad de deshumanizar al pueblo iraquí alcanzó un crescendo después que las balas y explosiones se terminaran, al dedicar muchos marines su tiempo libre a tomar fotos de los muertos, a menudo mutilando sus cadáveres por diversión o empujando sus cuerpos hinchados con palos para algunas risas fáciles.

Como los iPhones no existían en ese momento, varios marines llegaban a Irak con cámaras digitales. Esas cámaras contienen una historia no contada de la guerra en Irak, una historia que Occidente espera que el mundo olvide. Esa historia y esas cámaras también contienen material de masacres sin sentido y numerosos otros crímenes de guerra, realidades que los iraquíes no tienen el placer de olvidar.

Por desgracia, yo pude recordar innumerables anécdotas horribles de mi tiempo en Irak. Personas inocentes no solo fueron rutinariamente detenidas, torturadas y encarceladas, sino que también fueron incineradas por cientos de miles, algunos estudios sugieren que por millones.

Sólo los iraquíes entienden el puro estado de maldad que se descargó sobre su nación. Ellos recuerdan el papel de Occidente en la guerra de ocho años entre Irak e Irán; recuerdan las sanciones de Clinton en los ‘90s, políticas que resultaron en la muerte de más de 500 mil personas, en su mayoría mujeres y niños.

Luego, llegó el 2003 y Occidente terminó el trabajo. Hoy, Irak es una nación completamente devastada. Las personas están envenenadas y mutiladas, y el medio ambiente natural es tóxico merced a las bombas cargadas con uranio empobrecido. Después de catorce años de la Guerra contra el Terror, una cosa está clara: Occidente es muy bueno en el fomento de la barbarie y en la creación de estados fallidos.

Viviendo con fantasmas

Los ojos cálidos y vidriosos de jóvenes niños iraquíes me persiguen perpetuamente, como deberían. Los rostros de aquellos que he matado, o al menos aquellos cuyos cuerpos estaban lo suficientemente cerca para examinarlos, nunca escaparán a mis pensamientos.

Mis pesadillas y reflexiones diarias me recuerdan de donde proviene ISIS y por qué, exactamente, nos odian. Ese odio, comprensible aunque lamentable, será dirigido a Occidente durante años y décadas por venir. ¿Cómo podría ser de otra manera?

Una vez más, la magnitud de la destrucción que Occidente ha infligido en el Medio Oriente es absolutamente inimaginable para la gran mayoría de las personas que viven en el mundo desarrollado. Este punto no puede verse nunca como exagerado mientras los occidentales constante e ingenuamente se pregunten, "¿Por qué nos odian?"

Al final, las guerras, revoluciones y contrarrevoluciones se llevan a cabo y las generaciones posteriores viven con los resultados: civilizaciones, sociedades, culturas, naciones e individuos sobreviven o perecen. Así es como funciona la historia.

En el futuro, el modo en como Occidente se maneje con el terrorismo dependerá en gran medida de si Occidente continúa su comportamiento terrorista.

La manera obvia de prevenir la formación de futuras organizaciones de tipo ISIS, es oponerse al militarismo occidental en todas sus terribles formas: golpes de la CIA, guerras indirectas, ataques aéreos por drones, campañas de contrainsurgencia, guerra económica, etc.

Mientras tanto, aquellos de nosotros que participamos directamente en la campaña militar genocida en Irak viviremos con los fantasmas de la guerra.

 

(*) Vincent Emanuele puede contactarse en vincent.emanuele333@gmail.com

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