Violencia, crisis y tragedia de la propaganda israelí
Análisis de la propaganda israelí publicado en el portal Counterpunch.
En las últimas semanas el mundo está atestiguando una nueva ronda de violencia entre Israel y Palestina. Aunque estamos acostumbrados a ver la repetición del mismo trágico y violento escenario , esta vez es diferente.
La actual ola de resistencia se debe a una nueva generación de activistas palestinos que no están afiliados a una organización o facción en particular. Las protestas incluyen demostraciones violentas y no violentas, así como ataques contra civiles israelíes, tanto en los territorios palestinos ocupados como en Israel.
La naturaleza desorganizada y esporádica de esta resistencia ha encontrado a Israel con la guardia baja: mientras que el gobierno está acostumbrado a responder mediante la movilización de sus fuerzas militares y de campañas de propaganda (alias "Hasbara") contra objetivos palestinos predefinidos como Hamas, esta vez carece de alguien para acusar de responsable directo.
Como tal, Israel ha recurrido a un castigo colectivo de la sociedad palestina y una inflamatoria retórica anti-palestina. Esto último ha generado un entorno por el que la violencia civil, del tipo “vigilante urbano”, está surgiendo en Israel.
La violencia en diversas formas, es necesaria para mantener y ampliar la ocupación israelí en los territorios palestinos ocupados y para el dominio de, y las limitaciones discriminatorias impuestas a, los palestinos que viven como ciudadanos dentro de las fronteras pre-'67 de Israel.
Con este fin, el gobierno israelí promulga políticas que tienen dos objetivos: 1) la segregación entre israelíes y palestinos y; 2) la fragmentación de la sociedad palestina.
Estos están dirigidos por un lado, a contener a los palestinos dentro de territorios predefinidos, y a su vez negarles la capacidad de reunirse, organizarse y así efectivamente poder montar protestas.
Israel ha promovido cada uno de estos objetivos de forma individual, así como conjuntamente; la construcción del muro de separación efectivamente crea una barrera entre las sociedades israelí y palestina, pero también disecciona físicamente los poblados palestinos y separa a los agricultores de sus tierras (ejemplo, aquí ).
Para implementar estas políticas, el ejército israelí y otras ramas de las fuerzas de seguridad utilizan tácticas violentas incluyendo toques de queda, demoliciones de casas, puestos de control, redadas nocturnas, detenciones (a menudo sin cargo) y otros tipos de violencia de rutina y a menudo aleatoria.
Debido a que los seres humanos están naturalmente equipados para sentir empatía , la violencia y la discriminación tienen que ser moral y éticamente justificadas.
Con este propósito, la propaganda israelí se centra en dos puntos principales: 1) conectar históricamente la tierra expoleada la herencia judía y; 2) deshumanizar a los palestinos y sus líderes.
Mientras que el primero intenta proporcionar un inherente "derecho" judío a la tierra, el último sirve para infundir miedo y desconfianza de los palestinos , eximiendo de esta manera a los israelíes de cualquier responsabilidad por sus propios crímenes y aquellos cometidos en su nombre.
Como era de prever, ya que la actual ola de resistencia no otorga a la “Hasbara” un objetivo claro, la pone en crisis.
Inconscientes o indiferentes a su racismo subyacente, los funcionarios israelíes han estado respaldando la violencia parapolicial e incitando a las masas contra los palestinos y su liderazgo pasado y actual.
Algunos ejemplos notables incluyen el etiquetado inmediato de los manifestantes como sospechosos de "violencia y terrorismo" , declaraciones incendiarias por parte de funcionarios israelíes sobre el liderazgo palestino actual, la exclusión de los representantes árabe-israelíes de reuniones oficiales , una convocatoria a armarse a la sociedad civil en todo momento con el fin de combatir "terroristas" y una indignante demanda hecha por el primer ministro Netanyahu afirmando que el Mufti de Jerusalén fue el espíritu detrás de la "solución final" nazi de la judería europea.
La segregación y el miedo crónico llevaron a una incapacidad para empatizar con el sufrimiento de los demás. Cuando la falta de empatía se combina con la incitación del miedo y el estímulo hacia la agresión al estilo vigilante, esto produce un cóctel peligroso que conduce a la violencia desenfrenada.
Durante las últimas semanas en Israel este tipo de eventos se han convertido en moneda corriente, entre ellos varios asesinatos extrajudiciales de sospechosos (ver aquí una muestra) y un linchamiento de horda enloquecida (de un refugiado eritreo que resultó ser inocente).
Si hemos de juzgar por la retórica proveniente de los funcionarios israelíes, su propaganda inflamatoria sólo empeorará, y con ella habrá más de estos trágicos y crueles actos de violencia. Está claro que, además de la violencia cotidiana de la ocupación, esta escalada en la retórica propagandística anti-palestina tendrá trágicas consecuencias, no sólo para los palestinos, sino también para la sociedad israelí.
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(*) Yoav Litvin es Dr. en Psicología del Comportamiento y Neurociencia actualmente haciendo su post grado en la Univ. Rockefeller de Nueva York.
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