Victoria siria en Palmira: repercusiones internas y globales
Síntesis del más reciente análisis del autor, sobre los efectos de la recuperación de Palmira y sus implicancias locales e internacionales.
La liberación de Palmira por parte del Ejército Árabe Sirio marca un punto de inflexión definitivo en la crisis que desde hace cinco años sufre el país árabe. Se trata de la mayor derrota infligida al Estado Islámico desde el verano de 2014 cuando esa organización terrorista de vocación global adquirió proyección internacional.
Más allá de su importancia arqueológica e histórica, Palmira refleja lo que es Siria, una sociedad multiconfesional y multiétnica en la que los distintos legados históricos se complementan en una sociedad mosaico que nada tiene de parque temático y sí mucho de realidad actual y antropología viva.
Así, se ha destacado que la liberación de Palmira coincide con el Domingo de Resurrección, que celebran los millones de cristianos sirios cuyos ritos son respetados y difundidos por el aconfesional Estado sirio tanto como los de los musulmanes.
Esa idea de la resurrección de Siria se ha proyectado desde el mismo lugar de los hechos por periodistas que han relatado los desmanes del EI sobre el patrimonio pero también sobre las personas.
Sin embargo, y como explica Robert Fisk en The Independent, todas esas cosas han sido ocultadas por los medios de comunicación salafistas y occidentales. En su sitio web CNN seguía utilizando 24 horas después de la victoria el condicional y los signos de interrogación para referirse a un hecho de repercusiones indudables.
En términos militares la liberación de Palmira permite al Ejército Árabe Sirio controlar 30 mil kilómetros cuadrados de desierto y proyectarse tanto al este como al norte.
La derrota en Palmira del más fuerte y mejor preparado de los grupos yihadistas que combaten al Estado sirio, lanza de paso un mensaje claro a los otros grupos de inspiración salafista y wahabita financiados por Arabia Saudí, Qatar y Turquía y apoyados política y mediáticamente por potencias occidentales como Francia, Reino Unido o EEUU.
Al tratarse de grupos con un número relativo de combatientes sirios —a diferencia de un EI también globalizado en lo que a recursos humanos se refiere— esas organizaciones aún pueden aprovecharse de los procesos de Reconciliación Nacional que desde 2012 impulsa el Estado sirio.
Estos procesos basados en la amnistía han permitido pacificar decenas de pueblos, localidades y barrios en ciudades tan importantes como Homs. Ignorados por los medios de comunicación salafistas y globales, han sido una de las claves para reconducir con éxito la situación en la propia Siria.
La sociedad siria es históricamente multiconfesional y antimperialista, de ahí su resistencia a grupos que atentan contra esas dos señas de identidad.
La liberación de Palmira también tiene efectos en el ámbito político y diplomático. En el primer caso y de cara a las elecciones legislativas del 13 de abril, fortalece a los partidos que siendo de oposición o gobierno han sido leales al Estado sirio estos cinco años, en Siria jamás ha habido un régimen de partido único, sectario o familiar como se ha señalado propagandísticamente.
A nivel externo, la liberación de Palmira deja claro quiénes combaten de verdad a ese Estado Islámico que todos dicen temer. Mientras la aviación de EEUU no hizo nada en mayo de 2015 para evitar el asalto del EI en Palmira, Siria y Rusia le han endosado su mayor derrota. Visible y comprobable.
Ocurre todo mientras Europa se recrea en sus mezquindades respecto a los refugiados y los atentados de Bruselas. Una y otra cosa también tienen que ver con la liberación de Palmira.
En el primer caso, semejante victoria del Estado sirio ofrece seguridades de regreso a muchos desplazados y el freno a nuevas salidas. En cuanto a lo otro, Palmira exige con urgencia un cambio de las políticas de la UE inspirada por el inefable y sectario neoimperialismo francés, los negocios con las dictaduras absolutistas del Golfo y la condescendencia con una Turquía neotomana que ha promovido la inestabilidad en Oriente Próximo.
La UE debe recomponer sus relaciones con Siria, reabrir sus embajadas y enterrar sus veleidades neo imperiales. No es mucho comparado con el precio que Siria ha pagado en vidas e infraestructuras estos cinco años, entre otras cosas, para recuperar Palmira y lo que ella significa para Siria, sí, pero también para la Humanidad toda.
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(*) Pablo Sapag M. es profesor-investigador de la Universidad Complutense de Madrid y del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile.
Nota: la publicación completa puede consultarse aquí .
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