Ser o no ser...Charlie
Dos personas armadas con fusiles semiautomáticos irrumpieron en las instalaciones de la revista Charlie Hebdo. Murieron 12 miembros del personal, incluido su director, Stéphane Charbonnier. Ataque a revista reabre debate sobre derechos y obligaciones.
El ataque a la revista Charlie Hebdo el pasado 7 de enero, disparó una campaña bajo el lema Je suis Charlie (Yo soy Charlie). La brutalidad del episodio generó el rechazo mundial, dando al lema gran tracción y llamando la atención de varios líderes. Francois Hollande, seguido por Barack Obama y David Cameron, tomaron tiempo de sus agendas para demostrar apoyo a la revista y a la sociedad francesa. Hassan Nasrallah y Saad Hairiri, Benjamin Netanyahu y Mahmoud Abbas, también hicieron lo suyo, mientras otras instituciones y medios gráficos se ocuparon de diseminar teorías conspirativas sobre lo ocurrido.
El unánime rechazo de la prensa internacional puso el ojo sobre la violencia del acto, asociándolo directamente con un intento de censura. Desafortunadamente, también se preocupó por remarcar la confesión de los perpetradores, ignorando otras cualidades. Por ejemplo, los hermanos Kouachi, Said y Cherif, son ciudadanos franceses, huérfanos de la misma pareja, y crecieron en Rennes. Todo fue ignorado, solo importó que practicaran el Islam.
Tres días luego del incidente, la cadena de noticias CNN publicó un informe exponiendo como los hermanos Kouachi abrazaron al terrorismo. Por otro lado, Amedy Coulibaly, a quien se acusó de asesinar a un oficial de policía junto a su pareja, Hayat Boumeddiene, esta última todavía es buscada por la policía francesa, recibió un trato similar. En este caso no hizo falta ninguna propaganda, ya que Coulibaly grabó un video declarando su alianza con Estado Islámico, alimentando el frenesí por musulmanes terrorista creado por la prensa internacional.
Sobre el hecho, también se expresaron dibujantes árabes. Hicham Baba Ahmed, caricaturista para el diario argelino Al Watan, se refirió a su trabajo y libertad de expersión diciendo que “Todo depende de la sociedad en la cual vivimos.” Y agregó “Existen límites a mis lados no frente a mí, como las líneas amarillas de la ruta. Por eso puedo seguir avanzando, y hoy es posible dibujar al presidente, cosa que 20 años atrás nadie se atrevía a hacer.” En ese sentido, para la comunidad musulmana dibujar al Profeta es un límite, mientras que dibujarlo desnudo y con una estrella en su trasero es un insulto. En este momento es oportuno hacerse la pregunta, ¿justifica el retrato denigrante del Profeta la muerte de una persona?
La respuesta es no, incluso cuando se juzga la acción como periodismo irresponsable. Sí merece su castigo y repudio. Porque la sátira debe utilizar el humor, la ironía, la exageración y el ridículo para criticar y denunciar, no para insultar. La dirección de la revista no aprendió de lo anteriormente ocurrido con el diario danés Jyllands-Posten, cuando no todas las representaciones de Mahoma encontraron el mismo rechazo, y el más repudiado fue aquel con una bomba en su turbante. Con Charlie Hebdo ocurre algo similar. La mutilación de Mahoma por un miembro de E.I. es tolerable, porque las acciones de E.I. son de hecho contradictorias a los principios del Islam. Por otro lado, la desnudez y comparación con Brigitte Bardot del Profeta, es inaceptable porque su sentido es el agravio y carece de análisis.
Porque el periodismo no debe escudarse detrás del derecho a la libre expresión, porque la sátira es una herramienta demasiado importante para dejar en manos de los tontos, y porque existe una profunda necesidad de periodismo responsable, Je ne suis pas Charlie (yo no soy Charlie).
Noticias relacionadas
-
Basma Qaddour: “Células terroristas durmientes en Siria sirven a una agenda occidental”
-
El fuerte y largo brazo que empuña la espada
-
Pablo Sapag: Entrevista en la TV siria
-
Cómo el sionismo está alimentando una guerra religiosa por la mezquita de al-Aqsa
-
A 40 años: Malvinas Argentinas