Por qué nos interesan tanto las elecciones parlamentarias en Turquía
En una especie de declaración premonitoria, el presidente de la Unión Cultural Armenia, Adrián Lomlomdjian, analizaba el sábado pasado a través de una editorial para el programa “La Voz Armenia” (sabado de 12 a 14hs, Radio Libre AM 890), el efecto de una posible entrada del PDP al parlamento turco. Para más información sobre los resultados de las elecciones visite aquí .
Mañana, 7 de junio, habrá elecciones legislativas en Turquía y por primera vez un partido de izquierda, con un programa verdaderamente progresista y que representa a las minorías nacionales y a los movimientos de derechos humanos, culturales y sociales del país, tiene serias posibilidades de superar la restrictiva barrera del 10% para obtener una bancada parlamentaria que le permita llevar la lucha hacia el interior de la estructura estatal turca.
Kurdos, seguidores del líder guerrillero actualmente en prisión, Abdullah Ocalán; armenios de izquierda, progresistas, compañeros de Hrant Dink y la gran mayoría de los denominados “armenios secretos”, que son los descendientes de aquellos que durante las matanzas fueron raptados e islamizados a la fuerza; militantes populares turcos, hombres y mujeres progresistas que se solidarizan con las causas de otras nacionalidades; árabes, griegos, musulmanes, cristianos, alevíes y ateos; gays, travestis y lesbianas; ex guerrilleros, actuales combatientes, trabajadores y estudiantes. Todos juntos -y cada uno de ellos por separado- lograron romper tabúes, traspasar barreras, superar antinomias heredadas, enfrentar un pasado común conflictivo y decidieron, sin lugar a dudas, proyectar un futuro mejor juntos.
La de mañana es una etapa más en este largo camino emprendido por ese movimiento de pequeños gigantes dispuestos a demostrar que no son una utopía la convivencia, la confraternidad, la paz, la amistad, el socialismo. Son objetivos que movilizan, que dignifican, que dan sentido a la lucha de millones en cualquier rincón del planeta.
Allí, en la actual Turquía, donde viven 80 millones de seres humanos de más de 32 nacionalidades, con distintas creencias y convicciones políticas, y que son gobernadas por una élite que cada día se muestra más retrógrada e intolerante, en estas elecciones no sólo se juega la composición futura de la Asamblea Nacional y la posibilidad de que estén representados los distintos sectores de esa sociedad, sino algo mucho más importante, que nos involucra no sólo como descendientes de aquellos armenios que fueron masacrados y/o desterrados de sus territorios ancestrales, sino como seres humanos que luchamos por un mundo mejor.
Por un lado hay dos partidos mayoritarios -ambos kemalistas-, uno ubicado a la derecha (el de Erdogan, el Partido Democracia y Justicia, PJD) y el otro del centro a la izquierda (Partido Republicano del Pueblo, PRP), que más allá de sus matices aspiran a lo mismo, es decir, mantener el statu quo vigente.
Enfrente está el Partido Democrático del Pueblo (PDP), la construcción política puesta en marcha por el líder –encarcelado- de la guerrilla marxista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdullah Ocalán, que merced a su amplitud de criterios y a la firmeza y consecuencia de la lucha llevada adelante, logró captar la adhesión de muchos otros sectores y agrupaciones políticas, nacionales, sociales y culturales, que transformaron en propia la propuesta del confederalismo democrático, idea que supera de manera amplia cualquier otra iniciativa tendiente a solucionar los conflictos internos y regionales en los que están involucradas las nacionalidades que habitan Turquía.
Por eso, superar la barrera del 10% no significa obtener una bancada parlamentaria importante, sino que significará un envión importantísimo al proyecto y a la lucha por una Turquía democrática y para todos.
Seguramente, en las comunidades armenias diasporeanas, no constituimos mayoría quienes sentimos como propia la propuesta del HDP, más allá de las lógicas diferencias que pueden y deben existir.
Respecto al genocidio armenio, a sus causas y consecuencias, a la solución de la cuestión armenia, en nuestras comunidades siguen predominando, lamentablemente, visiones ancladas en concepciones nacionalistas, retrógradas y sectarias, que nada tienen que ver con el devenir del desarrollo de la humanidad en su conjunto, y de la armenidad en particular.
Por ejemplo, mientras hay quienes hablan de devolución de territorios, quienes allí viven piensan en la paz, la confraternidad, la convivencia y en recuperar su identidad armenia luego de varias décadas de miedo y silencio; mientras hay quienes insisten en imponer la idea de que ser armenio es igual a ser cristiano, en la Anatolia turca, en aquellos pueblos y ciudades de los que fueron desterrados nuestros antepasados, hay cientos de miles de hombres y mujeres que se dicen armenios, pero que practican la religión musulmana, o la aleví, o son ateos; mientras hay quienes siguen pensado que el futuro de esas tierras y el de la gente que en ella habita la vamos a resolver desde nuestras colectividades y apartados de esa realidad, hay millones de personas luchando a diario -en el lugar de los hechos- por construir un futuro común y mejor para todos.
Las elecciones en Turquía nos tocan de cerca e influirán principalmente, a no dudarlo, en el desarrollo futuro de las comunidades de la diáspora armenia.
Que el PDP alcance la meta de superar la barrera del 10% será un verdadero triunfo de quienes seguimos luchando por construir sociedades justas, sin explotadores ni explotados, con paz, amistad y solidaridad entre los pueblos.
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