Noreste de Siria: la anarquía kurda y los sueños del sultán Erdogan
El autor expone y analiza las consecuencias de las ilegales prácticas de las fuerzas kurdas SDF contra la población árabe en el noreste de Siria.
Durante los últimos meses, la situación en torno al Kurdistán sirio sigue siendo tensa. Las protestas de los lugareños de la ciudad de Manbij en la provincia de Alepo contra las acciones de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) están ocurriendo de manera regular.
La semana pasada, las Asayish, las fuerzas de la policía local kurda arrestaron a más de 50 civiles que habían estado protestando contra el cierre de las escuelas árabes y su forzada movilización hacia el lado de las SDF en Manbij. De hecho, la presencia de la milicia kurda en esta región es ilegal, ya que a mediados de junio de 2018, EEUU y Turquía acordaron el retiro completo de las formaciones kurdas del área para reducir las tensiones.
Vale la pena señalar que las prácticas ilegales de los kurdos también están en marcha en otras ciudades del noreste de Siria, tanto en las provincias de Raqqa como en las de Hasakah. Bajo el pretexto de combatir las células dormidas de ISIS, el personal del servicio de seguridad de las Asayish incendió varios almacenes en la aldea de Suwaidan Jazira, cuyos dueños se habían negado a pagar impuestos a favor de los kurdos. Las manifestaciones de los lugareños, que surgieron en respuesta a estos abusos, se dispersaron con el uso de armas. Durante la acción, varias personas murieron, entre ellas mujeres y niños.
Al mismo tiempo, según los activistas locales, los arrestos de las autoridades locales que participan en las elecciones del consejo local del gobierno sirio desde el asentamiento de al-Khatuniyyah en la provincia de Raqqa se han vuelto más frecuentes.
Además de los kurdos, Turquía es otra de las partes involucradas en la situación de desestabilización en el noreste de Siria. El presidente turco durante su visita a los Estados Unidos hizo anuncios sobre la creación de una serie de zonas seguras dentro de Siria en áreas del este del río Éufrates, similares a lo ocurrido con la provincia de Idleb. El notable aumento de la presencia turca cerca de la frontera con la provincia siria de Hasakah habla en favor de la seriedad de la decisión de Ankara.
También es digno de mención que las milicias kurdas respaldadas por la coalición internacional dejaron de combatir a los terroristas de ISIS, cuya eliminación pondría en tela de juicio la conveniencia de su presencia en la región. Así, el 13 de octubre pasado, los yihadistas atacaron el campo de refugiados en el área de Al-Bahra, lo que resultó en la captura de 700 civiles.
La política de los Estados Unidos puede explicar el comportamiento de los kurdos hacia la población local. Primero, el liderazgo estadounidense anunció su intención de abandonar el país después de la derrota de los terroristas de ISIS, y ahora Washington tiene la intención de permanecer en el país por un período indefinido. En su mayoría, este tipo de acciones provoca la anarquía de los kurdos, ya que comprenden que la presencia de los patrones occidentales les permite sentirse impunes.
La expansión de la influencia turca tampoco traerá estabilidad a la región. Sin embargo, la intención de Erdogan se puede entender, ya que no piensa permitir ningún crecimiento de la influencia kurda y tampoco les otorga ningún derecho político. Lamentablemente, también rechazó la opción de darles una autonomía cultural.
Finalmente, si Erdogan comienza a implementar lo que afirmó, y los kurdos a su vez con el patrocinio de los estadounidenses siguen creando caos y sintiendo su impunidad, puede conducir a una nueva confrontación en la región entre ellos, los Estados Unidos y Turquía que afectará negativamente el curso del conflicto en Siria.
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