Netanyahu y el soñado apartheid
En el mundo que existe más allá de las palabras, Netanyahu está dispuesto a reunirse con representantes palestinos mientras no se alcancen resultados concretos.
El Primer Ministro Benjamin Netanyahu presentó su proyecto político ante el Comité de Relaciones Exteriores y Defensa en el parlamento israelí. Allí, Bibi descartó la creación de un Estado binacional como opción viable y remarcó la necesidad de controlar la totalidad del territorio en el corto plazo. Además, el premier explicó que su predisposición a dividir el territorio se enfrenta a la negativa “del otro lado”, y afirmó que el Islam es un obstáculo infranqueable para la paz en Medio Oriente.
La posición de Netanyahu no representa una posición extrema dentro de la sociedad israelí. De acuerdo con encuestas realizadas durante los últimos 15 años, a partir de la Cumbre de Paz de Camp David (2000), la visión del premier israelí es aceptada por la comunidad israelí-judía. La mayoría apoya la creación del Estado de Palestino a la par del Estado de Israel, pero niega la existencia de una contraparte. Esa misma mayoría, incluido Bibi, se opone a la creación de un Estado binacional, donde judíos y palestinos gocen de derechos equivalentes.
Netanyahu se aferró a esa postura a lo largo de su gobierno: consentimiento verbal con la división del territorio—lo que le permite tomar distancia con la extrema derecha—mientras adopta políticas que hacen imposible la coexistencia. Por la misma razón, Bibi se negó a hablar de posibles futuras fronteras con palestinos, al mismo tiempo que exigió el reconocimiento de Israel como “Estado judío” y continuó expandiendo los asentamientos en Cisjordania, presentando al presidente palestino, Mahmoud Abbas, como un enemigo e instigador de la violencia.
En el mundo real que existe más allá de las palabras, Netanyahu está dispuesto a reunirse con representantes palestinos mientras no se alcancen resultados concretos, o a debatir sobre “pequeñas iniciativas para reducir la tensión” sin relegar el control del territorio.
Las palabras de Netanyahu revelan un dominio absoluto sobre el territorio por parte de Israel, descartando el pretexto de un “escenario de guerra pasajera”, recurso utilizado ante la Corte Suprema de Justicia durante décadas, y el pretexto de una Autoridad Palestina que disfruta de autonomía en el manejo de los asuntos palestinos, como a Israel le gusta decir.
La oposición de Netanyahu a un Estado binacional arroja conclusiones claras: mientras Israel ejerza efectivo control sobre el territorio, los millones de palestinos que viven dentro del mismo, permanecerán relegados a un estado de sujeto sin derechos civiles. Esa situación es opuesta al estado de los colonos, quienes gozan de plenos derechos.
El régimen descrito por la visión de Netanyahu tiene un nombre: apartheid. No existe otro término para referirse a la convivencia de dos poblaciones, una con derechos políticos plenos y otra bajo ocupación militar, dentro de un mismo territorio. Y ningún argumento sobre la influencia del Islam puede menospreciar las consecuencias de esa realidad.
Por el mismo motivo, todos aquellos individuos preocupados por la justicia de la causa israelí y el futuro del país, deben mostrarse sorprendidos ante las declaraciones de Netanyahu. Ellos tienen que unirse y construir un frente de salvación nacional que reemplace al gobierno actual.
Nota: La versión original de este artículo fue publicado por el diario Haaretz en su portal digital el día 29 de octubre de 2015.
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