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viernes, 08 de mayo de 2015

Los peligros de una juventud árabe desesperanzada

Por Rami G. Khouri—Traducido por Jodor Jalit para Diario Sirio Libanés

Rami George Khouri nació el 22 de Octubre de 1948 en la ciudad de Nueva York, mientras su padre cubría los debates en Naciones Unidas sobre el destino del Mandato Británico en Palestina. Actualmente reside en Beirut y se desempeña como periodista para The Daily Star desde 1971, publicó un total de 9 libros sobre Palestina, Jordania y la influencia de EEUU en la región. Fue Director del Instituto Issam Fares de Póliticas Públicas y Relaciones Internationales de la Universidad Americana de Beirut, además de ser Profesor Invitado en las universidades de Stanford, Syracuse, Tufts, Mt. Holyoke y Northeastern. Podés seguirlo a través de Twitter en @RamiKhouri .

Una de las razones que explica la cantidad de conflictos armados, violencia política y colapso del Estado en el Mundo Árabe, son los millones de jóvenes que divagan como fantasmas a través de nuestras sociedades. Vagabundeo, que es fruto de la falta de empleo y sentido de pertenencia. Por eso, no debemos sorprendernos con la predisposición de los jóvenes (de hasta 14 años) para sumarse a las filas de grupos armados, sectas criminales y milicias extremistas en Iraq, Yemen, Siria, Sudán, Libia y un montón de otros países de la región.

Esta triste realidad es principalmente un producto del Estado policía instaurado por las elites familiares, que llevan las riendas del gobierno desde hace más de tres décadas, e impidieron que la sociedad Árabe desarrolle un vínculo productivo entre el sistema educativo y el mercado laboral. Así arribamos a un escenario donde millones de jóvenes nunca asistieron a una escuela, y otros millones más que están dentro de ella, ya tienen un pie afuera. Por eso, la responsabilidad por la facilidad con la cual las mayores amenazas a nuestros países—grupos radicales y criminales, y el corrupto sistema de gobierno—reclutan a millones de jóvenes molestos, angustiados y desesperanzados, recae sobre esa elite exclusivamente. Estas amenazas no son producto de invasores ni colonizadores extranjeros, sino el resultado de errores propios.

Un informe publicado por UNICEF y UNESCO esta semana describe con precisión la magnitud y causas del “acceso igualitario a la educación”. El documento estima que 21 millones de niños y adolescentes en el Mundo Árabe están fuera del sistema educativo, o cerca de abandonarlo. Lo llamativo de la estadística es que el número de jóvenes fuera del sistema se redujo en un 40% durante la primera década del actual milenio. Sin embargo, debido a un grupo de factores, entre ellos la pobreza, discriminación varias, bajos niveles de aprendizaje, actitudes sociales, casamiento temprano, falta de profesores femeninos y conflicto, la tendencia ha comenzado a revertirse.

Ya sabemos cuál será el destino de los 12,3 millones de niños y adolescentes fuera del sistema educativo en nuestra región, de los más de 6 millones que se encuentran a punto de abandonar la escuela, y de los 3 millones que no asisten al colegio en Irak y Siria. La mayoría de estos 21 millones de niños y niñas padecerán una vida pobre, vulnerable, marginal, insalubre, degradada y dolorosa, ingredientes todos de una sociedad inestable y violenta.

En mi opinión, el dato más aterrador es que el bajo nivel de escolaridad se debe principalmente al bajo estándar educativo y deteriorado de la institución educativa. A pesar de que el informe no se explaye sobre el tema, a través de una investigación personal presentada ante una universidad norteamericana sobre la relación entre la educación en el Mundo Árabe y los Levantamientos Árabes, descubrí que los niños árabes escolarizados desarrollan bajas competencias académicas.

La información recolectada por exámenes mundiales que miden las habilidades numéricas y literarias en niveles primarios y secundarios, muestran que la mitad de los niños árabes escolarizados no aprende. Le pido permiso al lector para reiterar lo dicho y evitar cualquier confusión: la mitad de los niños árabes escolarizados no aprende.

El Instituto Brookings publicó un informe titulado “Juventud Árabe: ¿Perdiendo las bases fundamentales de una vida productiva?”, donde analiza los resultados de las evaluaciones académicas realizadas a jóvenes de 13 países. El documento, que fuera publicado el año pasado, concluyó que “Tomando como referencia la media de las calificaciones obtenidas por los jóvenes de 13 países, en las evaluaciones correspondientes a habilidades literarias y aritméticas, el 56% de los alumnos primarios y el 48% del nivel secundario no está aprendiendo”.

Esos números son promedios y no reflejan la pobre realidad educativa de algunos países, incluidos los productores de petróleo. El porcentaje de alumnos primarios que no alcanzó los niveles básicos de aprendizaje (promedio de alfabetización y aritmética) en 2011 se ubicó cerca del 90% en Yemen, 77% en Marruecos, 69% en Kuwait y 63% en Túnez. Los mejores resultados se registraron en Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, donde entre el 30% y 40% de alumnos no aprende. Por último, la riqueza de Qatar no pudo evitar que el 53% de sus alumnos en los primeros años de escolaridad secundaria no aprenda.

Estas cifras son más que meras señales de advertencia de que nuestras sociedades deben tomarse seriamente el desperdicio del talento y potencial humano. Son luces rojas que nos exigen dejar de condenar al infierno a nuestros millones de hijos, y asegurarles uno de los derechos más importantes de sus vidas: desarrollar la máxima capacidad intelectual y creativa necesaria para convertirse en ciudadanos de primera clase, capaces de construir sociedades satisfechas y estables. Esto no ocurre, y corremos el riesgo de transformar a esos millones de jóvenes árabes no escolarizados en las armas de destrucción masivas que inmolen nuestra sociedad.

Nota: La versión en inglés de este artículo fue publicada por The Daily Star en su edición de papel el 18 de Abril de 1015. Lea la versión digital en inglés en el siguiente vínculo .

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