últimas noticias
Tribuna y debate
miércoles, 11 de diciembre de 2024

Lo que queda de Palestina

Por George Michael Fallas

En un mundo que parece haber normalizado el dolor ajeno, la historia de Palestina sigue siendo una herida abierta.

En un mundo que parece haber normalizado el dolor ajeno, la historia de Palestina sigue siendo una herida abierta. Una tierra que alguna vez floreció con olivos milenarios y niños jugando en las calles de Jerusalén hoy yace fragmentada. Los muros de concreto, las fronteras invisibles marcadas por el miedo y la opresión, han transformado esa tierra en un símbolo de pérdida.

Pero Palestina no es solo un lugar en el mapa. Palestina vive en su gente, dentro y fuera de sus fronteras. La verdadera pregunta no es solo qué queda de esa tierra, sino qué queda de los palestinos.

¿Qué queda de las familias expulsadas de sus hogares, llevando consigo solo las llaves oxidadas de puertas que ya no pueden abrir? Esas llaves, que alguna vez fueron símbolo de esperanza, ahora son reliquias de un pasado robado, el testimonio mudo de un éxodo interminable.

¿Qué queda de los refugiados que han nacido, crecido y envejecido en campos donde el cielo parece más bajo y el horizonte más lejano? En Líbano, en Jordania, en Siria, generaciones enteras han vivido y muerto soñando con un hogar al que quizás nunca regresen.

¿Qué queda de los niños palestinos? Los que crecen en un paisaje de ruinas, aprendiendo a identificar el sonido de un dron antes que el de un pájaro, los que dibujan tanques en lugar de flores, los que, a pesar de todo, aún sonríen porque su resistencia más pura es su humanidad.

¿Qué queda de las madres palestinas? Las que entonan canciones de cuna mientras afuera caen bombas, las que esconden sus lágrimas para no mostrar debilidad, las que han convertido el dolor en fuerza y la pérdida en lucha.

¿Qué queda de los exiliados? Aquellos desplazados a la fuerza que caminan por las calles de ciudades alrededor del mundo con un trozo de Palestina en sus corazones, hablando un idioma que se desmorona en el olvido, cocinando un plato que sabe a nostalgia. Ellos también son Palestina, una diáspora que lleva consigo no solo el dolor del desarraigo, sino también la responsabilidad de mantener vivo el sueño de un regreso.

Y, sin embargo, entre los escombros, entre las cenizas, algo queda. Queda la memoria, que se niega a desaparecer. Queda la poesía de Mahmoud Darwish, que nos recuerda que “el exilio no es un lugar, sino una condición”. Quedan los colores de las kufiyyas, ondeando como banderas de resistencia.

Queda la voz de aquellos que se niegan a ser silenciados. Porque mientras haya una abuela que cuente historias de las naranjas de Jaffa, mientras haya un niño que recite “Falasteen” con orgullo, mientras haya alguien, en cualquier rincón del mundo, que no se rinda al olvido, Palestina vivirá.

Hoy lloramos por lo que hemos perdido, pero también prometemos algo: que nunca dejaremos que lo que queda de Palestina se desvanezca. Porque lo que queda no es poco. Lo que queda es todo. Lo que queda es nuestra lucha, nuestra dignidad, nuestro amor por una tierra que nunca nos abandonará, porque vive en nosotros.

Palestina no está rota. Palestina somos nosotros. Y mientras nosotros sigamos de pie, Palestina seguirá viva.

 

George Michael Fallas
San Pedro Sula, Honduras
10 de diciembre del 2024

DISCLAIMER DSL (Notas OPINIÓN)

Noticias relacionadas

  • Comunicado de Fearab Argentina | Solidaridad con Siria frente al terrorismo y la invasión
    Comunicado de Fearab Argentina | Solidaridad con Siria frente al terrorismo y la invasión
  • Gerardo Werthein asumió como canciller de Argentina
    Milei en guerra con la colectividad árabe e islámica
  • Operación de propaganda armada en Siria, claves tácticas y consecuencias estratégicas
    Operación de propaganda armada en Siria, claves tácticas y consecuencias estratégicas
  • Fraterna solidaridad con el Pueblo Palestino
    Fraterna solidaridad con el Pueblo Palestino
Ver más
Seguinos en

Editorial

Caretas al viento: avalando el genocidio y el infanticidio

Las aberrantes declaraciones públicas, por parte de un alto directivo de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), no pueden más que suscitar nuestra supina condena y enérgico repudio. Grave es que haya quienes lo piensen, más grave aún es el desparpajo de expresarlo públicamente.

Ver más
Fachada