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martes, 02 de junio de 2015

La reforma política derrotará a E.I.

Por Rami G. Khouri—Traducido por Jodor Jalit para el Diario Sirio Libanés

Rami George Khouri nació el 22 de Octubre de 1948 en la ciudad de Nueva York, mientras su padre cubría los debates en Naciones Unidas sobre el destino del Mandato Británico en Palestina. Actualmente reside en Beirut y se desempeña como periodista para The Daily Star desde 1971, publicó un total de 9 libros sobre Palestina, Jordania y la influencia de EEUU en la región. Fue Director del Instituto Issam Fares de Póliticas Públicas y Relaciones Internationales de la Universidad Americana de Beirut, además de ser Profesor Invitado en las universidades de Stanford, Syracuse, Tufts, Mt. Holyoke y Northeastern. Podés seguirlo a través de Twitter en @RamiKhouri .

En una columna de opinión publicada esta semana por el diario Washington Post, el Director Adjunto (r) de la CIA, John McLaughlin, se refirió a un tema de moda en la actualidad de Medio Oriente: ¿Puede E.I. derrotar a sus enemigos? y ¿cómo puede derrotarlos?

Su análisis resalta que E.I. “ganó” y puede permanecer entre nosotros por un largo tiempo si consolida su control de territorio sirio e iraquí, porque no se configuró una fuerza terrestre capaz de enfrentarlo; el grupo acecha o entró a Bagdad; Iraq permanece desarticulado políticamente; e Irán no desempeña un rol mayor.

No creo que lleguemos a ese escenario, porque especulo que el año que viene E.I. enfrentará una fuerte coalición de fuerzas militares terrestres y aéreas árabes, iraníes y occidentales, que hará retroceder y probablemente destruya al grupo. Esa, es la parte fácil.

La parte difícil, mencionada por McLaughlin pero no desarrollada, son las acciones que los gobiernos árabes deben llevar a cabo en paralelo a la acción militar para derrotar a E.I., y evitar la reaparición de organizaciones similares en la región.

McLaughlin identifica dos cursos de acción para derrotar a E.I. “Primero, debemos socavar la existencia de un “califato” a través de la recuperación de territorio. Segundo, se debe encontrar un camino para el objetivo más esquivo: dar fin al ostracismo en que vive la comunidad sunnita en Iraq y Siria, principal razón para el éxito del reclutamiento de E.I. Éste objetivo requiere de la acción militar combinada con la persuasión y diplomacia de primer nivel”.

Lo importante del análisis realizado por McLaughlin es la identificación de la razón por la cual parte de la población árabe apoyó o no se opuso a la presencia de E.I. en su poblado, y motivo por el cual ocasionalmente observamos fotografías de ciudadanos en el interior del país alzando la bandera negra de E.I. en clara señal de desafío, o de algo más.

Ese “algo más” es un sentimiento que debe ser analizado con profundidad, comprendido y contrarrestado por cualquiera que pretenda derrotar a E.I., y prevenir su reaparición en el futuro. Esta tarea implica reconocer los errores políticos que segregan a los jóvenes de nuestras sociedades.

La interrupción de los esquemas de reclutamiento no es suficiente para derrotar a E.I., si las condiciones sociales que acercan a parte de los ciudadanos al grupo se mantienen vigentes. Porque E.I. no es una aventura yihadista salvaje de fantasía para teólogos extremistas; es una alternativa práctica a una vida llena de pobreza, miseria, exclusión y humillación que conforma el conjunto de derechos adquiridos por los millones de árabes.

McLaughlin está en lo correcto al apuntar que “la alienación de población sunnita en Iraq y Siria es el motor detrás de la capacidad de reclutamiento de E.I.”. Una versión más amplia de esa alienación hace de la vida yihadista una alternativa atractiva a las condiciones de vida predeterminadas.

Los miles de los jóvenes árabes que se suman a las filas de E.I. y realizan actividades criminales, son los marginados, desposeídos y desplazados fabricados durante los últimos 50 años por las sociedades modernas. En ese período, los gobiernos en los países árabes han sido en su gran mayoría incompetentes, desiguales, corruptos y brutales, privando a la sociedad de sus derechos políticos y humanos básicos.

Nosotros sabemos que durante la última década casi la mitad de los jóvenes de países árabes pobres, no ven a sus gobiernos como instituciones creíbles o legítimas. Sin embargo, la mayoría no se suma a las filas de E.I. o toma decisiones desesperadas equivalentes.

En realidad, E.I. es la última alternativa a la vida de exclusión predestinada, o la única vía para insultar y desafiar al gobierno. Porque E.I. ofrece a los jóvenes todo lo que sus vidas no tienen—orden, rectitud moral, derecho a la vida, sentido de pertenencia, trabajo, atribuciones de poder, derechos básicos, satisfacción de servicios y necesidades básicas, justicia social y trato civil equitativo, y un sentido de vida.

Que E.I. se convierta en un sistema alternativo y atractivo a los sistemas árabes contemporáneos de gobierno, es la última alarma que pone en evidencia la necesidad de reformas políticas radicales y una profunda reestructuración institucional.

Alcanzar una reestructuración social, económica y política integral es un requisito crítico, pero es también difícil de concretar porque requiere años para su implementación, y excede las capacidades de los gobiernos árabes y sus estructuras de poder. Al mismo tiempo, mientras más se demore el diseño y aplicación de las reformas necesarias, más difícil será su ejecución y facilitará el enquistamiento y popularización de E.I.

Nota: Una versión en inglés de este artículo fue publicada por The Daily Star en su edición de papel el 30 de Mayo de 1015, en la página 7. Una versión digital en inglés se encuentra disponible vínculo .

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