Juntos contra Siria
Los últimos incidentes en la frontera entre Siria y Turquía dispararon una ola de requisas y detenciones a lo largo y ancho de Anatolia. Y propició el inicio de operaciones de la Fuerza Aérea de Turquía contra posiciones de E.I. en territorio sirio. Al mismo tiempo, las “fuentes cercanas al gobierno” de EEUU comenzaron a hacer sonar los tambores de guerra.
El 5 de setiembre de 2002, el diario Wall Street Journal publicaba una nota titulada “La conexión iraquí”. Allí, Micah Morrison establecía un vínculo entre el Iraq de Saddam Hussein y los ataques al World Trade Center el 26 de febrero de 1993 y Edificio Federal Alfred P. Murrah el 19 de abril de 1995. Todo esto a pesar de que la justicia estadounidense detuvo a los actores intelectuales de ambos hechos.
En su afán por hacer verdad a una mentira, Morrison toma de los trabajos de investigación periodística realizados por Laurie Mylroe y Jayna Davis. Mylroe, en su libro “La guerra contra América: Saddam Hussein y los ataques al World Trade Center”, dice que el ataque contra las Torres Gemelas en 1993 fue una operación de la inteligencia iraquí, utilizando extremistas musulmanes como señuelos.
Sobre el ataque a las oficinas federales en Oklahoma, Morrison rescata el libro de Davis titulado “El tercer terrorista: La conexión entre Medio Oriente y la bomba en la ciudad de Oklahoma”. La autora plantea estudia la hipótesis de que Timothy McVeigh trabajó en sociedad con un refugiado político iraquí de nombre Hussain Al Hussaini.
Ambos trabajos—tanto el de Mylroe como el de Davis—han sido duramente discutidos, porque ponen en ridículo al trabajo realizado por la justicia estadounidense.
Morrison va más lejos, y establece un vínculo entre ambos atentados, al decir que Ramzi Yousef—acusado de ser el responsable intelectual del ataque a las Torres Gemelas—y Terry Nichols—cómplice de McVeigh en el atentado al Edificio Federal—visitaron Filipinas simultáneamente. Además, afirma que ambos cruzaron llamados e incluso mantuvieron una reunión donde Yousef transfirió habilidades explosivas a Nichols por medio de inteligencia iraquí.
Todo eso para sentar la sospecha sobre la participación de Iraq en el atentado del 11 de setiembre. Así, se moldó parte de la opinión pública para que apoyara una intervención de EEUU en Iraq.
Hoy, el mismo diario publicó una nota de Adam Entous y Naftali Bendavid titulada “La misión de desarme químico en Siria fue incompleta”. Este artículo está lejos de poner en ridículo a la justicia estadounidense. Peor aún, cuestiona el informe publicado por inspectores de la OPAQ (Organización para la Prohibición de Armas Químicas), al afirmar que “la cooperación de Bashar Al Asad es una artimaña del gobierno, parte de una cadena de engaños para ocultar la verdadera extensión del programa de armas químicas en el país”. Y agrega, “agencias de inteligencia en EEUU concluyeron que el régimen no entregó todo el armamento que debía”.
Y por último, cita una fuente de inteligencia diciendo, primero, “Asad escondió gases más potentes que el nervioso”, y segundo, “el gobierno de EEUU identificó un mayor uso de gas cloro”. Ofreciendo en ambos casos ningún dato que sustente lo dicho, pero sembrando la semilla de la intervención en Siria.
¿Suena familiar? Sí, porque la misma estrategia de confusión y engaño utilizó el diario previo a la invasión y ocupación de Iraq en 2003. Dando vía libre a los voceros del complejo industrial-militar y lobistas de las águilas congresales que quieren moldear la opinión pública en favor de una intervención militar en Siria. Turquía encontró su excusa en los últimos días, mientras que EEUU la está construyendo.
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