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martes, 29 de diciembre de 2015

Imperialismo: ¿Paz o traición?

Por Jodor Jalit

Tras meses de reuniones, borradores y acuerdos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (CSONU) aprobaron la Resolución No. 2254 que establece las pautas para una resolución política del conflicto armado en Siria.

La Real Academia Española define “imperialismo” como la actitud o doctrina de quienes propugnan o practican la extensión del dominio de un país sobre otro y otros por medio de la fuerza militar, económica o política. Esa definición permite acercarnos, y comprender, a la política exterior de EEUU para el Máshreq, Levante, Creciente Fértil, Oriente Próximo o Medio Oriente. También la de Rusia.

Respecto de EEUU, el profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Princeton, Dr. Gilford John Ikenberry, en un artículo publicado en 2009 por la revista Foreign  Af fairs , dice “en Washington se está conformando una nueva gran estrategia”. Esa estrategia, es principalmente, una respuesta al terrorismo, y promueve una visión sobre cómo debe utilizar el poder y establecer un orden mundial, afirma Ikenberry.

Y agrega, los Estados amigos y el derecho e instituciones internacionales no serán un límite para la nueva estrategia, que se conforma a partir de siete elementos: unipolaridad; antiterrorismo; ataque preemptivo y preventivo; soberanía condicionada; depreciación de esquemas de seguridad colectiva y de leyes y tratados internacionales; libre y directa respuesta a amenazas; e inestabilidad internacional.

Hasta aquí Ikenberry, ahora mi análisis en base a lo propuesto por el colega.

Las acciones de EEUU en el plano internacional tras el derribo de las Torres Gemelas permitieron desnudar esa nueva estrategia, y confirmar la presencia de los siete elementos mencionados, especialmente en Medio Oriente. Las invasiones de Afganistán e Iraq son la punta de un iceberg que se mostró en su totalidad por medio de la mal llamada “Primavera Árabe”, fenómeno político que estableció un nuevo orden para la región.

El derrocamiento de Saddam Hussein en 2003 desestabilizó la región, mientras que los de Muammar Gadafi y Hosni Mubarak en 2011 eliminaron los contrapesos laicos de Irán. Hoy, la proyección de poder iraní solo enfrenta contrapesos religiosos en Arabia Saudita e Israel, imponiendo sobre el conflicto político una impronta religiosa. Es decir, ya no se habla más de intereses económicos en conflicto, sino de un conflicto entre musulmanes sunnas y shías.

A ese escenario el profesor iraquí de la Universidad Autónoma de Madrid, Dr. Waleed Saleh Alkhalifa, lo sintetizó con la frase "Ahora se mata por identidad religiosa". La frase quiere marcar un quiebre con el pasado, en referencia directa a la represión de expresiones políticas disidentes por parte de las dictaduras laicas de Medio Oriente. Lamentablemente, el periodista de Página 12 no lo entendió así, o prefirió ignorar el hecho de que Arabia Saudita e Israel matan por religión hace ya más de medio siglo.

En ese contexto, por su relación política y afinidad religiosa con el gobierno iraní, Siria se convirtió en el blanco de una coalición internacional. Un grupo interventor reunido bajo la consigna de lucha contra el terrorismo internacional, que utiliza ataques preemptivos en la forma de milicias irregulares religiosas y ataques aéreos, violando la soberanía siria e ignorando el derecho internacional.

De esa manera, EEUU intenta reducir sus amenazas y promover la inestabilidad internacional, simultáneamente dejando al descubierto los elementos de la gran estrategia, puesta en marcha por la Monarquía Hereditaria Republicana y la República Presidencialista Demócrata tras la implosión de la Unión Soviética. Esa gran estrategia, el renaciente imperio ruso bajo el comando de Vladímir Putin intentó desafiar en Siria.

La posible desaparición del gobierno liderado por Asad, genera incertidumbre sobre el futuro de la presencia militar de Moscú en Tartús. Allí se ubica una base naval de especial importancia por ser la única fuera del territorio moscovita que permite la navegación durante todo el año. Ese motivo por sí solo significó el aumento de la presencia, e inicio de la intervención, militar rusa en la república árabe ante la inminente derrota de las Fuerzas Armadas de Siria en septiembre de 2015.

Anteriormente, Putin envió a Sergei Lavrov a reunirse con su par John Kerry repetidas veces para establecer una solución política al conflicto armado en Siria. Sin embargo, los resultados nunca fueron tan prometedores como el del último encuentro, y que diera como resultado la Resolución No. 2254. Documento que fuera facilitado por el Plan Comprensivo de Acción Conjunta, firmado entre Irán y los 5 Grandes.

Vale la pena aclarar que antes de comprometerse sobre Siria con Rusia, EEUU debía alcanzar algún tipo de acuerdo sobre el desarrollo de energía nuclear con Irán. De nada sirve el primero sin el segundo, porque el último también implica la neutralización de la presencia iraní en Siria. Así, EEUU fortaleció la posición de sus dos aliados regionales más importantes: Arabia Saudita e Israel, dejando a ambos como martilleros de poder en la región.

Ante los límites impuestos a Irán por medio del Plan Comprensivo de Acción Conjunta, Asad se aferró decididamente a Putín con la ilusión de evitar el destino de Hussein, Gadafi y Mubarak. Esa confianza depositada en Moscú, sin embargo, fue traicionada en Washington porque la Resolución No. 2254 plantea una Siria sin Asad en el poder, al promover la instauración de un gobierno de transición y la celebración de elecciones.

Si la resolución se ejecuta al pie de la letra, la chance de que el conflicto armado en Siria cese es prometedora pero sin la continuidad de Asad en la presidencia, eliminando así al último líder laico en la región. De esta manera, EEUU lograría sumergir a la región en un profundo caos e imponer una impronta religiosa a cualquier rivalidad, teniendo en cuenta el fortalecemiento de Irán, Arabia Saudita e Israel. Otra consecuencia no menor, será la continua presencia militar de Rusia en el país pero sin Asad en el poder, lo que por lo menos equivale a una traición de carácter imperialista.

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