Guerra impuesta en Siria y los halcones de Washington
¿Está decayendo el control sobre la política de Medio Oriente de los halcones de Washington? Análisis geopolítico más reciente del activista australiano Sean Stinson, publicado en Global Research.
Llega como una buena noticia que Australia está lista a abandonar su oposición a Bashar Al Asad, como parte de un acuerdo de paz duradero en Siria.
La reciente escalada militar por parte de Rusia y los reportados avistamientos de barcos de guerra chinos en el Mediterráneo en la última semana deben ser, cuando menos, vergonzantes para los halcones de la guerra en Washington, y los cuchillos bien pueden estarse preparando para la “guerra contra el terrorismo” que el novato Secretario olvidó registrar como una marca comercial exclusiva.
Sin embargo esto ha cambiado muy poco la retórica tripartita proveniente de Canberra. "Ni por un momento rehuyo de los comentarios que hemos hecho en el pasado sobre la ilegitimidad del régimen". "El presidente Asad desató armas químicas contra su propio pueblo, y la muerte y destrucción en Siria es aterradora y a niveles sin precedentes", la señora Bishop dijo recientemente en un discurso ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York.
Al escuchar estas palabras no puedo dejar de recordar las afirmaciones escandalosas y descaradas mentiras que nos llevaron a la guerra en Irak en 2003. ¿Qué pasó con todas esas armas de destrucción masiva que Saddam estaba almacenando? ¿Fue capaz de ocultarlas de los inspectores de armas de la ONU con una capa de invisibilidad? ¿Tal vez la misma capa que el Dr. Asad está utilizando para ocultar su arsenal de armas químicas?
¿O la que Irán está, evidentemente, utilizando para ocultar su programa de enriquecimiento de uranio?
Sin necesidad de ir demasiado profundo en el análisis, cuando el director ejecutivo de Human Rights Watch está liderando la porra para la eliminación del gobierno legítimo de un Estado-nación soberano, que en la actualidad cuenta con el apoyo del 80% de su población, uno podría preguntarse si se nos está diciendo toda la verdad.
Después de haber participado, en lo que ahora parece que fue hace una eternidad, las manifestaciones contra la invasión de Irak en 2003 - las mayores protestas que Australia ha visto desde la guerra de Vietnam, estoy más que un poco molesto por la falta de indignación pública por la obediencia de Australia en 2015.
Tal vez los medios de comunicación están haciendo un mejor trabajo de venta de sus mentiras y engaños en esta ocasión, pero hasta ahora sigo sin estar convencido. Estoy cansado de la propaganda descarada que rodea esta guerra ilegal. Estoy cansado de las referencias persistentes a la "guerra civil" en un país que claramente está siendo atacado por fuerzas externas. Estoy cansado de escuchar que al gobierno de Siria se refieren constantemente como "el régimen de Asad", y estoy muy cansado de David Cameron refiriéndose a Al Asad como un carnicero.
En lo que concierne al apoyo de Washington a los terroristas, no hay forma de ocultarlo. He argumentado esto ampliamente en otros ensayos, pero no hace falta ser un analista político para ver que Obama, Netanyahu, Ergdogan, Salman y Abdullah antes que él, han estado trabajando de la mano con varios grupos terroristas para desestabilizar y finalmente eliminar el gobierno sirio, en pos de sus propios fines nefastos.
Los halcones de la guerra de Washington han dejado de lado asignaciones del Congreso dirigiendo a su estado cliente, Arabia Saudita, a desplegar militantes radicales anti-siria (y, a menudo anti-EEUU) en contra de Asad, desatando una ola de terror en la región.
Jugar a ambas bandas puede tener algún mérito en los juegos de estrategia, pero apoyar de buen grado a los terroristas que cometen atrocidades contra la población civil, no puede ser definido de otra manera que como un crimen de guerra.
Por supuesto que hay muchos jugadores en esta guerra impuesta, cada uno con sus propios intereses:
Obviamente están los EEUU y sus aliados, que en su incesante búsqueda de la dominación del mundo simplemente parece que no puede mantener sus sucias manos fuera de los asuntos de otras personas. En su última aventura, el Secretario de Estado de EEUU John Kerry y el difunto Rey Abdullah de Arabia Saudita en connivencia con información privilegiada de Wall Street habían ideado controlar las reservas de petróleo y gas de toda la región y a su vez debilitar a Rusia e Irán, mediante la venta de petróleo barato a China.
Está Rusia, cuya parte más vulnerable comprende casi todos los países que termina en 'stan', desde los cuales los extremistas podrían entrar en sus fronteras. Mosú viene sintiendo el apretón de las difíciles sanciones comerciales tras el derribo del MH17, y esta manipulación del mercado del petróleo, que a pesar de haber debilitado su economía, es probable que fortalezca su determinación.
Está Israel, una nueva creación apoyada por EEUU, estado canalla militarizado cuyo original diseño colonial británico incluye no sólo la anexión de Cisjordania y Gaza, sino de toda la tierra desde el Nilo hasta el Éufrates, incluyendo partes de Líbano, Jordania, Siria, el Sinaí egipcio, Irak y Arabia Saudita. (El plan para el Gran Israel implica la balcanización de los estados árabes vecinos, empezando por Irak, que ha de ser dividido en tres partes entre territorios árabes shiítas y sunnitas y un estado kurdo independiente.)
Está China, una superpotencia emergente ahora cargada con una economía estancada y obligada a elegir entre un suministro de petróleo barato y la perspectiva de la guerra en Siria derramándose hacia Irán, el sur de Rusia y, eventualmente golpeando sus propias fronteras occidentales.
Está Alemania, que parece haber adoptado la perspectiva de absorber cerca de un millón de nuevos trabajadores con salarios bajos con el mismo entusiasmo con que acogió con beneplácito el aumento de mano de obra calificada barata luego de la caída de la era soviética (una actitud perfectamente consistente con las ambiciones de la UE de reforzar la miseria humana a través de la austeridad).
Y luego están las masas interminables ahora encaminadas a Europa, en lo que se ha llamado el mayor movimiento masivo de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. No son sólo los alauitas, yazidíes y otras minorías religiosas y étnicas, una vez protegidos por el gobierno baasista de Siria, las que ahora se enfrentan a un futuro sombrío, sino toda la población siria, de los cuales más de la mitad son ahora desplazados internos o han huido temiendo por sus vidas. ¿Qué forma concebible de "cambio de régimen" permitiría que estas personas puedan regresar a sus hogares?
Siria es y ha sido, el último estado nación secular en el Medio Oriente, y como muchos han argumentado, uno de ellos -y no menos importante- el propio presidente Putin, solo recae en el pueblo de Siria y nadie más, decidir quién va a gobernarlo. Rusia está trabajando en conjunto con Irán, Hezbollah y otros socios regionales para poner fin al terror ejercido por la incesante intervención de Washington, y mientras tanto Obama define la estrategia de Rusia como "condenada al fracaso" y sigue exigiendo la definitiva renuncia de Asad, un resultado que se percibe cada vez menos probable.
Si bien la llegada de último minuto de China es, obviamente, un factor determinante en el juego, no es que los EEUU nunca hayan sido invitados a la fiesta. Los intentos de Putin de forjar una alianza de naciones para hacer frente a la creciente amenaza del terrorismo global, nunca han excluido específicamente la participación de Washington, pero siendo EEUU demostrablemente el mayor patrocinador mundial del terrorismo, esto hace las cosas un poco incómodas.
Así como Irán, Irak, Hezbollah y el Ejército Árabe Sirio, pareciera que la nueva coalición va a incluir a todos los miembros de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO); Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán. Esto plantea una pregunta obvia. ¿Esta Washington realmente temiendo que la intervención de Rusia empeore las cosas en Siria? ¿O más bien, que ponerle fin a E.I. de una vez por todas, podría hacer a EEUU irrelevante?
Lo que surge de esta imagen es una fuerte sensación de que los halcones de guerra de Washington están perdiendo o han perdido, su control sobre la política de Oriente Medio.
Los moderados iraníes que están inclinados a cooperar con Occidente por razones económicas son naturalmente aliados a Rusia en lo que se refiere a la amenaza E.I. en Siria; las monarquías del Golfo parecen más que dispuestos a que Rusia negocie la paz entre facciones beligerantes shiítas y sunnitas, y con Rusia ahora flexionando su músculo militar, Netanyahu es muy poco probable que esté buscando pelea tampoco.
Sea o no que algo de esto pueda conducir a una paz duradera en el Medio Oriente, es demasiado pronto para decirlo, y con las perspectivas de triunfo de Trump para la candidatura del Partido Republicano, y Hilary Clinton aun siendo una opción probable para los demócratas, la campaña de Washington por la hegemonía mundial es improbable que termine en el corto plazo.
Sin embargo, sí parece que es posible que hayamos llegado a un punto de inflexión. ¿Podría la batalla por Siria probar una victoria para la paz y la diplomacia en un mundo cada vez más multipolar? O ¿es así como comienza la Tercera Guerra Mundial?
***
(*) Sean Stinson es un activista antiimperialista de Wollongong, Australia. Ha escrito artículos y análisis sobre temas políticos, económicos y sociales en distintos medios electrónicos.
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