Elecciones Libanesas: El compromiso político, y la esperanza electoral
El Parlamento realizó una maratónica sesión de dos días para tratar 73 proyectos de ley entre los cuales no se encontró la ley electoral.|
El reloj de la Plaza Nejmeh mira entre sus manillas hacia el Parlamento, mientras sus residentes avanzan sobre una infinita lista de proyectos. El tiempo sigue pasando y el proyecto de ley electoral no llega al estrado. Y nunca llegará. Porque fue excluido de la agenda.
Todo parece contradecir lo que ocurre afuera del recinto legislativo. Allí, donde las cámaras y los micrófonos inundan el espacio personal, los legisladores generan centenares de titulares reclamando una nueva ley electoral basada en una u otro principio.
El problema de fondo es la representatividad de las 18 confesiones reconocidas por el Estado, a través de un sistema electoral que ignora ideologías políticas (derecha-izquierda) y económicas (liberal-conservador). Y el problema de superficie –el que más preocupa a los líderes partidarios- es llegar al ejercicio electoral con una ley electoral favorable.
¿Qué se considera una ley electoral favorable? Antes ofrecer una respuesta, repasemos algunas características del sistema electoral de Líbano.
Las leyes, los principios y las reformas
Respecto de la ley electoral, las fuerzas políticas se debaten entre aplicar la llamada Ley Electoral de 1960 que rigió las elecciones de 1964, 1968 y 1972. Entre las características más importantes se destacan la distribución de 99 asientos parlamentarios entre cristianos (30 maronitas, 11 griego-ortodoxos, 4 armenios-católicos, 1 protestante y 1 minorías) y musulmanes (20 sunnas, 19 shías y 6 drusos) utilizando el censo de 1932.
Además, la ley adopta al distrito administrativo (qada’a o caza) como distrito electoral. A saber, los distritos administrativos (25) son el equivalente de los departamentos provinciales, o partidos, en la Argentina. Y, a estos se les agrega la gobernación/provincia de Beirut para contar un total de 26 distritos electorales.
Así, las elecciones parlamentarias se sucedieron hasta ser interrumpidas por el conflicto que se extendió hasta la firma del Acuerdo de Ta’if (1989), documento que modificara las bases fundamentales de la ley electoral de 1960.
Primero, aumentó el número de asientos parlamentarios de 99 a 128; segundo, modificó la distribución de asientos entre cristianos (34 maronitas, 14 griego-ortodoxo, 8 griego-católico, 5 armenio-ortodoxo, 1 armenio-católico, 1 evangelista y 1 minorías) y musulmanes (27 sunnas, 27 shías, 8 drusos y 2 alauitas); y tercero, la gobernación (mohafazah) reemplazaría a las qada’a como distrito electoral, reduciendo el número distritos de 26 a 6.
Ese esquema gobernó las elecciones de 1992, 1996, 2000 y 2005, y fue criticado por las fuerzas políticas que perdieron poder político mientras su electorado se diluía en un espacio electoral más amplio, en términos geográficos y confesionales.
Diferencias a un lado, existe un punto en común entre 1960 y 1989: ambas leyes están basadas en el principio de la mayoría simple. O sea, la lista que gana –aunque sea por un voto- se lleva todos los asientos parlamentarios en disputa asignados a la confesión en dicho distrito.
Puntos de conflictos
El principio sobre el que se basará una hipotética nueva ley electoral, y el criterio para definir el distrito electoral, son los puntos de conflicto más importantes. Particularmente, porque estas dos cuestiones definen gran parte del número de asientos por el cual el partido tiene chances de competir efectivamente.
Las opciones más populares entre los líderes partidarios, y que permiten distinguir las posiciones tomadas, son: el principio de mayoría simple, de proporcionalidad, y otro híbrido/mixto. Por su parte, el Partido Progresista Socialista (PPS) se distingue por una propuesta única y alternativa: la reforma.
Dejando de lado las diferencias y teniendo en cuenta que los máximos representantes políticos –Frente Patriótico Libre y Fuerzas Libanesas, Movimiento Futuro, Amal y Lealtad a la Resistencia, y PPS- reúnen más del 60% de los asientos parlamentarios, se puede afirmar con cierta seguridad que sin un compromiso político entre ellos, ninguna ley electoral tratada y aprobada.
Quiero decir, si el Parlamente trata o no, como así también, si aprueba o no una nueva ley electoral recae principalmente sobre esas cuatro fuerzas políticas. “Es responsabilidad del Parlamento incluir, debatir y aprobar una ley electoral durante la sesión”, dijo el parlamentario Sami Gemayel en un momento de claridad política.
Posibles consecuencias
Retomando, ¿qué es una ley electoral favorable? Desde el punto de vista de cada partido: aquella que asegura distritos con la mayor cantidad de votos potenciales a la propia confesión, primero, y al partido, segundo. Qué principio regirá la próxima elección es una incógnita. Como así también lo es el tratamiento de un proyecto de ley electoral.
Por la misma razón, y teniendo en cuenta que el tiempo restante es reducido –las elecciones debieran realizarse en mayo- quedan planteados dos posibles escenarios: elecciones en mayo regidas por el principio de mayoría simple mediado por un compromiso político sobre el distrito electoral, o elecciones hacia fin de año con una nueva ley sobre un principio y distrito a consensuar.
Cualquiera sea el escenario, la celebración de elecciones reforzará la tendencia positiva iniciada con las elecciones municipales del año pasado. Dado el contexto regional, y la complejidad del sistema político libanés, la celebración de elecciones será una gran noticia más allá del método.
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