El periodismo muere en Siria
La toma de posiciones frente al conflicto en Siria deja en posición fuera de juego al periodismo local e internacional, ocultando sus intereses y confundiendo al lector.
Hace una semana, Amnistía Internacional publicó el informe “La Carnicería Humana: Colgamientos masivos y exterminación en la prisión de Saydanya, Siria , para denunciar la violación de los derechos humanos por medio de un plan de exterminio que implica el colgamiento masivo de opositores.
Amnistía Internacional afirma que desde 2011 el ataque abierto y sistemático a la sociedad civil siria es una política de gobierno, evidenciado por la práctica de la tortura, ejecución, y desaparición forzada de personas ocurrida en la prisión de Saydanya. Y estima que desde el inicio del conflicto en 2011 hasta diciembre de 2015 se ejecutaron extrajudicialmente entre 5.000 y 13.000 personas.
El informe no dice nada nuevo. La tortura, ejecución y desaparición de personas en Medio Oriente y Norte de África es una práctica común desde los años 50’s cuando se estableció un débil balance de poder, entre dictaduras militares, monarquías constitucionales, y democracias segregacionistas. De hecho, el documento advierte que no es una nueva práctica, y se agrega que ninguna religión fue obstáculo para la implementación de dichas prácticas.
La publicación del documento inauguró un nuevo round entre la prensa opositora y favorable al gobierno sirio. Un conflicto de visiones opuestas sostenido desde el inicio del conflicto en Siria, que sumergió al periodismo en un mar de desinformaciones y confundió al público.
Asistidos por la participación de especialistas a medida para cada ocasión, la prensa se olvidó de informar y se convirtió en vocero de Washington o Damasco, dejando al oyente indefenso frente a un discurso proselitista que le niega toda capacidad de análisis.
Por ejemplo, la prensa opositora tomó la cifra mayor para titular sus publicaciones, y difundió el informe como una verdad incuestionable, prueba de la impunidad con la que actúa el gobierno sirio.
Aquellos sentados en la vereda del frente, respondieron cuestionando la veracidad del informe y tildando de “noticia falsa ” a la investigación de la ONG, en consonancia con las acusaciones realizadas por el Ministerio de Justicia sirio en un comunicado emitido el 7 de febrero. En la Argentina, la prensa adicta ignoró el tema directamente y la opositora plagió una nota (nota original ).
Al final del día, toda la prensa tomó partido por uno u otro sin transparentar su propia posición. Los opositores reproducen falsos informes y acusaciones en contra del gobierno de Siria, mientras que los adictos acusan a los otros de serviciales del imperialismo Occidental y presentan un discurso alternativo como verdad incuestionable. Pero ninguno de los dos es sincero.
La novedad
A diferencia de otros conflictos, algunos de los cuales se desarrollan en la actualidad –Libia y Yemen en particular- y donde ni siquiera existe un relato dominante, el conflicto sirio generó dos discursos.
Así y todo, el periodismo se encuentra en una posición fuera de juego, porque se transformó en la herramienta para la promoción de discursos construidos desde Washington y Damasco, dejando de lado su función de informar.
Al mismo tiempo, la polarización de la sociedad argentina permite el ingreso de discursos dicotómicos, facilitando la imposición de una imagen “blanca y negra” sobre un cuadro sirio lleno de matices. Esta situación no se observó durante otros conflictos, porque existía una visión dominante y no existía lugar para el disenso.
Esta ocurrencia es merecedora de una profunda reflexión sobre el desempeño de la prensa respecto de los conflictos, tal cual se hizo durante la Guerra de Vietnam y la Guerra del Golfo, experiencias a partir de las cuales se construyeron los conceptos “Síndrome de Vietnam” y “Efecto CNN”. Ninguno de éstos hubiera surgido sin la mediación de la prensa.
Hoy, informar dejó de ser el objetivo del periodismo. Hace tiempo que dejamos de hablar de “periodismo objetivo”, porque nos hemos comprado que “no existe” tal cosa abriendo la puerta a la irresponsabilidad periodística. En el camino los periodistas se olvidaron de informar y se adosaron el título de “analista”, “especialista”, y/o “experto” en tal o cual cosa. Todo eso, olvidándose de informar y promoviendo un discurso con el que comulgan pero les es ajeno.
Cavando la tumba
En un mundo en el cual la información abunda, y la capacidad de análisis escasea, se vive preso del engaño ajeno, primero, y propio, segundo, porque el periodismo baja línea y porque el oyente escucha lo que quiere escuchar.
El periodismo dejó de ser el cuarto poder; es apenas una herramienta al servicio de las elites para dirigir la atención de la sociedad. El público, predispuesto a la confusión e indefenso ante semejante estructura, será gratuitamente convencido de tomar la plaza por una u otra causa.
La alternativa que surge con fuerza a este escenario de dos discursos enfrentados son los portales independientes. Son los blogs los únicos que rompen con la dicotomía entre opositor y partidario, ofreciendo una mirada fresca y renovadora que amenaza el monopolio del periodismo sobre la información.
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