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jueves, 18 de febrero de 2016

El boicot es más que comercio

Por Editorial The National (EAU) - Traducción: Redacción Diario Sirio Libanés

El gobierno del Reino Unido argumenta que el  movimiento “Boicot, Desinversión y Sanción a Israel” (BDS) viola leyes de comercio internacional y está persiguiendo autoridades locales que adhieren a la campaña.

El gobierno del Reino Unido argumenta que el  movimiento “Boicot, Desinversión y Sanción a Israel” (BDS) viola leyes de comercio internacional y está persiguiendo autoridades locales que adhieran a la campaña.

La persecución fue iniciada tras un intenso cabildeo internacional por parte del gobierno israelí para inducir a las potencias extranjeras y aliadas a castigar militantes anti-sionistas. Esta es la segunda victoria de los grupos de presión israelíes, tras lograr que el Presidente de EEUU, Brack Obama, firmara una ley autorizando el comercio entre su país y los asentamientos ilegales israelíes en Palestina.

El gobierno israelí calificó de amenaza a la existencia del Estado al movimiento BDS, mientras que algunos políticos prefirieron tildar al movimiento de “nueva intifada”. Sin embargo, el impacto económico del movimiento continúa siendo debatido.

Un informe publicado por el gobierno israelí advirtió que el impacto del BDS puede alcanzar los u$s1.400 millones anuales, o alrededor del 0,5% del PBI. Sin embargo, analistas privados cuestionaron la cifra, afirmando que el impacto es menor y poniendo como ejemplo el pequeño número de empresas afectadas por la decisión del Consejo de Leicester de cesar el comercio con Israel.

Por otro lado, el gobierno israelí busca argumentos simbólicos que deslegitimen al movimiento BDS, y así mantener su control sobre la narrativa del conflicto con los palestinos.

Para Israel, el conflicto es una cuestión de seguridad, no una lucha por la garantía de los derechos. Por el contrario, para los miembros del BDS el conflicto es de tipo moral, y busca denunciar la ocupación israelí y el avance sobre los derechos de los palestinos.

El conflicto israelí-palestino gira en torno a narrativas. Y, si bien es casi imposible que la campaña BDS quiebre a la economía israelí, al movilizar al Consejo de Leicester en su favor, modificó los términos de debate sobre la conducta de Israel.

Por eso, el movimiento no busca dar una batalla frontal  y decisiva. Más bien, plantea una estrategia de victorias cumulativas, al estilo de la campaña contra el apartheid en Sudáfrica que duró 40 años.

El gobierno británico dice que el apoyo al movimiento BDS de autoridades locales, viola acuerdos y tratados internacionales de comercio. Esa no es una excusa sin sustento si se entiende que a veces los intereses económicos se encuentran por encima de los políticos.

De todos modos, el debate no es sobre cuestiones comerciales: el debate es sobre cómo se expresa el rechazo a las políticas israelíes. Y aunque el cabildeo israelí recomiende a potencias extranjeras y aliadas callar las voces disidentes, su esfuerza deberá ser cada vez mayor.

Nota: El artículo original fue publicado por el portal de noticias emiratí The National el día 16 de febrero de 2016.

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