El Islam político de ISIS en la última tragedia árabe
El director del diario libanés Asaafir, Talal Salman, analiza en este artículo el proceso político de la región del Mashreq que terminó con el surgimiento del Islam Político más extremista representado en el Estado Islámico ISIS o DAESH en sus siglas en árabe. DSL publica la traducción de este artículo como un aporte más para el análisis de dicha situación sin que esto signifique que su contenido exprese necesariamente su posición.
Es como si la historia hubiese vuelto atrás a cientos de años. Algunos piden la vuelta del califato para unir a los árabes y otros llaman a confiar a un aliado del occidente como una alternativa al sultán otomano.
El Sharif Hussein bin Ali, Emir de la Meca y el sultán de Hijaz fallaron en su intento de restaurar el califato porque sus decisiones no eran gratuitas y tampoco contaban con la fuerza necesaria en 1915. Ahora, es el Estado Islámico de Irak y al-Sham (ISIS) quien tiene el poder. Su toma de decisiones es gratis y su construcción se debe al uso del arma de sus enemigos, como ocurrió en Mosul.
El Sharif Hussein no fue el cerebro detrás del proyecto. De hecho, fue elegido en la necesidad de una protección musulmana para combatir el “Imperio Otomano”, seducido por la promesa de un poder mayor en un país árabe. Le prometieron armas y hombres para promover, bajo su fuerza, su noble linaje árabe. Este linaje anula el supuesto conflicto entre los Sunitas (quienes tienen el poder, el prestigio y la plata) y los Chiitas (los marginados y oprimidos). Esto nos remonta a la época antes del cisma en el Islam, que luego se fragmentó en varias comunidades, algunas de las cuales se alejaron de los principios del Islam, incluso algunos utilizaron el principio del “disimulo” con el fin de garantizar su seguridad ya que interpretan las Escrituras de manera diferente.
Los seguidores del ISIS no son los Jawarey, quienes se abalanzaron con sus espadas a los dirigentes que vieron en sus querellas motivos de lucha, y asumieron que su eliminación podía corregir la ruta religiosa. Actualmente, ISIS dice ser el guardián de la religión tal como sus miembros lo heredaron de sus referencias fundamentalistas. No les importa si son acusados de Salafismo o si son rígidos a tal punto de utilizar la espada, cañones o cohetes en contra de los que se fueron de su comunidad religiosa.
El campo esta abierto al ISIS desde una perspectiva jurisprudencial. Cada comunidad musulmana acusa a la otra de apartarse de la religión y de ser cómplice en contra de su correcta interpretación. Hay ateos que no podemos mostrarnos misericordiosos con ellos. Algunos de nuestra religión se encuentran desviados. Nosotros debemos mostrarle nuestro Islam tal como lo vemos, y como lo practicamos. Si lo aceptan, vamos a perdonarlos, si lo rechazan, la espada estará sedienta de sangre de los hipócritas herejes y los que se esconden detrás de las apariencias, lejos de la verdadera religión.
Hace un siglo, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, los Arabes, que no tenían estados, al menos en el Levante, vieron una posibilidad de salir después de 400 años del dominio Otomano sobre la región en nombre del Islam.
Los árabes se beneficiaron de las contradicciones entre el sultanato y las potencias coloniales (Europeas en general), quienes estaban a punto de heredar el sultanato mediante la fragmentación de sus colonias. En el Levante, especialmente en Siria, hicieron llamados para priorizar sus origines y la independencia nacional, a veces hablando de un califato árabe, y otras invocando al arabismo como una identidad unificadora por los países árabes o reclamando la unión de sus países.
Los ingleses y especialmente los franceses se beneficiaron con este enfoque y los alentó a debilitar el sultanato, cuya influencia se había erosionado.
Por lo tanto, mientras los árabes contaban con el Sharif Hussein superficialmente a la vanguardia, y intelectualmente a través de los libros y estudios ilustrados, soñando con la unión de sus pueblos en un solo estado fuerte, los ingleses y los franceses firmaban el acuerdo Sykes - Picot en 1916, que divide el Levante entre los nuevos colonialistas.
Sobre la base de este acuerdo se allanó el camino para el establecimiento de Israel en tierra de Palestina. El Levante fue desmembrado de la siguiente manera:
1. Se inventó un estado en el desierto del al-Sham: el Emirato de Transjordania, que le fue otorgado como premio consuelo al príncipe Abdallah, hijo de Sharif Hussein.
2. Se le entrega Siria a Francia, que intento dividirla en cuatro “estados”.
3. La entidad libanesa, que el sultanato se vio obligado a declararla un “mutassarifiyya” semiindependiente, bajo la protección occidental, se amplió para convertirse en el país que conocemos ahora luego de anexar los cuatro distritos (Norte, Sur, Bekaa y Beirut) a la mutassarifiya establecida originalmente en Monte Líbano.
4. Se estableció un reino en Irak y se le otorgó al príncipe Faisal Ibn Sharif Hussein. Faisal había sido defendido como rey de Siria y cuando los franceses lo expulsaron, los ingleses lo pusieron al frente de Irak.
Así es como el Levante estaba preparado para el establecimiento de Israel en la tierra de Palestina que forma parte de Siria histórica y geográficamente y cuyos dueños están hoy dispersos en varios países.
Estas realidades del ámbito político, que se impusieron en la tierra por los colonialistas ingleses y franceses, siguiendo el acuerdo Sykes-Picot, no impidieron a los árabes de seguir soñar con “un estado único para una sola nación”. Sus intelectuales y escritores tomaron nota de que hay una conexión entre los árabes: el arabismo. Algunos de ellos comenzaron a predicar el arabismo en el comienzo del siglo XX, llamando a la unidad política entre los países del Levante.
Todos los árabes consideraban a Faisal, hijo de Sharif Hussein, el rey de Siria como el inicio de la realización de este sueño. Los defensores de la unidad en Siria, Irak, Líbano, Palestina y Jordania lo apoyaron.
Naturalmente, este sueño no vivió más que unos meses. Los franceses removieron al rey cuando ocuparon Damasco. Los ingleses tomaron al rey y lo hicieron gobernante de Irak. Mientras tanto, la Península Arábiga fue dada a Abdul-Aziz al- Saud con el apoyo de los ingleses y los estadounidenses, tras el descubrimiento de petróleo en esa tierra sagrada. Se convirtió en el Reino de los al-Saud.
Ahora, ISIS declaró que uno de sus objetivos es destruir las fronteras de Sykes-Picot y sus estados.
El llamado a la unidad se mantuvo, al menos intelectualmente y políticamente. Varios partidos y asociaciones surgieron y predicaron el Arabismo, ya sea a nivel de Siria natural (que incluye a Siria, Libano, Palestina, Iraq, Kuwait, Chipre, tal como predica el partido nacionalista social sirio, fundado por Antun Saadeh) o a nivel de una unidad árabe integral que une el Mashreq y el Magreb, desde la península arábiga hasta Marruecos (proyecto defendido por el Partido Arabe Socialista Baaz, fundado en Damasco por Michel Aflaq).
Las capacidades de los partidos nacionalistas, el Baath y el Movimiento Nacionalistas Arabe, crecieron después de la Nakba palestina. Mientras tanto, el momento de un califato islámico (o incluso un califato árabe) retrocedió después de la independencia de los “estados” y las puertas de la lucha por las posiciones abiertas y los beneficios. La organización de Hermanos Musulmanes emergió. Fue fundada en Egipto a finales de 1920 y atrajo a seguidores de los países del Levante en especial.
El Baaz fue capaz de llegar al poder en Siria y después en Irak, al confiar y apoyarse en el ejercito. Su experiencia en el gobierno terminó en trágicas consecuencias a nivel nacional, sobre todo porque el partido se fusionó en la persona del “líder” y rápidamente se ahogó en interminables conflictos entre las corrientes de izquierda y de derecha. La escena política se despejó ante los líderes que procedían de los ejércitos, que a menudo se componían de una sola comunidad religiosa. Los slogans que prometen unidad, libertad y el socialismo fueron utilizados para cubrir al “líder histórico” sobre la base de las fuerzas armadas. Esto expandió el espacio ante el trabajo de los Islamistas que se quejaban de que la mayoría estaba siendo excluida del poder.
En resumen, los gobiernos de Siria e Irak, que fueron acusados de sectarismo, destriparon a los partidos laicos y a la autoridad debajo de sus consignas. Los movimientos nacionalistas que exigían la unidad árabe ya no tenían una presencia efectiva. Solo las organizaciones islamistas que estaban en el subsuelo regresaron a la superficie y se volvieron muy extremistas, demandando el establecimiento de un “Estado Islámico”, y recordando la historia del cisma entre sunitas y chiítas en su peor forma, ya sea en el lema, la conducta o la practica que lleva a la contienda.
El poder es a menudo más valioso que la religión. La religión se utiliza a menudo para ocultar la carrera por el poder. Cuando alguien llega al poder, abandona la religión a Dios y se centra en los asuntos mundanos.
Ahora estamos viviendo la primera de muchas etapas del nuevo conflicto político en su lenguaje sectario religioso más horrendas y en sus practicas sangrientas que eliminan la política y la religión.
Pareciera que este capitulo va a ser muy costoso, en términos de sangre, gente y riqueza, así como en la estabilidad de acercarse a un estado justo, capaz y moderno.
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