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Tribuna y debate
viernes, 26 de junio de 2015

El Eterno Conflicto: Fraccionalización y polarización en Siria

Por Jodor Jalit

La continuidad del conflicto sirio nos obliga a realizar reflexiones profundas e intentar dilucidar su futuro. Esto es especialmente importante para quienes queremos el cese de la violencia actual y la reconstrucción del tejido social sirio.

Hace por lo menos tres años, mientras compartía un café con Xavier, yo insistía con que los rebeldes sirios nunca triunfarán. El me miraba atónito mientras preguntaba cómo podía yo estar  tan seguro. En su momento argumenté que el apoyo recibido por el Ejército Libre de Siria—por entonces la fuerza irregular mejor organizada—no era suficiente, dentro o fuera del país. Lo que no supe anticipar entonces fue la extensión del enfrentamiento armado hasta la actualidad. Tampoco creo poder hacerlo hoy. Sí, puedo identificar condiciones que facilitarán el cese de hostilidades.

La continuidad del conflicto se debe principalmente al empate técnico entre rebeldes y Fuerzas Armadas, y la inmovilidad de los organismos internacionales.

La paridad en las capacidades militares, o presencia de ventajas diferentes como dice un manual de Congreso de EEUU, creó un escenario de “empate técnico”. Por eso mismo, fuerzas armadas y grupos rebeldes avanzan y retroceden sobre el mismo territorio sin alcanzar una victoria decisiva. Situación de equilibrio que no se corta por lo más fino, y se sostiene por lo más grueso.

En particular, el apoyo militar de EEUU, económico de Qatar, y logístico de Turquía a los rebeldes facilita la continuidad del conflicto. Quiero decir, la intervención internacional encubierta—porque ninguno reconoce públicamente su rol—a diferencia del mandato por resolución de ONU, tiene la perversa consecuencia de "echar leña al fuego".

La intervención es encubierta, porque Rusia y China vetaron las resoluciones presentadas ante el Consejo de Seguridad de ONU. Así, el organismo internacional quedó esclavizado a los intereses y diferencias de las potencias occidentales. Por la misma razón, es ingenuo caerle solo a EEUU y poner a Rusia en el pedestal, ya que ambos actúan en base a intereses egoístas. Que uno apoye o enfrente al gobierno de Siria es solo una casualidad de la historia, y lo mismo se puede decir de Qatar e Irán, o de Arabia Saudita y China.

No es casual la continuidad del gobierno liderado por Assad. A la par de Túnez, Egipto y Libia, países donde los Levantamientos Árabes desembocaron en el cambio de gobierno, la movilización social en Siria fue considerablemente menor. ¿Por qué?

En Túnez, la inmolación de Mohammed Bouazizi prendió la mecha que movilizó a la sociedad local, primero, y después incineró a la región. Tomando la definición de “primer jugador” utilizada en finanzas, “el primer inversor corre con ventaja ” resume de bruta manera la particularidad de la movilización social que llevó al cambio de gobierno en el país.

La repercusión de la salida de Ben Alí, sirvió de ejemplo a otras sociedades de la región. En Egipto, la movilización fue facilitada por un corto pero intenso historial en organización política. Mona El Ghobashy  se refiere a este fenómeno con el rótulo de “política de la calle”, que incluye habilidades como la construcción de barricadas hasta el uso de tecnologías modernas como herramientas en la organización.

En Libia se observa por primera vez "la intervención internacional militar", sancionada por ONU y ejecutada por OTAN. Esa intervención fue aprobada tras una dura represión de la movilización social en oposición al gobierno. Esa dureza, al mismo tiempo que polarizó a la sociedad libia, legitimó el mandato  de ONU aprobado por el Consejo de Seguridad (Rusia y China se abstuvieron). La misión de OTAN reforzó la organización forjada por dos de las tres confederaciones tribales libias que avanzaron sobre Trípoli y derrotaron a Gadafi.

Concluyendo, la sociedad siria no fue la primera en movilizarse, tampoco posee una preparación en "política de la calle", y la intervención internacional es encubierta y limitada. Además, la fragmentación social contrarresta la polarización política y reduce la acción colectiva. Por todo eso, el gobierno y los rebeldes se encuentran en un estado de empate táctico que prolonga el conflicto. Mientras tanto, los inocentes ciudadanos sirios continúan engrosando listas de refugiados y secciones necrológicas.

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