Después de todo, Turquía es una democracia
Hilal Kaplan, psicóloga y periodista, es columnista del diario turco Daily Sababah, y es publicada regularmente. En esta oportunidad analiza el rol de los medios de comunicación internacional en torno a los resultados electorales del pasado fin de semana, para evidenciar el efecto positivo de la última elección sobre el proceso democrático en Turquía.
Después de todo, no hay un régimen autoritario en Turquía. Después de todo, la elección se llevó a cabo sin fraude. Después de todo, Turquía es un país libre que respeta los principios democráticos.
Escribo estas líneas porque si el Partido Justicia y Desarrollo (PJD) hubiera ganado la elección con suficiente margen para no verse obligado a formar un gobierno de coalición, la prensa internacional hubiese escrito lo opuesto.
Turquía se volvió autoritaria poco a poco, las elecciones eran fraudulentas y el fin del régimen democrático fue anunciado. Esas líneas, de hecho se estaban escribiendo antes de la elección.
Esta actitud de la prensa internacional desnuda que la mayor preocupación de su crítica a la política turca es el debilitamiento del PJD. Críticas que representan lecturas ideológicas de coyuntura, y no reflejan la realidad de la política turca.
Murtaza Hussain describió ese prejuicio de la prensa internacional muy claramente a través de su cuenta de Twitter, “Si tomamos el análisis de un sector de las noticias/usinas de pensamiento, Sisi es el líder democrático y Erdogan es el dictador asesino”.
Ahora, analicemos el resultado de las elecciones para observar su efecto democratizante.
El PJD recibió el 41% del total de los votos, 16% más que la segunda fuerza, tiene representantes parlamentarios de 76 ciudades diferentes, y continúa siendo la fuerza política dominante en la política turca. O sea, el PJD perdió la mayoría absoluta y para formar el nuevo gobierno, precisa del apoyo de otras fuerzas políticas.
Esa exigencia generó en el PJD un sentimiento de derrota, a pesar de la victoria electoral. Ese pesimismo está íntimamente relacionado con la pérdida de parte del electorado kurdo a manos del Partido Democrático del Pueblo (PDP).
Las conclusiones que se puedan extraer del resultado y su impacto sobre el régimen democrático turco, será puesto a prueba por la necesidad de formar un gobierno estable que permita avanzar sobre el proceso de reconciliación nacional.
Por el momento se puede observar que el Partido Republicano del Pueblo (PRP), la mayor fuerza de oposición, perdió 1% de sus votos en comparación con la elección previa. Esto indica una imposibilidad de capitalizar éxitos previos, ya que la intención de voto muestra un estancamiento en torno al 25%.
Por su lado, el Partido Movimiento Nacional (PMN) recibió un 2% de votos adicionales, gracias a una mayor exposición en los medios de comunicación, y mejor conexión con el electorado nacionalista turco. Ese 2% refleja un distanciamiento entre el electorado y el PJD.
Sin dudas, el PDP se llevó todos los laureles porque pasó el piso de votos (recibió el 13% de los votos) para entrar al parlamento, y expandió su electorado un 50% aproximadamente. Ganancia a cuesta de pérdidas del PJD.
La inhabilidad del PJD para reconocer errores en torno a la “cuestión kurda”, los desafíos para explicar la ayuda humanitaria y militar a Ain Al Arab (Kobane), y la selección de representantes parlamentarios con una visión cortoplacista, favorecieron al ascenso del PDP.
Porque el crecimiento del PDP se debe más al desangramiento del voto kurdo del PJD (3-4% en total), que a una cooptación del electorado del PRP.
Nota: Una versión en inglés de este artículo fue publicada por Daily Sabbah en su portal digital el 9 de Junio de 2015.
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