De la “solución final” a la “solución de Gaza”: Auschwitz nunca desaparece
Las víctimas se lamentan. Los hipócritas gobernantes miran para otro lado con moralinas repulsivas. La gran potencia, el mayor imperio de los últimos siglos y su colonia España justifican la reacción de Israel ante las “provocaciones” palestinas para defender su integridad. Israel es un poderoso Estado, posee un ejército armado con todo tipo de armas ultramodernas y ejerce un lobby económico sobre numerosos países, desarrollado sobre todo en los Estados Unidos de América. Palestina no tiene Estado propio, solo miseria y explotación por parte de los vecinos y divisiones internas por parte de sus gobernantes y combatientes
La “solución final” de Wansee adoptada por los dirigentes nazis también encontraba en los medios de comunicación de su tiempo “justificaciones”: los judíos tenían poder económico en las ciudades alemanas, imponían culturas no representativas de la grandeza, historia y destino del pueblo teutón y… Es decir, un materialismo judío envuelto en un fanático ateísmo militante dominador que pretendió expandirse y envolver la cultura y el ser alemán. No más palabras. Aquello terminó en Auschwitz y otros campos de exterminio. No todos los judíos murieron en ellos. Los más influyentes, poderosos, no solo se salvaron, sino que algunos colaboraron en determinados países europeos ocupados con la selección y deportación de sus hermanos.
Pero Auschwitz no concluyó el día de la liberación. Desde entonces, a menor escala y no con aquellos resultados genocidas, con aquel sacrificio del pueblo judío llevado a cabo por los alemanes y más o menos consentido por las potencias occidentales, con la colaboración de Estados como España, Ucrania, Hungría, Italia, Francia, etc. en países africanos y en otras guerras y golpes de estado repartidos por el mundo, se sigue reproduciendo, con otros métodos pero no menores nefastas consecuencias para las víctimas.
Y ahora Palestina. La mayor parte de los sacrificados no son producto de la guerra, apenas se cuentan soldados. Son infortunados habitantes de la tierra que el poder israelita controla y aspira a dominar impidiendo que exista un auténtico estado palestino y un pueblo libre y dueño de sus destinos.
Por eso, tras las miserables palabras que se escriben, las reuniones de los gobiernos occidentales, de la propia ONU, los apoyos de Obama, ese ciudadano negro que al acceder al poder algunos pensaron que “por eso” sería distinto a la mayor parte de los presidentes norteamericanos -como si además ellos tuvieran efectivamente el control del poder- razonamiento que es similar al de los que defienden por encima de sus ideas o hechos a las mujeres o los homosexuales que acceden a altos cargos -de Thatcher, Esperanza Aguirre, al embajador de Estados Unidos o al juez Marlasca-, cuando nunca es cuestión de razas, sexos, géneros, pueblos, religiones o prácticas sexuales y si de ejercicio del poder bajo el dominio de determinada clase social, imperio, etc. siendo lo demás palabrería vana y engañosa, no nos queda más que argumentar como no principio de solución al problema, sino de información, lo siguiente: mientras el cuerpo de Netanyahu -y es un ejemplo- envuelto en una bandera sionista y lanzado por un misil de sus fuerzas terrestres no se estrelle contra el cuerpo destrozado de un niño que jugaba en una playa y fue alcanzado por una de las bombas que ellos lanzan, que nadie nos hable de justicia.
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