Ain El Hilweh y la conspiración de Abbas
La construcción de un muro alrededor del campo de refugiados en Ain El Hilweh, Sidón, se acerca a su finalización cuestionando el liderazgo político de Fatah.
A fines de febrero varios portales de noticias anunciaban la reanudación de la construcción de un nuevo muro para segregar al pueblo palestino. Esta vez, el obstáculo se ubicaba alrededor del campo de refugiados Ain El Hilweh, Sidón, Líbano.
La construcción se reanudó a pesar de que las fatalidades en los 12 campos de refugiados palestinos –incluido Ain El Hilweh- descendiera de 15 a 10 durante 2016, y sus residentes hayan entregado a los criminales fugitivos buscados por las fuerzas de seguridad libanesas –éstas no pueden entrar a los campos-.
Muros en la historia
La construcción de muros para generar una sensación de seguridad es una práctica común a lo largo de la historia. Las ciudades estados y civilizaciones antiguas los levantaban para defenderse de los ataques enemigos. Sin embargo, ningún muro pudo evitar su caída, porque parte de su debilidad se encontraba dentro de los muros.
Durante la Guerra Fría (1947-1991), en un momento de creciente tensión marcado por la fallida invasión de Bahía de Cochinos, el inicio de la Crisis del Congo, y la captura del piloto Francis Powers, Nikita Khrushev ordenó la construcción del Muro de Berlín el 13 de agosto de 1961.
Si bien el muro cumplió con sus objetivos –frenar la escalada del conflicto entre los bloques y detener la fuga de personas hacia Berlín Occidental-, su destino estaba atado al de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y su demolición se extendió entre el 9 de noviembre de 1989 hasta 1992. Al día de la fecha sólo una sección se mantiene en pie a modo de museo.
Elisabeth Vallet, directora de Geopolítica de la Universidad de Quebec (Montreal, Canadá) y autora del libro ‘Fronteras, Vallas y Muros ’, afirma que entre 1989 y 2016 la cantidad de muros aumentó de 11 a 66, alimentados por la paranoia desatada por los eventos de septiembre del 2001 y la crisis de refugiados de 2014.
Una sensación
Volviendo a la seguridad, mucho se ha dicho al respecto en los medios de comunicación argentinos. Aníbal Fernández habló de la inseguridad como una sensación. Fernández tenía razón al hablar de la inseguridad en términos de sensación. Pero nunca indagó sobre la definición del concepto, y por eso se desdijo.
Barry Buzan, profesor emérito de la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres, y principal referente sobre los estudios de seguridad, definió “seguridad” como la persecución de la libertad de amenazas, y la habilidad de los Estados y sociedades para mantener la integridad de su identidad y funcionamiento, frente a las fuerzas de cambio percibidas como hostiles”.
Es decir, los individuos y sociedades anhelan una existencia libre de riesgos. Esa es una situación que, además de ser prácticamente imposible, es teóricamente compleja. Motivo por el cual, sólo se alcanza un estado de inseguridad satisfactorio. Por eso la (in)seguridad es efectivamente una sensación.
De hecho, el mismo Buzan advierte que separar las incertidumbres diarias de las amenazas es la dificultad implícita en la definición que propone, porque la paranoia social puede hacer de cualquier incertidumbre una amenaza. Un ejemplo de esto –por lo menos para una parte de la sociedad- es la presencia palestina en Líbano: la incertidumbre de que milicias palestinas desaten un nuevo conflicto armado.
Un nuevo muro
Luego del Muro de Berlín, la Barrera Israelí-Cisjordana es el muro más conocido en el mundo, a pesar de que los haya por todo el globo. Arabia Saudí, Austria, Chipre, Eslovenia, Estados Unidos, Francia, Macedonia, Marruecos, México, Sri Lanka, Turquía y Ucrania, sólo por nombrar algunos ejemplos, han elevado algún tipo de obstáculo en su frontera.
Hoy, un nuevo muro busca segregar a la población palestina del campo de refugiados palestinos Ain El Hilweh, Sidón, Líbano. El mismo entró en su etapa final en febrero pasado, luego de que la presión internacional detuviera su avance en noviembre del año pasado.
La construcción fue retomada en un contexto en que las fatalidades dentro de los 12 campos de refugiados palestinos descendieron de 15 a 10 en 2016 –incluido Ain El Hilweh-, y la entrega de criminales fugitivos buscados por las fuerzas de seguridad libanesas –éstas no pueden entrar a los campos- refugiados en los campos.
Más allá de que la tendencia de los últimos años no justifica reanudar la construcción del muro, los enfrentamientos entre grupos seculares y cercanos a la Autoridad Palestina, y otros fundamentalistas y de oposición, interrumpieron la débil paz que reinaba en el lugar.
Curiosamente, la mediación entre las partes fue negociada y firmada en la Embajada del Estado de Palestina en Beirut. Así, la calma volvió a Ain El Hilweh y el muro continuó avanzando.
¿Traidor o conspirador?
Frente a las repetidas quejas en organismos internacionales, es por lo menos curioso que el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmoud Abbas, no haya elevado queja alguna ante las autoridades libanesas, a las cuales se encontraba visitando al momento en que se retomara la construcción del muro.
Se podría calificar a Abbas de traidor a la causa palestina, pero sería una exageración en esta ocasión. Además, ese calificativo ya fue utilizado cuando asistió al funeral de Shimon Peres el pasado 30 de septiembre.
En esta ocasión, el adjetivo conspirador se ajusta mejor a la situación, porque Abbas acordó con las autoridades libanesas no denunciar la política segregacionista a cambio de que las fuerzas de seguridad libanesas continúen debilitando a los oponentes políticos de Fatah dentro del campo Ain El Hilweh.
Pensamiento final
La construcción del muro dará una falsa sensación que por lo menos calmará la paranoia –justificada- libanesa. Pero si el muro no es acompañado de otras tecnologías, será imposible frenar el flujo de armamentos que ingresa al campo de refugiados. Por este motivo, la sensación de (in)seguridad satisfactoria es aún más ficticia.
Por otro lado, y más importante aún, el silencio cómplice de Abbas ante una nueva agresión sobre el pueblo palestino, deja en evidencia parte de la estrategia política de la AP que se resume en la eliminación de rivales políticos en el exterior, incluso a costa de la libertad del pueblo palestino.
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