¿Una colectividad sin líderes?
Los Levantamientos Árabes y la intervención internacional arrasaron con el liderazgo del Máshreq y Magreb, desnudando las fracturas de la colectividad árabe en Argentina.
Lejos quedaron los líderes intelectuales de la talla de Antun Saade, Michel Aflaq y Sayyid Qutb. En su ausencia caímos en la tentación de dar lugar a pequeñas reuniones donde nos sentamos a escuchar interlocutores que se esfuerzan por manipular su pensamiento para interpretar el presente.
¡Nunca más equivocados!
Una virtud que une a los tres, y a otros tantos que aquí no menciono pero que son merecedores del mismo halago es: observar el presente con ojos del futuro. Recurrir a ellos para advertir sobre los acontecimientos, o desgracias, que le toca atravesar a gran parte del Mundo Árabe es caer en la tentación.
La tentación de afirmar que lo dicho y escrito por Saade, Aflaq y Qutb es hoy una realidad, bien puede ser una observación acertada, pero no va a detener la progresiva fragmentación del Mundo Árabe. Además, recurrir a sus palabras para justificar nuestra opinión desnuda una miopía.
Si sólo recuperamos de sus trabajos la lectura profética para hacer una crítica del escenario actual, entonces dejamos de lado la virtud de los pensadores: la capacidad de anticiparnos el futuro. Habilidad que el ciudadano árabe aparenta haber perdido en el camino durante los últimos cincuenta años.
¡Si hasta el idioma perdieron!
Una decisión acertada de Saade, Aflaq y Qutb fue escribir en idioma árabe, evitando así la mediación de cualquier lengua extraña en su mensaje. Hoy, décadas después de su desaparición física, esas ideas continúan vigentes, y gracias a la tecnología disponible, su diseminación se realiza con mayor facilidad.
El hecho de que sus ideas mantengan una vigencia incuestionable, denota dos cosas: la ausencia de intelectuales, y líderes incapaces. Porque no existe una cosa sin la otra: todo líder precisa de un intelectual, y viceversa. Y no faltará quien ofrezca un ejemplo argentino con ambas características.
El Mundo Árabe sin embargo no tuvo la suerte y gracia de sintetizar en un individuo al líder político e intelectual que someta a la sociedad a un profundo debate durante más de 50 años. Sí, tuvo el Mundo Árabe durante ese tiempo un grupo de líderes laicos que se encargó de eliminar a los pensadores.
¡Prefiero morir a vivir condescendiendo!
Saddam Hussein, Hafez Al Asad, Gamal Nasser y Muammar Gadafi supieron en tiempo y forma hacerse del poder con el apoyo de las Fuerzas Armadas y reducir la sociedad a un conjunto de aplaudidores condescendientes, a cambio de un nivel de vida promedio sin derechos ni garantías políticas.
Algo similar está ocurriendo en la colectividad árabe, sirio-libanesa, siria y/o libanesa en la Argentina. Dejamos que líderes egoístas callen a los pensadores cuando éstos los contradicen, a cambio de una colectividad desorganizada por influencias externas que la priva de cualquier impacto cultural, económico o político.
En la Argentina no hay Hafez Al Asad ni Ejército Libre de Siria; no hay Saad Hariri ni Hassan Nasrallah; no hay Arabia Saudita ni Irán. Esta patria les es ajena, por eso exijo a los líderes institucionales mantener su identidad y organización independientes de cualquier influencia externa.
Porque si el objetivo planteado es la presencia cultural, económica y política de la colectividad árabe en la Argentina, la organización en torno a consignas sencillas será más importante que la identidad individual de las instituciones, sus liderazgos o intereses particulares.
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