Solo un año, solo una noticia

  Yahdir vivía con su familia, poseía algunos cultivos y animales en un paraje semiárido alejado de la ruta que une las ciudades de Aleppo y Homs. Aquel lugar era abastecido por una única vertiente de agua. En mayo partieron unos drones, desde las bases estadounidenses en Turquía, que tenían como objetivo principal la ciudad de Alepo y de Homs. Uno de estos drones, aparentemente, se desvió, cayó, y esparció cepas venenosas en lugares no previstos, entre ellos la tierra de Yahdir. En ella la carga mortal dañó las pasturas y el único manantial de agua de la zona, y aquel paraje comenzó a transformarse en una muerte segura. Todos los habitantes se vieron obligados a abandonar su modo de vida autosuficiente y huir como refugiados o buscar amparo en la casa de algún familiar. Yahdir puso a salvo a su familia en un transporte que los llevaría a la ciudad. Sin embargo, los hermosos ojos color miel de la mujer libanesa de Yahdir dejaban entrever el temor y, al mismo tiempo, el orgullo que sentía al ver a su esposo y darse cuenta de que él no los acompañaría. Yahdir partió junto con su fiel labrador, su rebaño de cabras, ovejas y algunas pocas provisiones en busca de algún paraje lejano con algo de agua y pasto. No sabía cuánto tiempo tardaría ni cuántos animales sobrevivirían, pero eso no le impidió comenzar su resistencia.

  A este hecho ni siquiera los grandes medios de comunicación lo llamarían daño colateral porque no habla de miles de muertos, simplemente no es tomado en cuenta. Pero para el Diario Sirio Libanés esta, como tantas otras, es una historia de vida que merece ser contada. Porque todos los asuntos en los que están involucrados los integrantes de nuestra comunidad para nosotros son noticia. Por lo tanto, tienen la misma importancia la declaración de la ONU sobre las Alturas del Golán y la historia de Yahdir, porque todo forma parte de nuestra historia.

  En la actualidad, si bien el formato del diario cambió para adaptarse al nuevo siglo, los pilares que guiaron al Diario Sirio Libanés desde su primer ejemplar en el año 1929 siguen siendo los mismos: difundir con sensatez y honestidad las tradiciones, la cultura y la historia. Esto implica, como ya dijimos, publicar todo suceso por más austero y simple que sea; ya que todo es parte de nuestro legado.

  Yahdir, sin saberlo, llevó consigo la carga más importante: el orgullo de no dejar que un robot acabara con cuatro mil años de historia; y la única forma de lucha que encontró fue marchar con coraje y dignidad en busca de otro paraje donde sobrevivir y hacer frente a la adversidad hasta que el veneno pasara y pudiera regresar.

  La historia de Yahdir nos recuerda que nuestra cultura no es más ni menos que otras, que no debe dejarse menospreciar por las grandes potencias, y que lo que atañe a nuestra comunidad no debe ser tomado jamás como un daño colateral ni como un hecho insignificante.

  Ahora nos queda por cumplir la tarea más difícil y a la vez la más poderosa: lograr que nuestros lectores reflexionen y se cuestionen sobre el panorama que nos rodea. Porque al mirar la realidad con los ojos, pero sobre todo con la mente abierta y llenos de preguntas, contribuirán a independizar a las ideas de los pensamientos impuestos por los más poderosos. Y así nuestra comunidad dejará de ser un pequeño engranaje al servicio de la vida diseñada por otros, para pasar a ocupar el lugar que se merece.