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lunes, 21 de marzo de 2016

Obama ¿Premio Nobel de la Paz?

Por Yaoudat Brahim

Un presidente que cierra su segundo mandato en Washington, elige irse con destacadas giras internacionales que incluyen en estos días a nuestro país. Buenos Aires recibe mañana por la noche a la “gran visita”.

El jefe de Estado de la potencia continental, Barack Obama, llega a la Argentina para confirmar un nuevo ciclo en las relaciones bilaterales, coincidente con el recambio en la agenda exterior argentina.

Desde su época de campaña en 2007-2008, el primer afroamericano en la Casa Blanca, trajo esperanzas de pacificación e intenciones positivas, a un público crédulo dentro y fuera de EEUU, que escuchó promesas de finalización de la invasión a Irak a través del retiro de tropas y pacificación del país, cierre de la cárcel de Guantánamo, y un cambio general de estrategia exterior, en apariencia más orientada al diálogo que a la acción militar directa de su predecesor republicano George W. Bush.

Todo esto le valió durante su primer año de gestión, ser premiado con el Nobel de la Paz (2009), que sirvió para ocultar el doble discurso que finalmente mostró su gestión, fiel al histórico lineamiento de un Washington pro-guerra, imperialismo y opresión.

Más recientemente, en 2015, prometió “perseguir a los líderes de Estado Islámico (E.I.) y destruir (la agrupación)”.

Más allá del mediáticamente difundido perfil pacificador, humanista y políticamente correcto del “excepcional” presidente estadounidense, ya desde el inicio su tarea trajo consigo claras muestras de una realidad diametralmente opuesta, destacándose entre ellas:

a) El incremento de tropas en Afganistán (2009-2010), b) la solidificación del cáncer sectario en el Levante con centro en Irak (2009-2013), c) el refuerzo de la cooperación militar y el incremento de tropas estadounidenses exportadas al inseparable socio regional, Israel, (2009 a la fecha), d) la destrucción de Libia (2011), e) el apoyo y creación del extremismo sectario y el plan desestabilizador de Siria (2011 a la fecha), y f) la renovada estrategia de recuperación de influencia y dominio en Latinoamérica, vía pretextos tales como “lucha contra el narcotráfico y el terrorismo”… estrategia esta que puede tener como blanco primario a los hijos de nuestra herencia milenaria, por simple “portación de apellido”.

… y Guantánamo, sin novedades (y sin palabras)...

Siguiendo el camino de las heredadas teorías de la R2P (Responsabilidad para Proteger), y de la vetusta excepcionalidad de EEUU, el ciclo Obama claramente solidificó la hegemonía doméstica del establishment militarista junto con la histórica política exterior intervencionista e imperial.

Siria puede dar fe de ello, tras 5 años de destructiva crisis, miles de muertos y millones de desplazados por una guerra sucia e impuesta, mediante la exportación de mercenarios internacionales sostenidos primordialmente por la inteligencia de EEUU y la OTAN, y la connivencia con aliadas potencias regionales.

Ha quedado de manifiesto así, uno de los capítulos más injustos, criminales y evidentes del intervencionismo desestabilizador contemporáneo, en el que Washington es un “excepcional” adalid, maestro y fundador.

Mientras tanto el mundo (de los Urales para acá), sigue siendo víctima de una aberrante manipulación mediática a mansalva, que vende con descuento lobos en piel de cordero, a ser debitados con intereses, al incauto comprador.

Desconocemos la visión personal del presidente Obama sobre la guerra, y cualquiera sea la misma, sin duda su administración ha demostrado como mínimo, no estar compuesta de pacifistas.

Ante este cuadro, y considerando los escasos meses de gestión que tiene por delante, nos preguntamos si será posible ver en postrimerías de su segundo y último mandato, algún atisbo de freno a la carrera armamentista y dominio del complejo militar-industrial de EEUU.

Tal vez sea mucho pedir al Sr. Presidente que su legado incluyese, cual redención, una mínima intención de “auténtico combate” al terrorismo vía corte de su financiamiento internacional (comenzando por casa), o la intención de cambio concreto de la agenda desestabilizadora internacional destructora de toda oposición soberana a la hegemonía de Washington.

Esto último aplicable especialmente al caso de la tierra de nuestros ancestros, víctima hoy -tras cien años- de un nuevo y criminal Sykes-Picot, en forma de vil conspiración cantonizadora, esta vez acompañada de un cáncer sectario alimentado artificialmente en nuestra gente, y que cumple un rol justificatorio del principal gendarme regional de Washington, la entidad teocrática con base en Tel Aviv.  

Compartimos estas dudas con los lectores, desde nuestra tribuna, mientras preparamos el sillón para ver todos juntos el inevitable festival mediático por la tv.

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