Las semillas de Palestina
Tal vez algunas acciones y sentimientos sean más contundentes que algunos fríos documentos.
Al cumplirse un nuevo aniversario del Día de la Tierra Palestina recuerdo vagamente que en uno de mis viajes por Líbano y por Siria me llamó la atención la historia de Asiana; una refugiada palestina muy mayor que conservaba cuatro extrañas semillas azuladas de su antigua palmera datilera y esperaba que sus descendientes la encontrasen y así conociesen el lugar donde ella había vivido.
En honor a aquellas semillas quisiera destacar de la infinidad de hechos que azotan a Palestina solamente cuatro.
En agosto de 1933 la cúpula del sionismo y el Tercer Reich firmaron el Acuerdo Ha avara, financiado por el Leumi Bank. De esta manera, los sionistas promovieron la inmigración de los judíos más acaudalados y encumbrados a Palestina y la ocupación paulatina de sus tierras.
Años más tarde, Hitler perdió la guerra. Pero para ese entonces los sionistas estaban totalmente integrados a los aliados vencedores. Por ende, no necesitaron ningún tipo de certificado de bolsa o empréstito para ocupar Palestina ya que consiguieron que en 1948 se les entregara parte de aquel territorio para fundar el Estado de Israel.
Así, el esbozo de unos se consolidó y ahora Israel aprovecha su preparación militar y el respaldo de las grandes potencias para ampliar la superficie de su estado a través de la expulsión de palestinos.
Los medios de comunicación cumplieron y cumplen un rol fundamental. Mediante la manipulación de la información ayudan a que Israel, Estados Unidos y otras potencias interpreten el papel de víctima y Palestina, el de asesino y merecedor de brutales castigos. Entonces, para la audiencia, el ejército israelí simplemente se defiende de los “crueles ataques”.
Actualmente, el Leumi Bank tiene filiales en casi todos los países y, junto con las corporaciones del primer mundo, continúa financiando a grupos y empresas de armamento al mismo tiempo que es comisionista de los principales fondos buitres. Todo esto afecta directamente no solo a Palestina, sino también a Siria, a los países emergentes y a cualquiera que pretenda pensar distinto.
Palestina es una tierra sufrida y hostigada que padeció y padece el desarraigo y la reducción continua de su territorio junto con grandes dosis de violencia e inseguridad.
Hoy Asiana ya no está entre nosotros, pero al ver que las palmeras datileras siguen creciendo firmes en aquellos vergeles que ocultan la verdad, creo haber comprendido el espíritu de su mensaje. No se trata de encontrar los frutos de semillas azuladas, sino de percibir que sus palabras tienen un deseo más profundo: la esperanza de que las generaciones venideras regresen a los territorios usurpados, los recorran y desgranen cada pieza de tierra ancestral con la intención de lograr una convivencia y una integración pacífica de todos los pueblos.
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