Diez años de criminal impunidad
A una década del plan destructivo contra Siria y su pueblo: su lucha es la de todos. No está sola en la resistencia.
Al cumplirse una década de la no-casual cadena de sucesos de 2011 que dio lugar a la criminal imposición de la “Teoría del Caos Controlado ” a través de la llamada estrategia de “cambio de régimen” y un conjunto de procesos de desestabilización sobre toda la Región Árabe, hoy pueden observarse sus aberrantes resultados.
Bajo el falaz concepto de “primavera” que solo fue tal para los objetivos de los enemigos de dicha región, el destructivo programa nos obsequió, por ejemplo, el genocidio y la destrucción del Estado nacional en Libia, entre otros nocivos ‘grandes logros’ que se podrían enumerar.
En ese marco, hoy la República Árabe Siria sigue resistiendo el embate imperial del ‘gobierno permanente’ que controla a Washington y por añadidura a su amplia red de socios y esbirros internacionales, comenzando por la Unión Europea y el régimen de Israel, ocupante de Palestina y el Golán Sirio, junto a quienes se han aliado en forma igualmente criminal las principales petro-monarquías árabes del Golfo junto Turquía y el neo-otomanismo de Erdogan.
Desde el máximo repudio y la supina indignación vemos como Siria, un Estado del Cercano Oriente árabe, enclavado en el corazón de la tierra ancestral de la humanidad toda, heredero natural de la magnífica cultura sirio-cananea que fuera origen de la civilización hasta donde la ciencia hoy registra, sufre su condición de víctima de un macabro plan que ya lleva una década propiciando toda una batería de tumores malignos tan letales como difíciles de extirpar, para cualquier país y pueblo del mundo.
Nos referimos a conceptos como: la desestabilización, la muerte, el terrorismo fanático artificialmente creado y sostenido, la ocupación imperial, el saqueo y la expoliación de recursos, la hipócrita utilización de los refugiados y sus necesidades humanitarias, las aceitadas campañas de desinformación y manipulación de masas desde los medios dominantes occidentales, los ataques aéreos indiscriminados y bajo impresentables y falaces pretextos, los atentados de falsa bandera seguidos de operaciones mediáticas y militares… y la oscura enumeración no termina allí.
Ese terrorismo impuesto, que desde 2018 fue derrotado por la voluntad del pueblo sirio, su valiente ejército y su patriota liderazgo, con la ayuda de países amigos de la resistencia, hoy se ha reconvertido.
Como si fuera poco lo ya sufrido por Siria, la campaña de sus enemigos ha tomado hoy la forma de un brutal y asfixiante “terrorismo económico-financiero” impulsado por EEUU y la UE, el cual sin miramientos busca empujar a los 18 millones de sirios que habitan el país, a las garras del hambre y una explosiva crisis inflacionaria, que obstaculice la reconstrucción nacional, y que pueda dar lugar al descontento social para así extender el clima de inestabilidad propicio para un eventual re-impulso del plan destructivo del Estado nacional.
Más grave aún es que todo ello sucede en el marco de un decrepito, cuasi obsoleto y desequilibrado sistema internacional, en el que impera “la ley de la selva” y donde es moneda corriente el “doble rasero” que da lugar al avasallamiento del derecho internacional y del respeto a la voluntad de los pueblos y estados del mundo, siempre para beneficio exclusivo de la agenda imperial de los poderosos, especialmente Washington, sus aliados europeos encabezados por París y Londres y su eterno socio enquistado en el Levante, el régimen de apartheid de Israel.
Debe entenderse que la lucha de Siria es ejemplar para el mundo todo. Hoy, los descendientes de quienes obsequiaron ciencia, cultura y fe al mundo civilizado, están librando la madre de las batallas: un mortal enfrentamiento por la subsistencia entre quienes desean la hermandad y respeto entre los pueblos en un mundo justo, fraterno y humano; frente a aquellos que defienden -o son serviles a- la agenda de las bestias empoderadas por un abrumador dominio material, opuesto a los valores humanos y desprovisto de ellos, gracias a cuyo uso y abuso están llevando a una –tristemente- adormecida humanidad, hacia el inevitable abismo de la autodestrucción.
Por ello, desde esta tribuna no cesaremos en alzar la voz en favor de la justicia, la paz y el respeto al derecho de los pueblos y estados del mundo, como único camino hacia la supervivencia de la humanidad en su conjunto y sus valores humanísticos y civilizatorios.
Hoy la República Árabe Siria, nos ha demostrado cómo con valentía y patriotismo se puede resistir durante una década a tan terrible y brutal conspiración y como valientemente se puede seguir resistiendo en esa batalla que está librando por todos nosotros. Y por ello, su noble pueblo ha pagado y sigue pagando el precio.
Pero no está sola en la resistencia. Junto a miles de voces en el mundo que claman por justicia, seguiremos brindándole nuestro incondicional apoyo ético, moral y material, hoy y siempre.
¡Viva Siria y su valiente, noble y honorable pueblo!
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