Dany Hanna
Por Yaoudat Brahim
Dany Hanna tenía 27 años. Se recibió de químico hace 3 años y decidió cumplir con la ley del servicio militar en Siria. El Miércoles pasado, en el barrio de Al Qaimeira de la ciudad de Damasco, mientras se encontraba esperando el servicio de transporte público perdió la vida por el impacto de tres proyectiles de mortero que cayeron en esta área. En la misma tragedia, cinco personas más fallecieron, una de ellas una niña de ocho años, y otras trece resultaron heridas.
Su padre Chehadi Hanna y su madre Naual Deglawi, sumidos en el dolor y la impotencia, todavía y tal vez nunca encuentren respuestas a este doloroso hecho que interrumpió la vida promisoria de uno de sus hijos. Sus preguntas, lamentos, angustias y porqués, son infinitas. Lo criaron, le enseñaron, lo educaron, lo vieron crecer y en plena vida, obuses cobardes barrieron con todas sus esperanzas.
Aquellos que estaban detrás del mortero asesino, sean quienes fuesen, no conocían a Danny ni tenían un plan particular de matarlo o matar a la niña que estaba cerca de él. Simplemente dispararon para matar. No era el primero ni será el último en esta diabólica tarea sinrazón que se ha convertido en la misión diaria del oscurantismo enceguecedor y la destrucción como forma de vida.
Justo recibí esta noticia (Dany es un sobrino mío) al tiempo que estaba y estamos todos recibiendo las noticias de la desintegración calamitosa del Levante. Ambos dolores, el particular y el colectivo, tocaron las puertas y se incrustaron en nuestros corazones. Dolores distintos pero no diferentes. Ambos vienen acompañados con el sufrimiento, la impotencia, la zozobra y las preguntas sin respuestas.
¿Quién mató a Dany y a todos los Danys que mueren a diario en Siria, palestina e Irak y que pretenden que se mueran también en el Líbano?. ¿A quién inculpar o, en su caso, en aras de qué superior propósito aceptar y resignar?. Los miles de Danys no se están muriendo por causas naturales, ni accidentes, ni por delitos comunes. Sus muertes son políticas y responden a intereses creados y alguien debe asumir la responsabilidad.
Estos Danys se mueren en el marco de conflictos políticos internos que tienen sus causas en problemas internos y conflictos regionales y proyecciones en conflictos internacionales. Se mueren por luchas confesionales provocadas y originadas sin lugar a duda en conflictos persistentes como lo es la ocupación de Palestina, la invasión a Irak, la ocupación del Líbano, la exportación de fanatismos religiosos, la inmoralidad que reina en la política internacional y la codicia y voracidad de los sistemas hegemónicos.
Allí se juntan los dolores particulares y colectivos, mas no se alivian entre sí sino se potencian. Es un dolor total. Es la pérdida del uno y del todo. Allí está la encrucijada de Chehadi Hanna y Naual Deglawi y la nuestra. La encrucijada de saber y no poder. La de haber apostado a la vida, al conocimiento, al progreso y a la paz mientras que otros apostaban a la muerte, la ignorancia, el retroceso y la guerra. Mientras Nawal, como todas las madres como ella, trabajaba para ver a su hijo en los jardines de la felicidad, otros, desde adentro y desde afuera sin distinción, estaban preparando el camino para llevarnos a la era de las cavernas, matarnos o expulsarnos hacia los confines de la aniquilación.
¿Acaso no se sabía que la ocupación de Palestina desataría una ola de conflictos interminables?. ¿Acaso las potencias no pensaron en las consecuencias de haber jugado con el destino de la región hace un siglo atrás?. ¿Acaso la invasión a Irak fue una práctica de entrenamiento?. ¿Acaso las usinas del fanatismo religioso de occidente y oriente, del judaísmo, el cristianismo y el islam son puras usinas de devoción?.
Que importante fuiste Dany y lo son todos los Dany que están muriendo a diario. Sin saberlo, ustedes fueron el gran escollo ante el saqueamiento de las riquezas de sus países. Sin saberlo, ustedes fueron las piedras en el camino de los nuevos tártaros y bárbaros que pululan en la región. Ustedes fueron y siempre serán los guardianes de la vida frente a las hordas de la muerte.
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