Adalides de la discriminación

Esperando cosechar apoyos en su ciudadanía, y continuando con su proceso colonizador y usurpador, el régimen de Tel Aviv aprobó recientemente en su parlamento la llamada ley de estado judío, que pretende legalizar la discriminación y limpieza étnica de la expoliada población natural de Palestina. 

Tras el ilegal reconocimiento unilateral estadounidense de Al Quds (Jerusalén) como capital del régimen sionista, la lógica de los muros, la segregación, la discriminación y el racismo, se impone una vez más como moneda corriente para el pueblo palestino, que sigue sufriendo cotidianamente el asesinato de niños, la persecución política, el encarcelamiento injusto, la tortura, la expropiación, la usurpación y el ahogo económico, ante el silencio cómplice del concierto internacional, y el aval absoluto de la administración Trump que aplaude a sus incondicionales aliados en la región.

No es coincidencia, tratándose del actual liderazgo de Washington que ha mostrado superar a sus predecesores en la clara política de erigir muros y discriminar a los ciudadanos del mundo entre “deseables” e “indeseables”, como ya lo viene haciendo desde antaño también su sociedad en el ámbito doméstico.

Mientras tanto, Palestina y su justa causa siguen esperando la asistencia concreta de sus hermanos de la región árabe, donde una vez más solo se distribuyen las reacciones denunciatorias y declamatorias, entre la mayoría de, también golpeados, que “quieren pero no pueden” y una minoría poderosa que “puede pero no quiere”.

Desde nuestra tribuna, continuamos esgrimiendo la pluma, nuestro único y valioso recurso para denunciar la injusticia y lanzar nuestro llamado a los justos del mundo a sumarse en favor de la necesaria victoria de la “fuerza del derecho” por sobre el “derecho de la fuerza”.