Siria se expide al cumplirse 11 años de agresión terrorista impuesta

Han pasado once años desde la agresión terrorista apoyada por los Estados Unidos y los países occidentales contra Siria, cuyo principal objetivo era impedir el renacimiento civil, económico y social de Siria, destruir sus logros e infraestructura, además de derramar la sangre de un gran número de los jóvenes sirios que defienden su dignidad, así como la soberanía y unidad de la Tierra y el Pueblo.

A pesar del fracaso de la conspiración contra Siria, la vacilación del proyecto hostil y la derrota que les infligió al valiente Ejército Árabe Sirio, con el pueblo abrazándolo contra las organizaciones terroristas y sus operadores; los países que conspiran contra Siria todavía viven en la ilusión de sus conspiraciones, en completa desconexión de la realidad y pronunciando declaraciones que derraman lágrimas de cocodrilo por los sirios. Demuestran así su condición de hipócritas, ya que ellos fueron la principal causa del sufrimiento de los sirios como resultado del terrorismo y las ilegítimas medidas coercitivas unilaterales.

Quien derrame la sangre de los sirios, destruya sus logros, continúe robándoles sus riquezas y aliente a las milicias separatistas a dañar la integridad territorial de Siria, tiene la responsabilidad política, moral y penal por ello.

Los países hostiles a Siria, cuyo proyecto terrorista ha sufrido una estrepitosa derrota, son incapaces de imponer condiciones o dictados a los sirios.

La descarada intervención estadounidense y occidental en Ucrania mostró su responsabilidad por lo que está sucediendo en ella durante los últimos días para servir a sus estrechos intereses y su deseo de dominar las capacidades del mundo, que son las mismas políticas brutales que practicaron en Siria durante los últimos años en apoyo del terrorismo, lo que también demuestra su responsabilidad en la destrucción infligida a Siria e impide la consolidación de la estabilidad en Siria, y tratando de revivir lo que no lograron en los últimos once años para servir a sus agendas al impedir el establecimiento de un nuevo orden mundial que pondría fin a la singularidad de los Estados Unidos y el Occidente colonial en el manejo de los asuntos mundiales, el control de su riqueza y la confiscación de las decisiones nacionales de los pueblos.