Refugiados sirios rescatados en el Mediterráneo

“Fue una acción humanitaria en toda regla. Salvamos 194 vidas”, dijo la capitana, María Ángeles Campos, del buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa, con base en Vigo. Pasó la noche más agitada de su carrera pero se sentía orgullosa. Respondió al teléfono desde el puerto siciliano de Augusta tras cumplir su misión más emotiva y desembarcar sanos y salvos en Italia a 194 refugiados sirios, un tercio de ellos niños. “No puedo olvidar sus sonrisas tras hallar su barco a la deriva en aguas entre Grecia y Sicilia. De no haber estado a unas 30 millas del carguero cuando recibió la alerta, quizás habría que lamentar una tragedia”, contó Campos.

La embarcación de la Guardia Costera islandesa TYR, que hacía controles de inmigración en el marco de la operación Tritón de la agencia de protección de fronteras, salvó a los otros 300.

El conflicto en su país los llevó a huir a la costa y a embarcarse hacinados en un buque de 50 metros de eslora para cruzar el Mediterráneo en busca de un refugio en Italia. Al cuarto día, agotaron el combustible y quedaron a la deriva. Seis días después se encontraban deshidratados, pero fueron rescatados a 150 millas al este del puerto de Agusta, minutos antes de que el carguero se hundiera.

“Lo que van a hacer ahora con ellos no lo sé, aquí había mujeres y niños, supongo que los llevarán a un campo de refugiados y que los atenderá la Cruz Roja. En Italia, las autoridades ya están acostumbradas a recibir 400 o 500 personas al día. Desgraciadamente, es una situación muy común en estas aguas”, dijo la capitana.

Campos se hallaba en la madrugada del día 9 en el puente. Venía pensando en que llegaba a tiempo de celebrar la Navidad cuando oyó por la emisora Inmarsat una alerta de Salvamento Marítimo de Roma que pedía ayuda para rescatar a 200 personas. Puestos en contacto con la patrullera islandesa, le comunicaron la posición del barco.

Un tercio eran niños

Campos llevaba apenas siete meses a cargo de su buque y ahora se enfrentaba al primer rescate en su carrera. La capitana dedicó cinco horas a hacer maniobras para transbordar a los pasajeros. “En ese barco iba demasiada gente, estaban hacinados”, cuenta. En sus 15 años de profesión y seis y medio a bordo del Sarmiento de Gamboa no se había encontrado con una crisis humana de esta escala.

Entre los 194 que subieron al buque oceanográfico había 61 niños (varios eran bebés de solo 15 días), 54 mujeres y 79 hombres, todos de nacionalidad siria. Los acompañaron dos médicos de la patrullera islandesa.

La tripulación del Sarmiento de Gamboa, de 20 miembros, dos de ellos de la Unidad de Tecnología Marina del CSIC, se volcó con los recién llegados. Iban bien abrigados y los más pequeños sonrieron felices al hallarse a salvo. Les sirvieron agua, jugos y fruta para luchar contra la deshidratación, así como mantas para reducir los riesgos de hipotermia y protegerlos del frío.

El Sarmiento de Gamboa forma parte de la flota del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pero un 20 % está participado por la Xunta.

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