Damasco: la milenaria ciudad de los jazmínes

Como en cualquier ciudad árabe, los zocos o mercados tradicionales abundan en Damasco, tanto cubiertos como al aire libre, y están separados en especialidades: alimentos, artesanía, especias, metal, joyería, ropa y calzado, entre otros muchos.

Abarrotado hasta altas horas de la noche, el gran Mercado de Hamidiyya (Souq Al Hamidiyya) es un claro ejemplo de la vida en la Ciudad vieja de Damasco, donde se ofertan desde las exquisitas dagas damasquinas hasta dulces, especias y alimentos.

Como en el resto de la metrópoli, en esa zona es habitual observar a grupos de hombres que conversan mientras fuman narguile, las famosas pipas de agua que mezclan el tabaco saborizado con otras plantas y sabores. En esa parte de la urbe, llena de jazmines, las tradiciones y la modernidad se dan la mano.

Visitar el lugar es sumergirse en los cuentos de Las mil y una noches: caóticos y laberínticos bazares entremezclados con construcciones que datan de miles de años.

En sus estrechas y serpenteantes callejuelas, donde es muy fácil perderse, abundan los Hammam (baños públicos). Vetusta pero deslumbrante, esta parte de la ciudad atesora como pocas la historia del Oriente Medio, sus civilizaciones, tradiciones, culturas y religiones.

En Damasco, el visitante encuentra ruinas de construcciones romanas o bizantinas junto a iglesias cristianas de cientos de años, mezquitas levantadas por la dinastía Omeya como la Gran Mezquita de Damasco (de gran importancia en el Islam, luego de los tres grandes centros espirituales principales); o edificaciones del período mameluco y otomano. En esta ciudad sus habitantes conviven con la historia.

Damasco es considerada la capital más antigua del mundo habitada de manera continua.

Rodeado de murallas de la época romana y mejoradas durante la Dinastía Ayubí, su centro histórico de 135 hectáreas fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Aunque en la actualidad faltan grandes tramos, ya que durante siglos la piedra fue utilizada para nuevas construcciones, aún se conservan pedazos.

Todavía están en pie ocho de las puertas históricas: tres de ellas al norte: Bab Al Faraj (Puerta de la Liberación), Bab Al Faradis (Puerta del Paraíso) y Bab Al Salam (Puerta de la Paz); en la esquina nordeste está Bab Tuma (Puerta de Santo Tomás); al este Bab Sharqi (Puerta oriental: la más antigua al remontarse a la época romana); al sureste Bab Kisan (Puerta de Kisan, por donde, según la tradición, San Pablo apóstol huyó de Damasco, descendido de las murallas en un cesto; hoy existe allí una capilla que recuerda el suceso), al sur Al Bab Al Saghir (La Puerta Pequeña) y al suroeste Bab Al Jabiya.

Síntoma de la diversidad cultural y el Islam tolerante que se practicó en la región durante centurias, vetustos templos cristianos resisten aún el paso del tiempo, siendo la ciudad sede de tres de los cinco patriarcados orientales que se consideran sucesores de la antigua capital siria de Antioquia; con sus respectivas catedrales estos son el Patriarcado Greco Ortodoxo (Iglesia de Antioquía), el Patriarcado Sirio Ortodoxo y el Patriarcado Greco-Católico Melquita.

Con sus bellos jardines cubiertos de jazmines, el Palacio de Azm, es un ejemplo de casa tradicional de Damasco, construido durante la presencia otomana en 1750.

Hoy la ciudad capital de la Republica Árabe Siria fiel a su tradición de importancia y centro de intercambio de la región, concentra el manejo nacional de la estructura de gobierno, el comercio, salud, educación y transporte del país.