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Siria
viernes, 31 de enero de 2025

Anuncian reformas radicales para Siria: despidos y privatizaciones en el horizonte

Por Redacción Diario Sirio Libanés

Los nuevos funcionarios del gobierno de-facto en Damasco anuncian cambios radicales que incluirán el achicamiento del Estado con el cierre de empresas públicas y la apertura hacia una “economía competitiva de libre mercado”. Analistas señalan paralelismos con la receta destructiva contra Yugoslavia impuesta en los años 90.

Fuente: Agencias

La nueva administración de-facto impuesta en Siria llevará a cabo una reforma radical de la colapsada economía del país, incluyendo planes para despedir a un tercio de los empleados del sector público y privatizar empresas estatales, informó Reuters el viernes.

El ritmo de la anunciada campaña "contra el despilfarro y la corrupción" —que ya ha provocado la primera ola de despidos de trabajadores apenas unas semanas después del impuesto cambio de régimen— ha provocado protestas entre los empleados públicos y temores de despidos por motivos sectarios, destacó el informe.

Los ministros del gobierno de transición interino, formado por el grupo Hay'at Tahrir al-Sham (HTS), dijeron a Reuters sobre los planes para reducir el tamaño del Estado, incluida la eliminación de muchos de los llamados "empleados fantasmas", individuos que recibían salarios por poco o ningún trabajo bajo el régimen anterior.

Privatizaciones

El nuevo ministro de Economía, Basil Abdel Hanan, dijo a Reuters que ahora hay un cambio importante hacia "una economía competitiva de libre mercado".

Según el funcionario, el gobierno interino de Siria avanzará hacia la privatización de las empresas industriales estatales, que actualmente suman 107, la mayoría de las cuales operan con pérdidas. No especificó qué empresas se venderían, pero se comprometió a mantener los activos "estratégicos" de energía y transporte en manos públicas.

El ministro de Finanzas, Mohammad Abazeed, dijo en una entrevista que algunas empresas estatales parecen existir únicamente para malversar fondos y serían cerradas.

Señaló, citando una auditoría inicial, que sólo el 70% de los 1,3 millones de personas que figuran en la nómina del gobierno realmente van a trabajar. "Esto significa que hay 400 mil nombres fantasmas", dijo Abazeed en su oficina, añadiendo que "eliminarlos ahorrará recursos significativos".

Por su parte, el ministro de Desarrollo Administrativo, Mohammad Alskaf, que supervisa el empleo en el sector público, dijo a Reuters que el Estado sólo necesitará entre 550 y 600 mil trabajadores, menos de la mitad de la fuerza laboral actual.

Abazeed explicó que el objetivo de estas reformas, junto con la simplificación del sistema tributario a través de condonaciones de multas, es eliminar obstáculos y alentar a los inversores a regresar a Siria. "Para que sus fábricas dentro del país puedan servir como plataforma de lanzamiento" para las exportaciones globales, añadió.

El ministro de Economía declaró que la política económica se estructurará para mitigar las repercusiones de las rápidas reformas de mercado, con el objetivo de prevenir la agitación económica de la recesión y el desempleo que siguió a la "terapia de shock" impuesta a los estados postsoviéticos de Europa durante la década de 1990. "El objetivo es equilibrar el crecimiento del sector privado con el apoyo a los más vulnerables", afirmó.

A su vez, se ha anunciado un aumento de los salarios estatales fuertemente debilitados por los años de guerra impuesta a Siria (que actualmente promedian alrededor de 25 dólares mensuales) a un promedio de 100 dólares, que entrará en vigor en febrero. Además, está implementando medidas para amortiguar el impacto de los despidos, ya sea otorgando indemnizaciones o colocando temporalmente a algunos trabajadores en licencia mientras se reevalúan las necesidades de empleo. 

Protestas

Los planes de reforma provocaron protestas en enero en varias ciudades, incluidas Daraa, en el sur de Siria, y Lataquia, en la costa. Los empleados de la Dirección de Salud de Daraa organizaron una protesta sosteniendo carteles que decían: "No al despido arbitrario e injusto".  Otras similares se han visto en las últimas semanas en Lataquia, por parte de empleados judiciales, entre otros.

Actualmente, la administración carece de un registro preciso y confiable de los empleados públicos. Está en proceso de construir una base de datos del personal del sector público, para lo cual exige que los empleados completen un formulario de registro en línea. El Ministro de Desarrollo Administrativo afirmó que se espera que el sistema esté operativo dentro de seis meses, con un equipo de 50 personas trabajando en su implementación. 

Lo previsto: bienvenidos a la libertad (de mercados)

Según expresó en su investigación de mediados de diciembre último Kit Klarenberg, periodista y colaborador de MintPress News, la victoria del Estado Profundo estadounidense en su plan de aniquilar a Siria como Estado soberano e independiente, implicaría mas temprano que tarde la privatización de Siria y su ingreso al circuito de dependencia del capital transnacional con base en el Occidente colectivo, mediante la venta de sus activos productivos y el empobrecimiento de su población.

“A pesar del caos y la precariedad de la Siria post-Assad, una cosa parece segura: el país quedará por fin expuesto a la explotación económica occidental”, afirmaba Klarenberg.

De hecho, ya varios informes mostraban en diciembre que HTS había informado a los líderes empresariales locales e internacionales que, cuando asumiera el cargo, “adoptaria un modelo de libre mercado e integraría al país a la economía global, en un cambio importante respecto de décadas de control estatal corrupto”.

Como expresa el analista internacional Alexander McKay, partes de la economía siria controladas por el Estado pueden haber estado bajo Assad, pero no eran corruptas. Cree que una característica sorprendente de los ataques contra la infraestructura siria por parte de fuerzas dentro y fuera del país es que los sitios económicos e industriales han sido un objetivo recurrente. A su vez, el gobierno dominado por el HTS no ha hecho nada para contrarrestar estas andanadas cuando "asegurar activos económicos clave será vital para la reconstrucción social y, por lo tanto, una cuestión de prioridad":

“Podemos ver claramente qué tipo de país planean construir estos ‘rebeldes moderados’. Fuerzas como HTS están aliadas con el imperialismo estadounidense y su enfoque económico lo reflejará. Antes de la guerra por poderes, el Gobierno sirio había seguido un enfoque económico que mezclaba propiedad pública y elementos de mercado. La intervención estatal permitió un grado de independencia política del que carecen otras naciones de la región. La administración de Assad tuvo claro que, sin una base industrial es imposible ser soberano. El nuevo enfoque de ‘libre mercado’ verá todo eso completamente diezmado”, afirmaba McKay.

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Proyecto de reconstrucción

La independencia económica y la fortaleza de Siria bajo el gobierno de Assad y los beneficios que obtuvo como resultado de ello para los ciudadanos comunes nunca fueron reconocidos en el imaginario hegemónico masivo, ya sea antes o durante la guerra impuesta que duró una década. Sin embargo, innumerables informes de importantes instituciones internacionales subrayan esta realidad, que ahora ha sido brutalmente derrotada y nunca volverá.

Por ejemplo, un documento de la Organización Mundial de la Salud de abril de 2015 señaló que Damasco “tenía uno de los sistemas de atención de salud mejor desarrollados del mundo árabe”.

También, según una investigación de la ONU de 2018, se extendió la “atención médica universal y gratuita” a todos los ciudadanos sirios, quienes “disfrutaron de algunos de los niveles más altos de atención en la región”. La educación también era gratuita y, antes del conflicto desatado en 2011, “se estima que el 97% de los niños sirios en edad de asistir a la escuela primaria asistían a clase, y se pensaba que las tasas de alfabetización de Siria superaban el 90% tanto para hombres como para mujeres [énfasis añadido]”. Para 2016 , más de la mitad de los 6 millones de niños en edad escolar estaban fuera de la escuela.

Un informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU publicado en 2018 señaló que, antes de la guerra, Siria “era el único país de la región de Oriente Medio que era autosuficiente en producción de alimentos”, y que su “próspero sector agrícola” contribuía “aproximadamente el 21%” del PIB entre 2006 y 2011. La ingesta calórica diaria de los civiles estaba “a la par de la de muchos países occidentales”, y los precios se mantenían asequibles gracias a los subsidios estatales. Mientras tanto, la economía del país era “una de las de mejor desempeño de la región, con una tasa de crecimiento promedio del 4,6%” anual.

Para diciembre de 2024, Damasco se había visto reducida a una fuerte dependencia de las importaciones debido a las llamadas ‘sanciones’ occidentales en muchos sectores e, incluso entonces, apenas podía comprar o vender nada , ya que las medidas equivalían a un embargo efectivo  . Al mismo tiempo, la ocupación militar estadounidense de casi un tercio de Siria, rico en recursos,  cortó el acceso del gobierno a sus propias reservas de petróleo y trigo. La situación solo empeoraría  con la aprobación de la denominada ‘Ley César de Protección Civil de Siria’ en junio de 2020 .

Bajo sus auspicios, se prohibió y sigue prohibiendo hoy la venta o el intercambio con cualquier ciudadano o entidad siria de un gran volumen de bienes y servicios en todos los ámbitos imaginables. Los términos de la legislación  establecen explícitamente que su principal objetivo era impedir los intentos de reconstruir Siria. En un pasaje se describe abiertamente “una estrategia para disuadir a las personas extranjeras de firmar contratos relacionados con la reconstrucción”.

Inmediatamente después de entrar en vigor, el valor de la libra siria se desplomó aún más, lo que hizo que el costo de la vida se disparara. En un abrir y cerrar de ojos, casi toda la población del país quedó en condiciones de apenas permitirse siquiera lo más esencial. Incluso los medios tradicionales  (hegemónicos), que suelen aprobar la beligerancia hacia Damasco, advirtieron de una inevitable crisis humanitaria inminente. Sin embargo, Washington no se preocupó ni se desanimó por tales advertencias. James Jeffrey, jefe de política para Siria del Departamento de Estado, aplaudió activamente  estos acontecimientos.

Al mismo tiempo, como Jeffrey admitió posteriormente  a la cadena pública PBS, Estados Unidos mantenía comunicaciones frecuentes y secretas con HTS y ayudaba activamente al grupo, aunque de forma “indirecta” debido a que el Departamento de Estado había designado a la facción como entidad terrorista. Esto se produjo después de que sus líderes, entre ellos Abu Mohammed Jolani (actual Ahmad Al Sharaa presidente interino de-facto ), se pusieran en contacto con Washington. “Queremos ser sus amigos. No somos terroristas. Sólo estamos luchando contra Assad”, según se informa, dijo HTS.

Dado este contacto, puede que no sea coincidencia que en julio de 2022  , Jolani emitiera una serie de comunicaciones sobre los planes de HTS para el futuro de Siria, que contenían múltiples pasajes en los que las finanzas y la industria ocupaban un lugar destacado. Anticipando directamente la reciente promesa del grupo de “adoptar un modelo de libre mercado”, el líder extremista habló de su deseo de “abrir los mercados locales a la economía global”. Muchos pasajes parecen escritos por representantes del Fondo Monetario Internacional.

Coincidentemente, Siria, desde 1984, ha rechazado  los préstamos del FMI, una herramienta clave con la que el imperio estadounidense mantiene el sistema capitalista global y domina el Sur Global, asegurando que los países "pobres" permanezcan bajo su yugo. La Organización Mundial del Comercio, de la que Damasco tampoco es miembro  , desempeña un papel similar . La adhesión a ambas contribuiría en cierta medida a consolidar el "modelo de libre mercado" propugnado por HTS.

Terapia de shock: de Belgrado a Damasco

En el prolongado desmantelamiento político y económico de Siria hay ecos inquietantes de la destrucción de Yugoslavia por parte del imperio estadounidense a lo largo de los años 1990.

Durante esa década, la desintegración de esa federación socialista multiétnica produjo amargas guerras de independencia en Bosnia, Croacia y Eslovenia, alentadas, financiadas, armadas y prolongadas a cada paso por las potencias occidentales. La percepción de centralidad de Belgrado en esos conflictos brutales y su presunta complicidad y patrocinio de horrendos crímenes de guerra llevaron al Consejo de Seguridad de la ONU a imponer sanciones (impulsada por EEUU) contra lo que quedaba del país en mayo de 1992.

Las medidas fueron las más duras jamás impuestas en la historia de la ONU. En un momento, produjeron una inflación del 5,578 trillones por ciento, el abuso de drogas, el alcoholismo, las muertes evitables y los suicidios se dispararon, mientras que la escasez de bienes, incluida el agua, era perpetua. La industria independiente yugoslava, otrora próspera, quedó paralizada y su capacidad para fabricar incluso medicamentos de uso diario era prácticamente inexistente.

Años después, al examinar los estragos, Foreign Affairs señaló que las sanciones contra Yugoslavia demostraban que “en cuestión de meses o años se pueden devastar economías enteras”, y que esas medidas pueden servir como “armas de destrucción masiva” excepcionalmente letales contra las poblaciones civiles de los países atacados. Sin embargo, a pesar de tanta desolación y miseria, durante todo ese período Belgrado se mantuvo resistente a la privatización y a la propiedad extranjera de su industria o al saqueo de sus vastos recursos, dado que la abrumadora mayoría de la economía de Yugoslavia era de propiedad estatal o de los trabajadores.

Yugoslavia no era miembro del FMI, el Banco Mundial ni la OMC, lo que en cierta medida contribuía a aislar al país de la depredación económica. Sin embargo, en 1998 las autoridades comenzaron a librar una dura contrainsurgencia contra el denominado Ejército de Liberación de Kosovo, una milicia extremista vinculada a Al Qaeda y financiada por la CIA y el MI6. Esto proporcionó al imperio estadounidense un pretexto para, por fin, terminar la tarea de neutralizar lo que quedaba del sistema socialista del país.

Como admitió más tarde un funcionario de la administración Clinton: “Fue la resistencia de Yugoslavia a las tendencias más amplias de reforma política y económica [en Europa del Este] –no la difícil situación de los albanokosovares– lo que mejor explica la guerra de la OTAN”.

Entre marzo y junio de 1999, la alianza militar bombardeó Yugoslavia durante 78 días seguidos, pero el ejército de Belgrado apenas estuvo en la línea de fuego en ningún momento. En total, oficialmente, la OTAN destruyó sólo 14 tanques yugoslavos, pero 372 instalaciones industriales quedaron hechas trizas, dejando a cientos de miles de personas sin trabajo. Es notable que la alianza haya seguido las instrucciones de las empresas estadounidenses sobre los lugares a atacar y que no se alcanzó ni una sola fábrica extranjera o privada.

Los bombardeos de la OTAN sentaron las bases para la destitución del líder yugoslavo Slobodan Milosevic mediante una revolución de colores patrocinada por la CIA y la Fundación Nacional para la Democracia en octubre del año siguiente. En su lugar, tomó el poder un gobierno tenazmente pro-occidental asesorado por un colectivo de economistas patrocinados por EEUU. Su misión explícita era “crear un entorno económico favorable para las inversiones privadas y de otro tipo” en Belgrado. En el momento en que asumieron el cargo, se implementaron devastadoras medidas de “terapia de shock”, en mayor detrimento de una población ya empobrecida hasta la miseria.

En las décadas transcurridas desde entonces, los sucesivos gobiernos apoyados por Occidente en toda la ex Yugoslavia han aplicado una serie interminable de “reformas” neoliberales para garantizar un entorno “favorable a los inversores” a nivel local para beneficio de los ricos oligarcas y las corporaciones occidentales. Al mismo tiempo, los bajos salarios y la falta de oportunidades de empleo persisten o empeoran, mientras que los costos de vida aumentan, lo que produce una despoblación masiva, entre otros efectos destructivos. Durante todo este tiempo, los funcionarios estadounidenses íntimamente implicados en la desintegración del país han buscado descaradamente enriquecerse con la privatización de las antiguas industrias estatales yugoslavas.

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Paralelismo

¿Acaso le espera a Damasco un destino semejante? Para Pawel Wargan, coordinador político de la Internacional Progresista, la respuesta es un rotundo “sí”. Cree que la historia del país resulta familiar “para quienes estudian los mecanismos de la expansión imperialista”. Una vez que sus defensas estén totalmente neutralizadas, prevé que las industrias del país serán “compradas a precios de ganga como parte de las ‘reformas’ de mercado, que transfieren otra porción de la riqueza de la humanidad a las corporaciones occidentales”:

“Hemos presenciado la coreografía bien ensayada del cambio de régimen imperialista: se derroca a un ‘tirano’; se reprime sistemática y brutalmente a los partidarios de la soberanía nacional; con una violencia tremenda, pero oculta, se cortan en pedazos los activos del país y se venden al mejor postor; se descartan las protecciones laborales; se truncan vidas humanas. Las formas más depredadoras del capitalismo se arraigan en cada grieta y poro que surge del colapso del Estado. Esta es la agenda de las políticas de ajuste estructural impuestas por el Banco Mundial y el FMI”, afirma.

Alexander McKay se hace eco del análisis de Wargan. Ahora la “Siria libre”, se verá obligada a depender cada vez más de las importaciones de Occidente. Esto no sólo engorda los ingresos del Imperio, sino que “también restringe severamente la libertad de cualquier gobierno sirio para actuar con algún grado de independencia”.

“El objetivo es reducir a Siria al mismo estatus que el Líbano, con una economía controlada por fuerzas imperialistas, un ejército utilizado principalmente para la represión interna y una economía que ya no puede producir nada, sino que simplemente sirve como mercado para bienes producidos en otros lugares y como lugar de extracción de materia prima. Estados Unidos y sus aliados no quieren el desarrollo independiente de la economía de ninguna nación. Debemos esperar que el pueblo sirio pueda resistir este último acto de neocolonialismo”, concluye.

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