Informe Especial: Primera Parte: Líbano

El primer índice, Polity IV, califica la calidad de gobierno y otorgó a Líbano 7 puntos (democrático). La segunda calificación más alta en la región, obteniendo las mejores notas en la dimensión democracia (8), y la más baja en autocracia (1). Por último, la estabilidad política recibió un puntaje promedio de 5.

Con respecto a la elección presidencial, el informe de Polity IV resume los avatares sorteados por la política libanesa para formar un gobierno de unidad a partir de 2009. Entre otras cosas, se destaca la polarización de la política, y una caída del 27% en la participación electoral en 2009.

Sobre la paridad dentro del poder ejecutivo, el mismo documento resalta la división de responsabilidades ejecutivas entre Presidente y Primer Ministro; característica que incentivó la elección de representantes ideológicamente enfrentados para cada cargo.

El informe cierra destacando el nacimiento de un nuevo faccionalismo en Líbano. Mientras que el viejo faccionalismo continúa girando en torno a la religión, el nuevo quiebre responde a afiliaciones y lealtades geoestratégicas.

Debido a las dificultades para formar gobierno, la extensión de términos parlamentarios y vacancia presidencial, se espera que la calificación general se deteriore para los años 2013 y 2014.

El segundo índice, Transparencia Internacional, mide niveles de corrupción y calificó en 2014 a Líbano 27 puntos (muy corrupto). Esa calificación lo ubicó en el puesto 136 entre un total de 175 países. El organismo otorgó también calificó el secreto bancario de Líbano con 82 puntos, alcanzando el puesto 22 entre 71 países.

Las mediciones sobre la percepción de corrupción se extendieron al público en general. Durante el año 2010, 34% de los entrevistados confirmó haber pagado una coima, mientras que el 56% sintió que el control de la corrupción no es efectivo. Por último, un 82% de la opinión público siente que el nivel de corrupción aumentó en el período 2007-2010; siendo los partidos políticos las instituciones más corruptas, y las fuerzas armadas los menos.

Estos últimos datos fueron confirmados por la representación local de Transparencia Internacional en Líbano. La compra de votos y abuso de recursos estatales fue denunciado, luego de analizar la financiación electoral para la elección municipal de 2010.

La mejora de este índice conlleva un proceso de reformas y auditorías, porque la corrupción es parte de la cultura política en Líbano. Casos como la desviación de combustible denunciados durante 2014 dan fe de ello. Debido a esa cultura, sumada al secreto bancario y la malversación de fondos, no se espera una mejora del índice en el corto plazo.

El tercer índice, Paz Global, estima el nivel de conflictividad estatal y otorgó en 2014 a Líbano con 2,62 puntos (conflictivo). Ese puntaje lo ubica en el puesto 146 sobre un total de 162 países, con un costo estimado de la violencia de u$s 4,360 millones.

Al observar con detalle los indicadores, criminalidad en la sociedad y relaciones con los vecinos obtienen la peor calificación (5/5). Con 4 puntos le siguen acceso a las armas pequeñas  y ligeras, conflicto organizado (interno), manifestaciones violentas e inestabilidad política. Mientras que población encarcelada, importaciones y exportaciones de armas, personas desplazadas, conflictos luchados y muertes por conflictos (externos) registran las mejores calificaciones (1/5).

El índice se complementa con mediciones sobre actividades terroristas en el país. Esta medición otorga a Líbano una calificación de 6,40 puntos, ubicando al país en el puesto 14 de 162 países (alta actividad terrorista). De acuerdo con el índice, durante 2013 se reportaron 92 incidentes, con un total de 968 heridos y 134 muertes.

Este índice es muy sensible; la ausencia o  presencia de conflictos y la compra de armamento tienen un impacto visible en el corto plazo. En Líbano, el ingreso de material bélico francés y la continuidad del conflicto en Siria, pueden erosionar cualquier mejora derivada de la ausencia de conflictos internos.

El cuarto índice, Desarrollo Humano, computa un promedio de bienestar y calificó a Líbano en 2014 con 0,765 puntos (alto nivel de desarrollo). La nota ubicó al país en el puesto 65 entre 187 países, acumulando un crecimiento del 3,2% entre 2005-2013, siendo expectativa de vida (80) el indicador con mayor evolución.

En este índice, Líbano se encuentra dentro del grupo de países con mejores niveles de desarrollo humano, y por encima de la media regional. Luego de corregir el índice por desigualdad, la calificación pierde un 20.8% debido a la inequitativa distribución de la riqueza.

El índice es parte de un reporte publicado por Naciones Unidas, que también mide la desigualdad de género. Líbano recibe una calificación de 0,413 puntos, ubicándolo en el puesto 80 entre 143 países. Ello se debe a la muerte de 25 mujeres por cada 1.000 nacimientos y la subrepresentación en el Parlamento. En educación, por lo menos hasta el nivel secundario, la diferencia entre géneros no es significativa.

El desarrollo humano en Líbano describe una tendencia positiva para los últimos 20 años. El ingreso de alrededor de 1,1 millones de refugiados y otro medio millón de inmigrantes, desaceleró esa tendencia. Por eso, y debido al peso que conlleva en la corrección del índice, una mejora considerable será observable cuando se mejore la distribución de la riqueza.

El quinto índice, Progreso Social, mide múltiples dimensiones de mejoramiento social y para el año 2014 otorgó a Líbano una calificación de 60.05 puntos (progreso medio). El puntaje ubica al país en el puesto 83 entre 123 países. De las tres dimensiones que componen el índice, necesidades humanas básicas fue la mejor puntuada (74.35) y ubicada (65).  Al contrario, la dimensión oportunidades recibió la peor calificación (44.52), y bases para el bienestar la peor ubicación (95).

El informe sobre Líbano resalta su capacidad para brindar agua y sanidad, acceso a la educación y libertad  individual. Al contrario, la capacidad para proveer refugio, sustentabilidad ambiental y tolerancia e inclusión son las más cuestionadas. Sorprenden la baja calificación en tolerancia religiosa, y calificación promedio en corrupción y tolerancia de homosexuales.

Líbano tiene aquí un difícil partido, específicamente debido a la cantidad de refugiados dentro del país. La explotación de recursos no renovables y nuevas medidas migratorias tendrán un impacto negativo sobre el índice. Por otro lado, la política tiene la capacidad de hacer que categorías como derechos políticos, tolerancia religiosa y vivienda accesible mejoren considerablemente.

El sexto y último índice, Planeta Feliz, calcula la capacidad estatal para suministrar largas, felices y sustentables vidas y calificó a Líbano con 42.9 puntos (felicidad media-baja). Entre los 151 países, la calificación otorgada ubica al país en el puesto 76, siendo la dimensión mejor ubicada bienestar experimentado (5.2 puntos) e impacto ambiental (2.8 puntos)la peor.

Al igual que el índice de Desarrollo Humano, la corrección por desigualdad tuvo un fuerte impacto sobre la calificación, retrasando a Líbano 7 puestos de su ubicación original.

La mejora de este índice depende en gran parte de un cambio en  la idiosincrasia del libanés promedio. En otras palabras, hasta que el medio ambiente y la distribución del ingreso no se incorporen a la agenda política, no habrá cambio considerable en la calificación de este índice.

A modo de resumen y según los indicadores, occidente promueve la imagen de un Líbano democrático con un alto nivel de desarrollo humano, limitado por altos niveles de conflictividad y corrupción, reflejados en una felicidad media-baja y progreso social promedio.

La imagen de Líbano, construida a través de los índices, basados en valores occidentales, no se encuentra lejos de la realidad. Y en conjunto, las mediciones resaltan muchas de las razones por las que parte de la juventud libanesa migra. La migración no es un problema en sí mismo, sí lo son la falta de oportunidades e inestabilidad política, y la fuga de recursos humanos calificados.