Hadi salva su pellejo

Hadi y el grupo Ansarullah (Partidarios de Allah, en árabe) firmaron en las primeras horas del día jueves, un entendimiento que consta de nueve puntos. Por un lado, el presidente acordó considerar las demandas del grupo respecto a la reforma constitucional. Por el otro lado, la milicia se comprometió a abandonar el palacio presidencial, liberar al Jefe de Gabinete Ahmed Bin Mubarak, y alejarse de las residencias del presidente y del primer ministro. A pesar del compromiso alcanzado, las decisiones no se habían transmitido al terreno.

El episodio de rebelión culminó con una declaración de intenciones del presidente. Durante la misma, Hadi, expresó que “La reforma constitucional está sujeta a todo tipo de correcciones.” En respuesta, Mohammed Al Bukhaiti, miembro del politburó de la milicia, expresó a Reuters que “Este acuerdo es el último de una serie de medidas para implementar el Acuerdo de Paz y Cooperación Nacional , demostrando que Ansarullah nunca intentó socavar el proceso político de pacificación.”

Mientras tanto, Mohammed al-Usaimi, un hombre de 45 años de edad, empleado de la construcción que vive en la vecindad del presidente, dijo a la misma agencia que “Sanaa se terminó.” Y agregó, “Más allá de que nos pidan volver a nuestras obligaciones diarias, no tenemos seguridad ni trabajo al cual volver.” El sentimiento se hizo eco entre un grupo de ciudadanos que reunido frente a la Universidad de Sanaa, que pidió por “¡Una nueva revolución!” y “¡Basta de golpes!”

Finalmente, los avances de la milicia sobre la capital no culminaron en la destitución de Hadi. A pesar de ello, la debilidad presidencial y la incapacidad militar del Estado han sido expuestas. Más importante aún, los organismos internacionales hicieron poco por mantener a su títere en el cargo. Es así que Hadi continúa en el cargo solo porque obtuvo el beneplácito y cedió a las demandas de Ansarullah.

En el umbral de la incertidumbre

El gobierno de Yemen encontró en Ansarullah su enemigo más poderoso. La milicia no solo logró enfrentar militarmente al Estado demostrando gran capacidad, sino que además obtuvo gran influencia sobre la oficina ejecutiva. Por último, se irguió como el nuevo constructor de poder en Yemen, presentando a EEUU un nuevo dilema en su combate internacional contra el terrorismo.

Tanto el presidente como el primer ministro permanecen atrincherados en sus domicilios. Su guardia oficial se desbandó y dependen de la seguridad que la milicia pueda ofrecerles. Además, el jefe de gabinete continúa secuestrado y perdió el control efectivo sobre el terreno. Más peligroso aún, las milicias controlan bases militares y los accesos a la ciudad capital. Esto facilita el movimiento de grupos irregulares dentro del país, como también el ingreso y salida de militantes a través de la frontera.

La fuerte presencia de Al Qaeda en Yemen, sirvió a Washington de excusa para fortalecer su presencia en la región y en el país, en particular. Tal es así que se llamó a una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para analizar la situación. Más, la debilidad del ejecutivo yemení obliga a EEUU a establecer una comunicación indirecta con la dirección de Ansarullah, o arriesgar perder presencia sobre lo que considera un frente clave en su lucha contra Al Qaeda. El establecimiento del vínculo entre EEUU y Ansarullah es posible por la enemistad que existe entre los dos grupos yemeníes.

Por último, los Levantamientos Árabes del año 2011 llevaron a la destitución de Abdullah Saleh y arribo de un gobierno de transición, gracias a la intervención del Grupo de Cooperación del Golfo. Desde entonces se especuló sobre el proceso de pacificación y democratización, que se aleja con la sucesión de procesos electorales fraguados, enfrentamientos proselitistas y precarización de instituciones.