Conmemorando la Revolución de Julio Egipto celebró su Día Nacional

En conmemoración de la gran fecha nacional egipcia, el presidente de la República, Abdel Fattah El-Sisi, brindó el martes su mensaje a la ciudadanía.

El mismo, ofreció una visión histórica de “la gloriosa Revolución del 23 de julio; el día en que Egipto y su digno pueblo resucitan las memorias de días inmortales, que cambiaron la historia de Egipto y la región, donde terminó la larga colonización, inspiró a los pueblos del mundo y empujó sus esfuerzos hacia la liberación nacional”.

“Hemos aprendido de las lecciones y la experiencia de la Revolución de Julio que nunca debemos hacer concesiones a la independencia nacional, preservar la dignidad de la patria y sus ciudadanos, y hacer todo lo posible en cualquier circunstancia para promover la justicia social y proteger a los grupos más vulnerables”, agregó el presidente.

Asimismo, destacó que la Revolución de Julio “también consolidó el papel activo de Egipto en su entorno árabe y africano, y su importante contribución a la defensa de los derechos e intereses de los países del Sur en todos los continentes del mundo, que Egipto ha mantenido mediante un papel activo y de liderazgo en diversos foros internacionales”.

Enmarcando los principales logros egipcios, el mandatario destacó que “Egipto ha seguido el ritmo de los cambios de los tiempos, abriéndose al mundo y esforzándose por mejorar sus capacidades económicas, de inversión, urbanas e industriales, e integrándose en el sistema comercial mundial, con una atención constante a proteger la economía nacional, en la medida de lo posible, de las fluctuaciones y sacudidas de la economía mundial, y trabajando mediante sistemas integrados y eficaces para proporcionar la protección social necesaria”.

En la arena geopolítica y regional, afirmó que “Egipto también ha preservado su tierra, su soberanía y su independencia. Ha establecido una paz basada en la justicia y la recuperación de la tierra, al tiempo que defiende con firmeza y constancia los derechos e intereses de sus hermanos, especialmente los de los hermanos palestinos, protegiendo su justa cuestión de la liquidación y trabajando intensamente para apoyar su legítimo derecho a un Estado independiente y soberano”.

Finalmente, el presidente cerró sus palabras puntualizando que la actualidad regional y global impone grandes y complejos desafíos para Egipto y todos los países, “que van desde el aumento de la tensión y los enfrentamientos geopolíticos a nivel del sistema internacional hasta el sufrimiento del entorno regional de la propagación de guerras, conflictos y enfrentamientos entre civiles, y la desintegración de algunos países y el colapso de sus instituciones, además de las condiciones humanitarias catastróficas, hambruna generalizada y millones de desplazados”.

Frente a dicho contexto, expresó que “estas circunstancias sin precedentes añaden grandes cargas sobre Egipto, que sólo se mitigarán con lo que conozco a ciencia cierta sobre la fortaleza de nuestro gran pueblo, su resistencia ante la adversidad, y su cohesión y unidad como elemento de construcción, lo que me brinda confianza, Dios mediante, en que Egipto superará esta fase turbulenta a nivel regional e internacional, y continuará su progreso, desarrollo y construcción del Estado, con el fin de cumplir las aspiraciones de todos nosotros en una patria libre y digna y un futuro brillante para todos los hijos e hijas del país”.

La fecha más trascendente en la historia del Egipto moderno

El 23 de julio de 1952, el Movimiento de Oficiales Libres, dirigido por el Gral. Muhammad Naguib y el Tte. Coronel Gamal Abdel Nasser, estaba resuelto a poner fin a un estado de cosas que consideraban inaceptables, en tal sentido derrocó al rey Farouk del poder, un monarca que se caracterizaba por el ambiente de corrupción que había creado a su alrededor.

El 26 de julio, el rey Farouk se vio obligado a abdicar en favor de su hijo pequeño, hasta junio de 1953, cuando zarpó al exilio.

Desde entonces, los acontecimientos precipitaron un cambio en el régimen egipcio, en el cual se adoptaron originalmente esquemas de una república con bases socialistas. Las nuevas autoridades, actuando con decisión, erradicaron muchos de los males que agobiaban a Egipto. Se trató, en realidad, de un golpe militar contra la corrupción, el analfabetismo y el hambre.

Luego de esto, los Oficiales Libres pidieron al ex primer ministro Ali Mahir que dirigiera el gobierno civil del Consejo del Comando Revolucionario (CCR), pero Mahir renunciaría unos meses más tarde citando diferencias con los Oficiales Libres.

Egipto fue declarado República el 18 de junio de 1953 después de que el CCR se disolviera en enero y Muhammad Naguib se convirtiese en el primer presidente y comandante en jefe de Egipto, una elección popular debido al respeto que había ganado en el país por su papel en la guerra de 1948 en Palestina.

Los objetivos del movimiento eran abolir la monarquía constitucional y la aristocracia de Egipto y de Sudán, y establecer una república que terminaría definitivamente con el colonialismo británico del país y lograra la independencia de Sudán.

Durante varias décadas entre el fin del S. XIX y principios del S. XX, la lucha por el poder en Egipto se había planteado entre tres grupos que mantenían un precario equilibrio: el colonialismo británico, la monarquía y el partido nacionalista (Hizb al-Wafd). El golpe revolucionario del 23 de julio de 1952 destruyó las bases en las que se sustentaban estos tres poderes, creando un nuevo equilibrio, cimentado exclusivamente en los intereses de la nación y su pueblo.

El pueblo egipcio en forma masiva, hombres y mujeres, se volcaron a las calles para festejar la llegada de un nuevo gobierno, llenando la Plaza de la Liberación, la Plaza Tahrir, en El Cairo.

El éxito temprano de la revolución tuvo un efecto decisivo para los movimientos nacionalistas en toda la Región Árabe, como lo fue el caso de Argelia y también en el plano africano, como sucedió en Kenia, ambas arenas en las que se estaban produciendo luchas anticoloniales contra la ocupación europea, ya que la revolución en Egipto inspiró a otros países a acabar con las monarquías y gobiernos pro-occidentales existentes en la región.

En enero de 1954 la organización de los Hermanos Musulmanes fue prohibida y en noviembre el presidente Naguib fue sustituido por Nasser primero como primer ministro y luego como presidente, posición en la que Gamal Abdel Nasser permaneció hasta su muerte en 1970.