Argelia recuperó e inhumó a sus mártires

A mediados del siglo XIX, los cráneos del enemigo se exhibían como trofeos de guerra. Ahora deberían servir para cerrar las heridas, todavía demasiado abiertas, que dejó el colonialismo francés en el norte de África.

Ese fue el mensaje de un hecho excepcional que sucedió este domingo en Argel: la inhumación, luego de más de 170 años, con honores de Estado, de las 24 calaveras de líderes rebeldes que fueron fusilados y decapitados por las tropas francesas en 1849.

El trauma de la colonización y de la guerra de la independencia todavía lastra las relaciones entre Argelia y Francia. Es una realidad que sigue condicionando y marcando la naturaleza de todo gobierno argelino, a la vez que ha influido en la política interior francesa incluso hasta nuestros días.

El asunto de los cráneos revestía para Argelia una importancia extraordinaria, muy simbólica. Recuperarlos y darles sepultura con un homenaje no sólo era una exigencia de justicia histórica, de reparación, sino para poner fin a una insostenible humillación colonialista. Las calaveras habían sido conservadas en la colección del Museo Nacional de Historia Natural de París.

La solemne ceremonia, que coincidió con el 58º aniversario de la independencia de Argelia, tuvo lugar en el cementerio de El Alia, el más grande de Argelia, en presencia del presidente Abdelmayid Tebun, en un acto que activó la sensibilidad patriótica y la unidad nacional.

“La recuperación  de los restos de los mártires argelinos es de gran simbolismo a nivel histórico y cultural”, afirmó la ministra de Cultura de Argelia, Malika Bendouda.

Los 24 cráneos, transportados en féretros de madera clara y cubiertos por la bandera, fueron inhumados en el sector del cementerio para los Mártires de la Revolución Argelina, los héroes de la resistencia, como el emir Abdelkader, y los exjefes de Estado.

Entre los combatientes recuperados, figura el jeque Bouziane, jefe de la rebelión de Zaâtcha (este de Argelia) en 1849, y sus compañeros de armas, tales como Bou Amar Ben Kedida y Si Mokhtar Ben Kouider Al Titraoui, todos considerados mártires de los primeros tiempos de la resistencia a la colonización francesa. Junto a ellos también regresó el cráneo de un joven luchador de la resistencia de apenas 18 años, llamado Mohamed Ben Hadj.

Durante la ceremonia, militares con uniforme blanco dispararon salvas con sus fusiles y la cúpula política siguió el acto de pie.

Los cráneos habían llegado a territorio argelino el viernes, con una gran cobertura mediática. Los ataúdes quedaron expuestos en el Palacio de la Cultura. Pese al intenso calor, se formaron largas colas de gente que se desplazó para rendirles tributo. Hubo personas que lloraban, recordando su propia experiencia o la de familiares. “He venido en mi condición de combatiente y de inválido de la guerra de liberación”, declaró a la agencia AFP Ali Zelmat, alias Mojlas, un veterano de 85 años.

Historia, colonialismo y relaciones bilaterales

El colonialismo francés en Argelia, entre 1830 y 1962, dio lugar a episodios muy crueles. En ese marco, la devolución de los cráneos cierra un capítulo iniciado con la solicitud oficial argelina en 2018, de su retorno junto con una serie de documentos de los archivos coloniales.

En lo que respecta a París, la devolución de los restos es una señal clara de la voluntad de normalizar al máximo las relaciones. “Este gesto está inscrito en un proceso de amistad y transparencia sobre todas las heridas de nuestra historia”, indicó la presidencia francesa.

Emmanuel Macron, quizás por una cuestión generacional, tiene menos tabúes al afrontar ciertas cuestiones históricas muy delicadas como la guerra de Argelia. Antes de ser elegido presidente, durante una visita a Argel, dijo que la colonización había sido “un crimen contra la humanidad”, y posteriormente ya en funciones, en otra visita en diciembre de 2017, se comprometió a devolver los restos.

Por su parte, el presidente Tebun, en una entrevista con la cadena France 24, llamó a “afrontar el problema de la memoria que hipoteca muchas cosas en las relaciones entre los dos países”.

El mandatario argelino consideró que Francia ya ha presentado “semiexcusas” por su conducta como potencia colonial, pero “se debería dar otro paso; es deseable”. “Eso permitirá calmar la atmósfera y hacerla más tranquila para nuestras relaciones económicas, culturales y de vecindad”, agregó Tebun. Según el presidente argelino, Macron “es alguien muy honesto, y con él podemos ir lejos en el apaciguamiento, en la solución del problema de la memoria”.

El Parlamento argelino aprobó recientemente una ley que instauró una Jornada de la Memoria –el 8 de mayo– para recordar las matanzas perpetradas por las tropas francesas en 1945.

Pero la rectificación histórica argelina frente a París cuenta aún con otros delicados temas pendientes. Argel también quiere poner sobre la mesa el asunto de los desaparecidos –varios miles– durante la guerra de la independencia (1958-1962) y de las pruebas nucleares francesas realizadas en el Sahara argelino entre 1960 y 1961, cuyas secuelas sanitarias en la población de la zona aún perduran.