Extremismo fanático en Egipto y el Líbano
Los recientes sucesos en el Sinaí y Trípoli, en el marco de crisis regional motivada por el extremismo fanático centrado en Irak y Siria, lleva a buscar la conexión del caos que busca extender su espiral de muerte y destrucción a Egipto y el siempre delicado Líbano.
En los setenta Sadat, el sucesor de Nasser en la presidencia del país que lideraba en aquel momento el panarabismo, dio un golpe de timón a su política exterior. Para consolidar su poder y en un intento de acercamiento a EE. UU. cuando la Guerra Fría se hallaba en su máximo apogeo, persiguió a todas aquellas personas con tendencias de izquierdas.
En este esfuerzo por contrarrestar cualquier atisbo de influencia soviética, sobre todo en el ámbito universitario, el Egipto de Sadat propició que las organizaciones islamistas y los sindicatos profesionales afines fueran ganando adeptos y votaciones, apoyándose en lo que se difundió desde siempre como una condición de vertiente política libre de los vicios bipolares del laicismo en el Mundo Árabe.
El resultado fue que la red de los Hermanos Musulmanes fue ocupando las mentes y los esfuerzos de los profesionales destinados a marcar el avance de Egipto mientras consolidaba una importantísima red asistencial que logró captar a muchísimas personas para su causa, todo merced al constante apoyo económico de ciertas monarquías y adinerados petroleros del golfo y Jordania. Una fuerza que finalmente en 2012 auparía al poder al brazo político de esta cofradía y a Morsi a la presidencia del país.
La guerra de Afganistán y el impulso que tanto Arabia Saudí como Estados Unidos dieron a los islamistas que hacían el trabajo sucio frente a los soviéticos, acabó por convertirse en caldo de cultivo del fenómeno terrorista que hoy constituye la mayor amenaza para la estabilidad de Oriente Próximo.
Una amenaza que se está extendiendo de manera preocupante en sucesos recientes tanto en Egipto como en Líbano ; resultado de los cuales, el actual presidente egipcio, Al Sisi, ha tenido que decretar el estado de emergencia en la península del Sinaí, mientras el Ejército libanés se enfrenta a los islamistas sunníes en la localidad de Trípoli, en cuyo casco histórico mantienen atrapados a cientos de civiles.
Una aparente conexión regional que no debe pasar desapercibida a los ojos de todo aquel investigador y analista geopolítico centrado en la crisis actual del Levante y todo el Mundo Árabe.
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