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lunes, 20 de octubre de 2014

San Rafael: Encuentro interreligioso por la Paz - Disertaciones

Por Redacción DSL

DSL comparte con sus lectores las palabras de los dignatarios religiosos presentes en el  Acto interreligioso por la Paz, que se llevara a cabo en la Catedral de San Rafael y fuera organizado por el Club Sirio Libanés de San Rafael como entidad anfitriona en el marco de los festejos por el 60º Aniversario de la querida casa sirio-libanesa sanrafaelina. San Rafael, Sábado 11 de octubre de 2014

DISERTACIONES ▼

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IGLESIA CATOLICA MARONITA - Eparquia San Charbel en Buenos Aires de los maronitas en la Argentina

Palabra de Mons. Juan Habib Chamieh con motivo del Acto Interreligioso para orar por la paz

Su Excelencia Reverendísima Mons. Taussig, Obispo de San Rafael, Señores Embajadores y Cónsules, Señor Intendente, Señor presidente del Consejo Deliberante,  Reverendísimos Padres, y hermano Sheij de los Musulmanes. Las autoridades y representantes de las entidades de San Rafael y de la Región y todos los presentes.

Señor Presidente y Comisión Directiva del Club Sirio Libanés de San Rafael Mendoza quiero agradecer la invitación que me dirigieron, y presentar mis mejores felicitaciones para los 60 años de la fundación del Club. 

Me es muy grato que los festejos del Club se efectúen en el marco del tema de la Paz. La Paz plena y duradera, la cual siempre anhelamos en Medio Oriente y que nunca logramos plenamente llegar a disfrutar por mucho tiempo.

Me parece oportuno hablar de la Paz y de su continua búsqueda en las etapas de la historia de la colectividad Sirio Libanesa en Argentina. 

Buscando una vida de Paz muchos Sirios y Libaneses llegaron en argentina a fines del siglo 19 e inicio del siglo 20, dejando atrás sus países de origen, sus familiares y sus propiedades. Los que quedaron en sus países sufrieron con coraje las barbaridades de persecuciones, las epidemias y el hambre, pero los que emigraron buscando la paz y un futuro mejor no eran menos valientes. Enfrentaron la dificultad de abandonar a sus seres queridos: se fueron sin saber si iban a volver a verlos otra vez o sería el último adiós. Vivieron la inseguridad del futuro: no saben lo que les espera, si tendrían éxito en el nuevo mundo, o una vida más pobre y miserable. Solo tenían la esperanza puesta en Dios, quien no deja a nadie sin su cuidado.  Desafiaron los peligros de largos viajes en barcos: deberían atravesar mares y océanos por interminables días, semanas y meses, y con las inclemencias del tiempo, no sabían se llegarían a destino, si serian presas del mar y de sus olas! No tenían nada firme, solo su fe en Dios.

Lucharon para llegar y llegaron al fin a la tierra prometida donde se puede respirar seguridad y paz. Pero les esperó otro tipo de lucha, la lucha para adatarse a los costumbres, mentalidad, idioma, comida, etc. del nuevo mundo. Muchos tuvieron la tentación de regresar a sus países, otros se juntaron con los demás paisanos para aliviar la amargura de la nostalgia. Pero la mayoría no se encerró en el pasado sino que buscaron trabajar y ganarse la vida con el sudor de la frente, para vivir con sus familias una vida digna y leal.  Soportaron a veces la indignación de los que les llamaban en sentido peyorativo “turcos”, debido a que la mayoría había entrado al país con pasaporte turco.

La segunda generación se integró en su mayoría a los argentinos, y algunos de ellos cambiaron hasta sus propios apellidos. Pasaron a considerarse más argentinos que hijos y nietos de Sirios y libaneses.

La colectividad Sirio Libanesa no recibió pasivamente su pertenencia argentina sino que también aportó a la Argentina en todos los campos de la vida social: en el periodismo, letras y música; en la economía, el comercio, la agricultura; en la vida política, en las instituciones sociales, culturales y religiosas (Estudio preparado por el Sr. Miled Wehbeh sobre “El aporte de la inmigración libanesa en la republica argentina”, para tener más detalles).

Con la tercera y cuarta generación renació en algunos descendientes la nostalgia de los raíces. Esta nostalgia despertó en ellos su doble pertenencia: a Argentina, como país de nacimiento, y a Siria o al Líbano, como país de origen. Son los clubes, sociedades, asociaciones y otras entidades quienes ayudaron a los descendientes de conservar su propia identidad de origen.

Yo estoy en estos días colaborando con la Funlac (Fundación libanesa argentina cristiana) que tiene como objetivo no solo hacer recordar a los argentinos de origen libanés su identidad sino también les está ayudando en los trámites para tener la ciudadanía de sus padres y abuelos.

Y estoy buscando como obispo de los maronitas en Argentina hacer recordar a los descendientes de padres y abuelos maronitas, sirios o libaneses, de su identidad eclesial especifica. Porque, un hijo de maronitas sigue siendo maronita, si también recibe todos los sacramentos según el rito latino. La iglesia puso intencionalmente estas leyes (Código de Derecho Canónico latino, Can.112/2) para defender el derecho de las minorías y para que las iglesias de los emigrantes no desaparezcan y se fundan en otras iglesias.

Queridos hermanos como vimos la historia de la colectividad Sirio Libanesa es un testimonio de una búsqueda continua de la verdadera paz como la define el Papa Pablo VI en su mensaje para la celebración del “Dia de la Paz”, el 1 de enero de 1968 : “Paz no es pacifismo, no oculta una concepción vil y negligente de la vida, sino proclama los más altos y universales valores de la vida: la verdad, la justicia, la libertad, el amor”.

La Paz se basa sobre la libertad:vimos cuanto eran valientes los emigrantes y cuantos sacrificios hicieron para superar dificultades, enfrentar desafíos y vivir luchas internas y externas para llegar a tener una vida libre para ellos y para sus familias.

La Paz se funda sobre la verdad:vimos la confusión de identidad que vivieron los descendientes, y que algunos viven todavía, en confesar en fin que ellos no son solo argentinos, ni son solo sirios o libaneses, sino son la dos cosas a la vez, son argentinos de nacimiento y sirios o libaneses de origen.

La Paz se basa sobre la justicia y el amor:vimos con cuanto amor los descendientes eran justos al aportar, a la tierra y a la gente que les recibió, desarrollo en todos los campos de la vida social. El homenaje que están haciendo, hoy, como club, del destacado rol que tuvieron los antepasados de la colectividad Sirio Libanesa de San Rafael en el desarrollo y el progreso social, cultural y económico de la región, es la mayor prueba.

Recemos queridos hermanos para la paz en Siria y en el Líbano y en todo Medio Oriente. Muchas gracias y Bendiciones.

 

† Mons. Juan Habib Chamieh

Administrador Apostólico

Eparquia San Charbel en Buenos Aires

De los maronitas en la Argentina

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CENTRO ISLÁMICO DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Palabra del Sheij Muhammad Zanaty con motivo del Acto Interreligioso para orar por la paz

 

En el Nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso

EL ISLAM ES LA PAZ DE DIOS

En idioma árabe, “Islam” y “Paz (ár. salam) son sinónimos. Las tres consonantes “slm” forman tanto la palabra Islam como la palabra Salam.

Asimismo, la Paz “As Salam”, es uno de los más hermosos nombres de Dios. Para cumplir con Dios, los musulmanes deben ser pacíficos. Como principio básico, el objetivo del Islam es hacer de este mundo un lugar donde la Paz y la Justicia prevalezcan y todas las criaturas estén protegidas pacíficamente con el fin de acercar a los seres humanos a Dios y uno de Sus nombres: As Salam.

Las salutaciones diarias entre los musulmanes son expresiones de Paz. El saludo tradicional es As Salam Aleikum [la Paz sea con vosotros].

El adjetivo “musulmán” significa, además de monoteísta, pacífico.

En el Islam, el Cielo es la Morada de Paz. Leemos en el Sagrado Corán: «Y Dios invita a la Morada de la Paz y guía a quien Su Voluntad dicta al Camino Recto,» (Yunus, “Jonás”, 10: 25).

Incluso la enseñanza islámica fundamentada en la Revelación coránica que es la misma Palabra de Dios, ordena que al mal hay que responderle con bien: «Rechaza el mal con lo mejor [de lo que puedes hacer]» (Al-Mu’minûn, Los Creyentes”, 23: 96). Esto significa que los musulmanes no pueden actuar con sentimientos de venganza, y que no pueden actuar siguiendo sus deseos. Lo que hagan deberá ser aquello con el fin de servir a la causa del Islam de la mejor manera posible y para ganar los corazones de otros a su favor. Y la causa del Islam es la causa de la Paz.

Igualmente, en el Sagrado Corán siempre se privilegia la paz sobre la confrontación, tanto sea con los hermanos en la fe como con los enemigos.

Para el Islam los judíos y los cristianos son la Gente del Libro o la Biblia (en árabe, Ahl al-Kitab).

Las relaciones entre cristianos, judíos y musulmanes deben ser a través de la amabilidad y la comprensión. Dios dice: «Llama al camino de tu Señor con sabiduría y buena exhortación, y discute con ellos de la mejor manera posible. Tu Señor sin duda alguna conoce mejor a quién se ha extraviado de Su camino y conoce mejor quiénes son rectamente guiados.» (Al-Nahl, “La Abeja”, 16:125).

En el Islam está prohibido matar a las criaturas de Dios. El asesinato de un alma —cualquier alma— es harâm (prohibido e inviolable bajo la ley islámica), también es uno de los pecados más abominables. Dios dice en el Sagrado Corán: «Es por eso que decretamos a toda la humanidad,: (Quien mate a un alma, a no ser que sea (como castigo legal) por asesinato o por causar desorden y corrupción en la Tierra será como si hubiese matado a toda la humanidad. Y aquel que salve una vida será como si le hubiese salvado la vida a toda la humanidad). “La Mesa”, 5:32).

El Profeta Muhammad (ByP) dijo: “Sed amables, y guardaos de la violencia» (Al-Bujari, Kitâb al-Adab, no. 6030.)

Cuál es el Mensaje del Islam?

«No hay coacción en la Religión. (Al-Baqarah, “La Vaca”, 2: 256).

En numerosos versículos coránicos Dios exhorta al Camino de la Convivencia, el Perdón y la rectitud: «(Oh Mensajero) adopta la senda de la indulgencia y la tolerancia y ordena lo que es bueno y correcto).» (Al-A’râf, “Las Alturas”, 7:199).

El Islam siempre ha sostenido a la Paz y la Justicia como normas esenciales de convivencia. La humanidad es una creación divina y todos somos hermanos y hermanas. Como musulmanes, nuestra obligación es erradicar la violencia y que se establezcan la Paz, la Justicia y la Fraternidad entre todos los pueblos, culturas y religiones.

El Centro Islámico de la República Argentina, desde su fundación hace 83 años, ha tenido como norma la búsqueda de la Paz y la Justicia, y la interacción con todas las religiones y culturas. Por eso su lema es: “Argentina, ejemplo mundial de diálogo y convivencia”.

El Islam es la misericordia y sus atributos son misericordiosos. El Profeta Muhammad (ByP), que fue enviado como una misericordia para todos los mundos, resume el comportamiento de los musulmanes diciendo: “Sed misericordiosos y se os tendrá misericordia” (Ibn Hanbal, Musnad (Vol. 2, p. 160)

El Islam es la Religión de la Misericordia. Dios dice en el Corán: «Di: “¡Oh siervos Míos que habéis prevaricado contra vosotros mismos! No perdáis la esperanza de la Misericordia de Dios. Dios sin duda perdona todos los pecados. Él es en verdad el Indulgente, el Compasivo.» (Az-Zumar, “Los Grupos”, 39:53).

“Suplicamos a Allah, Proteja a Siria y su gente, Líbano y su gente, Palestina y su gente, Iraq y su gente, Allah Bendiga a la Argentina que nos alberga con su linda gente” y  hago extensible las súplicas a todos los países del mundo. 

Sheij Mohammad Zanaty, Imam de los musulmanes en la Argentina.

Enviado de la universidad del Azhar de Egipto en la Mezquita “Al Ahmad” del Centro Islámico de la República Argentina.

 

San Rafael, Mendoza, Octubre de 2014 (Dhul Hiÿÿah de 1435, Año de la Hégira)

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IGLESIA CATÓLICA APOSTÓLICA ORTODOXA DEL PATRIARCADO DE ANTIOQUIA

Palabra del S.E.R. Metropolita Siluan con motivo del Acto Interreligioso para orar por la paz

 

LA ESPADA DE JESÚS Y LA ESPADA DE LA VIOLENCIA

“No piensen que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada” (Mt 10:34)

Al cumplir el 60º Aniversario del Club Sirio-Libanés de San Rafael, nos encontramos juntos para rezar por la paz, paz que se encuentra en la encrucijada de dos tipologías de “violencia” totalmente opuestas en su manifestación: una es destructiva y la otra es constructiva.

La paz siempre ha sido profanada por una “violencia” destructiva, promovida por el egoísmo, la pasión humana e intereses propios. Hoy en día, dicha violencia prevalece en el mundo y se ha convertido en la calamidad más dañina de este siglo, según los expertos. La misma se ve reflejada en los distintos niveles de nuestra vida. Ejerce su seducción maléfica, poder destructor y lógica perversa sobre mayores y menores, indistintamente. Además, forma parte integrante de sistemas políticos, estructuras sociales, estrategias económicas, política de mercado, medios de comunicación, planes de desarrollo, relaciones humanas, etc. Es una violencia que perpetra el mal y lo perpetua.

En contraparte, hay otro tipo de “violencia”, que erradica la primera. Esta “violencia” nace de la sabiduría del Evangelio, y está al servicio de la paz y del crecimiento verdadero de la persona y de la comunidad. Ella ha sido anunciada con esta palabra aparentemente controvertida del Señor: “No piensen que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada” (Mt 10:34). Es una espada – “violencia” – en un sentido metafórico, la cual no está dirigida hacia el otro para atentar contra su existencia, como es el caso en la primera tipología, sino que es una acción que está dirigida hacia uno mismo, para erradicar el mal en nosotros, purificando nuestro corazón y nuestra mente y deja brotar el amor. Es un camino que ha sido inaugurado por el Señor y plasmado en su llamado tan significativo a los que creen en Él: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” (Mc 16:24).

Por ello, esta “violencia”, nacida del Evangelio, forma parte integrante de la Buena Noticia, fundamento de la educación en la paz, base de la pedagogía cristiana en el ejercicio de la virtud, la santificación de la vida, la dignificación de todo ser humano, el justo desarrollo de la creación y la celebración de la vida. Además, esta “violencia” marca el espíritu de aquellos que optaron por este camino, según la observación del Señor: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo conquistan por la fuerza” (Mt 11:12). Es el espíritu que anima a los “pacificadores” que serán “llamados hijos de Dios” (Mt 5:9).

Entre la primera violencia y la segunda no hay punto de convergencia, de reconciliación ni de alianza. La experiencia cristiana muestra que el enfrentamiento entre ambas es inevitable. Aunque la primera parece triunfar sobre la segunda en la realidad histórica, sin embargo, la experiencia de la Iglesia ha mostrado cómo la segunda triunfa sobre la primera exactamente donde ella cree haber triunfado. El ejemplo más ilustrativo es la muerte del Señor en la cruz. Si bien Su muerte fue cruel y violenta, sin embargo Su cruz llegó a ser la señal del triunfo de

una nueva lógica y de un nuevo poder, y la “espada” que no mata, sino que reconcilia a los enemigos, logrando instituir la verdadera paz en el mundo, especialmente en los corazones de aquellos que toman su cruz y siguen al Señor.

De este modo, y al realizar este camino de transformación de la espada de la violencia en la “espada” del Señor, podemos certificar junto al Profeta David cuando anunció proféticamente que “la misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron” (Salmos 85:10). Este encuentro de la misericordia y de la verdad, de la justicia y de la paz, ha sido y sigue siendo el epicentro del testimonio de nuestros hermanos en Medio Oriente, especialmente los cristianos. Hoy, ellos viven un doble martirio, tanto por su propia fe, como por su arraigo a su testimonio histórico en su tierra histórica y su convivencia en paz para con sus hermanos musulmanes, constituyéndose en verdaderos herederos de esta exhortación: “Amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que los aborrecen, y oren por los que los calumnian y los persiguen” (Mt 5:44), como así también genuinos portadores de la “espada” que vivifica, construye, dignifica, frente a la espada de la muerte, del terrorismo, de la aniquilación y de la barbarie.

Por ello, nuestra oración es para instituir la paz en nuestra vida y renovar nuestro compromiso para con nuestra realidad, inmediata o lejana, y se ve fortalecida por el testimonio noble y precioso de estos hermanos. Admiramos su valentía y paciencia en dejarse alentar por el Evangelio, esperanzados en que la belleza de nuestra naturaleza triunfará, en nombre de la “violencia” del Evangelio, generadora de paz, sobre la distorsión de la cual sufren las víctimas de la primera violencia.

Nuestra oración es precursora de este triunfo y esta transformación. Dios quiera que no tarde el momento en el que, al unísono, digamos a estos hermanos, junto al Profeta Isaías:

“¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, del que trae las buenas nuevas de gozo, del que anuncia la salvación, y dice a Sion: Tu Dios reina!” (Is 52:7).

† Me t r o p o l i t a S i l u a n

Arzobispo de Buenos Aires y toda Argentina

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