Gladys Abilar: una ingeniera en letras
El DSL recibió a la maravillosa autora, Gladys Abilar, quien nos contó, en una amena charla, sobre sus orígenes, su conexión con las letras y su profundo sentir como argentina e hija de nuestra colectividad. A continuación compartimos la nota.
¿Cómo fueron sus orígenes en la literatura?
En realidad, yo provengo de una familia libanesa, y ya mi abuelo nacido en Beirut, tenía tradición literaria de forma autodidacta. Ha dejado unos escritos literarios en árabe muy interesantes, escribía sobre filosofía. Cuento este dato porque considero que hay una raíz genética que se manifiesta en mí. Es una rama que se perpetúa de generación en generación. Para mí es un orgullo porque no deja de ser un dato artístico que a uno lo destaca en la colectividad y más cuando uno lo cultiva realmente.
Yo antes de esta faceta de escritora, en realidad, estudié música; fui profesora de música muchos años y luego me dediqué a la ingeniería agronómica, siguiendo los pasos de mi padre. Ejercí varios años en la Facultad Nacional de La Rioja como directora del Instituto de Investigaciones y fue en ese momento de mi vida que descubrí la literatura. Comencé escribiendo poesías. Fue un descubrimiento fantástico porque nunca me imaginé en ese terreno.
¿Cómo descubrió ese interés?
Es una cosa muy difícil de expresar porque prácticamente es de un momento para el otro que te agarran ganas de anotar y escribir. Primero empezás anotando cosas lindas que se te vienen a la mente. Me acuerdo que iba manejando hacia la Universidad y en la mitad del camino, quizás, frenaba el coche para escribir cosas que se me venían a la cabeza: metáforas, ideas sueltas y lo anotaba para luego desarrollar algo, y a la noche cuando leía eso armaba una poesía, simplemente por haberme brotado una inspiración.
Luego eso comenzó a tomar forma, me di cuenta que me gustaba mucho escribir aun cuando seguía ejerciendo como ingeniera. Era como un acompañamiento, significaba otra manera de expresar mis sentimientos. De esa forma, un día conocí una historia muy linda de una familia riojana y se me ocurrió escribirla para perpetuarla. De modo que la escribí trasladándola a la ficción y así surgió mi primera novela. A partir de ahí no pare más; seguía haciendo muchas cosas en agronomía pero al mismo tiempo empezaba a producir mis primeros libros. Pero fue, en realidad, cuando me vine a Buenos Aires a vivir que me aboque por completo a la escritura porque aquí tenía más elementos para ello.
¿Qué fue lo que la motivó para abandonar su carrera de Ingeniera Agrónoma y dedicarse de lleno a las letras?
Las cosas se dieron de una manera impensada. Cuando nos mudamos a Buenos Aires con mi marido, en el año 89, yo tuve que renunciar a mi trabajo en la Universidad allá en La Rioja, y comencé a darle prioridad a la crianza de mis hijos porque eran muy chicos. El tiempo que pasaba en casa, entonces, me empezó a servir para dedicar más tiempo a escribir.
Comencé a desarrollar más mi literatura por ser una actividad más libre que podes hacerla donde quieras. Y así me fui sintiendo muy bien con y empecé a incursionar en distintos núcleos. La actividad literaria en Buenos Aires es importantísima, aquí tuve la oportunidad de conocer gente muy importante que me fue abriendo el camino. Al día de hoy ya voy por la publicación de 10 libros.
Con respecto a la distribución del tipo de obra que escribe, ¿de qué género estamos hablando?
Yo he tenido una plasticidad enorme para todos los géneros. Empecé con un libro de poesía, en La Rioja, un libro muy pequeño que pertenece a mis primeros pasos, porque en realidad es el oficio lo que a uno le da seguridad a la hora de escribir. Luego, comencé a desarrollar el género novela que lo pude perfeccionar aquí en Buenos Aires. Por otro lado, fue mi profesor de literatura el que me incentivó a que escribiera cuentos, género que me dio enormes satisfacciones porque coseché decenas de premios en los concursos que me presentaba. Gané premios en España, acá en el país, en Guadalajara, entre otros. Luego de los cuentos me brotaron las ganas de escribir aforismos, pero para pisar firme en ese campo, en el cual no me sentía del todo segura, un día llamé a José Narosky para que pudiera mirar mis trabajos. Me respondió enseguida y le mandé mis escritos los cuales le encantaron. De hecho presentamos un libro de aforismos juntos titulado Pensar sin Permiso. Yo cuento esta anécdota porque no lo puedo creer todavía. A partir de su aval yo comencé a sentirme mejor, porque sabía que algo estaba haciendo bien.
Luego presenté otro libro de cuentos, que también, ganó una Faja de Honor y asimismo presenté un libro para niños con un CD para que los chicos tengan la posibilidad de escuchar también lo que estaba escrito. Fue un libro precioso, que me encantó hacer y con el cual también gané la Faja de Honor en Literatura Infantil en el 2007.
En el 2011, además recibí una Faja de Honor con la novela Las lágrimas de Tanato, que fue una ficción muy jugada que hice, que trata sobre la psicología carcelaria para lo que tuve que hacer una gran investigación que me llevó cinco años.
¿Sus orígenes influyen en sus escritos?
La segunda novela que escribí es una historia de una familia árabe musulmana-cristiana, que trata sobre el encuentro de dos tradiciones. Allí muestro cómo son las tradiciones árabes desde el punto de vista religioso y cultural, es decir, dos formaciones religiosas dentro de una misma cultura. Trata el amor de una católica y un musulmán y cuento como actúan las familias de ambos y cómo el amor puede superar las barreras. Es más, yo soy católica y mi marido es musulmán y llevamos ya 34 años de casados con tres hijos.
Creo que con respeto siempre se superan las barreras de la discriminación. Por eso, esa novela fue importante para mí, porque pude tocar esos temas y mostrar la cultura islámica, considero, está muy tergiversada hoy en día con cosas que nublan la realidad. También tuve que investigar mucho para este libro, debido a que es un terreno en el cual no te podes equivocar.
Es una mujer multifacética por todas las actividades que ha desarrollado a lo largo de su vida… ¿si tuviese que elegir alguna cual sería?
La verdad que yo sigo mi vida muy feliz en el campo de la literatura. De hecho, ahora en noviembre voy a presentar un libro de poemas inéditos. Igualmente, nunca cierro las puertas de ninguna actividad.
Sabemos que participó del ciclo de cultura “40 años de literatura libanesa”, ¿qué nos puede contar sobre eso?
Fue un festejo muy lindo que se hizo acá en el Museo Roca a fines de los 90. Estaba el por entonces embajador del Líbano, Hisham Hamdan, quien me convocó para que eligiera un tema alegórico para la situación y ahí desarrollé mi primer trabajo sobre Jalil Yibrán que después me sirvió para llevarlo a muchos otros congresos y poder difundirlo. Tuve la oportunidad de conocer el lugar de nacimiento de él y me quedé deslumbrada con un museo de su pintura, porque Yibrán era dibujante de lápiz negro y es poco difundida esa faceta, entonces yo aprovecho para poder mostrarlo a través de mi trabajo. Me dio un enorme placer hablar sobre este gran artista. En cada lugar que me convocan, si puedo hablar sobre ese tema, lo hago.
Háblenos un poco de su familia, ¿Cómo está constituida?
Yo vivo con mi marido, Omar Yoma, y tengo tres hijos: la mayor que se llama Namir que es psicóloga y actualmente vive en La Rioja, luego le sigue Omar que también trabaja en La Rioja como administrador de empresas y por último el menor, Yalal, que toca la batería y es el único de la familia que heredó el gusto por la música.
¿Tiene parientes en Siria o Líbano?
Si, de mi parte tengo parientes en el Líbano y por parte de mi marido en Siria.
¿Cómo ve el triste momento que está atravesando todo el Cercano Oriente?
Yo tengo muchos primos en el Líbano que han dejado de estar allí. La situación del Líbano se está poniendo fea. Todo está muy cauteloso con un temor tremendo de que todo explote en cualquier momento; y en Siria, ya sabemos lo que está pasando que también es una situación horrorosa. Pero estos nuevos grupos que están en el Líbano como E.I. que son los que están poniendo en peligro todo. Frente a la situación los que pueden irse se van, pero no todos tienen esa posibilidad. Por otra parte, si se quiere que subsista un país, en un momento álgido, alguien se tiene que quedar allí por la subsistencia nacional. La mayoría de los habitantes tienen una convicción muy grande, se quedan en su tierra hasta la muerte. Tienen una resistencia feroz y una dignidad enorme.
¿Alguna vez pensó en escribir algo que tenga que ver con la temática política?
Muchas veces me tentó la idea pero me siento muy chiquita para abarcar un tema tan grande, temo no ser justa o no estar al alcance de la circunstancia, porque es algo que merece una gran entrega. Igualmente, me gustaría mucho hacerlo, significaría un gran desafío. Realmente es una colectividad muy rica pero muy sufrida, muy apaleada y al mismo tiempo estamos hoy por hoy muy desencontrados entre nosotros mismos y eso es lo que más me duele. No me duele tanto la bomba del enemigo como las internas nuestras porque ese es el punto de partida de nuestra debilidad.
¿Cuál es su conexión con la Colectividad Sirio- Libanesa?
Yo, fundamentalmente, soy una orgullosa de mis raíces. Por parte de mi mamá soy andaluza, que no deja de tener vinculación con la cultura árabe, y por parte de mi papá soy libanesa y me tocó tener un marido árabe también y continuar con el legado árabe. Además, al venir acá a Buenos Aires logré tener muchos contactos, porque mi cuñada era la secretaria privada del Embajada de Siria y mi marido fue durante años el traductor oficial de la Embajada Española en Damasco y en Cuba, o sea que siempre tuve ese pie de extensión sobre distintas áreas. Siempre tuve relación con la diplomacia y a través de ellos me pude contactar con muchos miembros de la colectividad. Y además de la colectividad, a su vez tuve la suerte, siendo provinciana que acá en Buenos Aires me abran las puertas como lo hicieron. Todos los grupos literarios me reciben muy bien, sin diferencias. En la colectividad tengo grandes amigos maravillosos, al Club Sirio Libanes siempre lo visito y de hecho mi novela Las lágrimas de Tanato presente allí. Cada acto cultural que hago con la literatura lo comparto con mi paisanada.
¿Cómo ve la colectividad a nivel institucional?
La veo bien pero me gustaría verla mejor, porque al haber tantas fracciones cuesta mucho unir las ideas. Todo se ve fragmentado, pero igualmente yo creo que hay ganas y amor a la sangre que creo que es lo que nos rescata de todo. Considero que hay demasiados caciques, porque nadie resigna el cargo y hacen falta más soldados y no tantos caciques.
¿Qué mensaje dejaría para la comunidad árabe, hoy tan asediada?
Yo sólo puedo expresar un sentimiento. Creo que el amor por nuestros orígenes es lo que nos puede salvar. No hay que olvidarse de nuestros sentimientos primarios, porque si vamos al caso la sangre no se vuelve agua, estaremos peleados, pero las guerras son circunstanciales, y la sangre es lo más legítimo que tenemos y es el amor el que salva al ser humano. Si hay amor y unidad familiar hay semilla para germinar un árbol. Ese es mi deseo más profundo y primitivo. Es tan gran el desastre mundial que hay, que lo único que hago es remitirme al amor.
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